Dudas sobre la efectividad de las vacunas para el coronavirus. Carreras entre países para ver quién es el primero en encontrar una efectiva. Pfizer y BioNTech o Sputnik V. O bien Oxford y AstraZeneca o la china Sinovac.

Con el anuncio de esta semana de Pfizer ha empezado otra carrera entre países, la de intentar garantizar las cantidades suficientes para la población de cada país. "Los gobiernos están bajo presión para asegurar suministros para su población de las que tengan éxito. Si los gobiernos compiten, la mayoría de los países podrían quedar fuera", advertía la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace unas semanas. En este contexto, más de 172 países han manifestado que les interesa formar parte de un acuerdo conjunto que pretende garantizar el acceso equitativo en una vacuna que funcione. Lo han denominado mecanismo Covax.

De hecho, al principio de octubre, China anunciaba su ingreso a Covax, y prometía ofrecer prioridad de acceso a países en vías de desarrollo. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hua Chunying, aseguró que se ha firmado un acuerdo con Gavi, la alianza para la vacunación, hecho que supone la entrada de la segunda economía mundial a Covax con el objetivo de proporcionar "una distribución equitativa de vacunas".

vacuna coronavirus - EFE

Vacuna para el coronavirus / Efe

El anuncio de Pfizer, pero ha causado un estruendo. Todo el mundo querrá la vacuna y por lo tanto tendrá una demanda muy alta. España, de hecho, ya habría hecho su petición. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunciaba esta misma semana que la farmacéutica podría entregar unos 20 millones de dosis, es decir, para 10 millones de personas, teniendo en cuenta que se necesitan dos dosis.

Los países 'ricos' han reservado ya unos 500 millones de dosis a través de acuerdos de compra anticipados. Y estos acuerdos, tal como recoge un artículo de opinión del The Guardian firmado por la profesora de política de salud global de la London School of Econoomics Clare Wenham y el profesor de derecho de la salud global en la Universidad de Keele Marl Eccleston-Turner, funcionan para los países que pagan con el fin de reservar dosis a un precio acordado y garantizar así, un acceso prioritario a la vacuna.

La historia se repite

Ambos recogen también el hecho de que durante la pandemia de la gripe porcina, en el año 2009, el uso de estos acuerdos se popularizó de manera tal que los fabricantes de vacunas dijeron que no podrían proporcionar el 10% de las existencias de vacunas a las agencias de las Naciones Unidas a causa de los compromisos existentes. "En este sentido, el 'nacionalismo de las vacunas', la dinámica que hemos visto este año, donde las naciones persiguen el interés propio y no el bien común global, no es nueva", recoge el artículo.

Pero los países con ingresos más bajos o medios tienen asumido que estos acuerdos de mercado favorecen los gobiernos más ricos. Precisamente con la intención de evitar este hecho, nació Covax. La intención es adquirir suficientes vacunas para que todos los países puedan inmunizar al menos al 20% de su población. A través del artículo de opinión insisten en que los países con ingresos más elevados contribuyen a Covax como póliza si otros acuerdos comerciales que tienen no se concretan, mientras que los países con unos ingresos más bajos lo ven como un salvavidas.

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Vacuna rusa para el coronavirus / Efe

Hoy por hoy, la vacuna de Pfizer no forma parte actualmente de Covax, aunque Gavi tiene acuerdos para el suministro de nuevo posibles vacunas candidatas, incluyendo la de Oxofrd y AstraZeneca. Pero aunque ahora Covax negociara con Pfizer no está claro cuando podría tener bastantes dosis disponibles o si daría prioridad a los países ricos de compra anticipada.

Para Wenham y Eccleston-Turner, la pandemia no ha hecho más que aumentar las diferencias entre países ricos y pobres.

¿Qué marca el desarrollo de un país?

Tener acceso o no en la vacuna tiene que ver con el grado de desarrollo de un país. ¿Sin embargo, cómo se mide? Intentar definir el concepto o la palabra desarrollo no es fácil. El académico Damien Kingsbury medía, hace un tiempo, el progreso de un país en función de su nivel de vida en el libro International Development. Es decir, medir el nivel o la capacidad de progreso de un país en función de su PIB.

De hecho, entre los años 50 y 80, el desarrollo se midió en términos de crecimiento económico, cosa que cambió en los años 90, dónde también se tenía en cuenta el índice de desarrollo humano y la posibilidad de cambios. A partir de los años 90 y también de los 2000, se añadieron dimensiones más subjetivas y cualitativas para definir el desarrollo, como la esperanza de vida, la educación y el conocimiento, o bien la calidad de vida o la oportunidad de tener trabajo, así como la capacidad del mismo país para generar, explicaban los académicos Desai Vandana y Potter Robert al libro The companion tono development studies.

Los mismos autores determinan, pues, que un nivel económico superior no implica en ningún caso una mejora del nivel de vida. Y hecho, también se podría relacionar el desarrollo con la libertad. ¿Cómo se puede desarrollar un país sin libertades? ¿Se desarrollará según sus necesidades o según las necesidades que otros tuvieran a lo largo de la historia en esta misma tierra? ¿Se puede desarrollar según lo que la sociedad exige o según lo que el "mundo" necesite? Parte de eso queda expuesto al ensayo del economista Amartya Sen entre desarrollo y libertad.

Sen relaciona el desarrollo con la expansión de las "libertades reales" que las personas pueden tener a su ensayo Development as freedom. De hecho, eso demuestra que los ingresos no siempre están relacionados con la libertad.