Vivimos en una sociedad de padres helicóptero, que sobrevuelan continuamente sobre sus hijos y controlan todos los aspectos de su vida, y niños de invernadero, que crecen en una especie de burbuja en la que se les evita cualquier tipo de inclemencia que pudiera afectarles. Pero… ¿por qué?

Pues según una investigación que se ha llevado a cabo en la West Virginia University, de los Estados Unidos, aunque los padres que tienen este comportamiento dicen que lo hacen por amor a sus hijos, lo cierto es que en el fondo desarrollan este comportamiento como una especie de recompensa hacia sí mismos. Según los expertos que han participado en el estudio, este tipo de crianza se da fundamentalmente en familias de clase media a alta, donde existe un mayor interés en mostrar a los demás el éxito de los hijos.

Padre hijo

El estudio

Para llevar a cabo la investigación, se analizó un grupo de jóvenes de entre 18 y 24 años, y las conclusiones apuntaron a que este tipo de educación provoca un “bajo dominio de la conducta, autorregulación y competencia social” de los hijos. En concreto, los definen como niños de invernadero, pues son criados como una flor delicada en condiciones muy bien controladas y que en realidad los convierte en seres totalmente vulnerables de cara al exterior.

El estudio ha sido llevado a cabo en Estados Unidos, donde todavía está presente el escándalo de las actrices famosas, entre las que se encuentra Felicity Huffmann, célebre por su papel protagonista en la exitosa serie ‘Mujeres Desesperadas’. Un escándalo que ha provocado que hayan sido encarceladas tras haber sobornado a universidades de alto perfil, para que admitiesen a sus hijos falsificando las puntuaciones de las pruebas de admisión o mintiendo abiertamente sobre sus marcas deportivas. Los expertos señalan que este es uno de los ejemplos más famosos de padres helicóptero.

Los investigadores apuntan a que este tipo de crianza en helicóptero no se hace para lo que el niño quiere; se suele hacer en función de lo que el padre desea para el niño. El problema es que los hijos, en cierto sentido, quedan atrapados entre los deseos de sus padres y lo que realmente ellos quieren pero no se atreven a manifestar.

Chica enfadada

En este sentido, apuntan a que es mejor que los hijos aprendan a resolver los problemas por su cuenta, pero lo que ocurre es que los padres se precipitan antes de que sus vástagos tengan la oportunidad de aprender por sí mismos. Al final, los efectos de este tipo de educación provoca falta de autonomía y autoestima en los hijos, que perciben que son incapaces de vivir de manera independiente y que sus resultados están condicionados principalmente por acciones que se toman desde fuera en lugar de ser consecuencia de sus propias decisiones. En este sentido, abogan por evitar este tipo de comportamiento en la medida de lo posible para que el niño desarrolle su personalidad de forma más adecuada.