Aproximadamente el 10% de las mujeres entre 15 y 44 años padecen endometriosis, una condición ginecológica incurable que se puede tratar para paliar sus síntomas. Se produce cuando el tejido del endometrio, que generalmente se encuentra en el interior del útero, se expande fuera de él y alcanza otras partes como los ovarios, las trompas de Falopio, la vejiga e incluso el intestino. Al igual que el que se encuentra dentro del útero, durante la menstruación se desprende, provocando reglas muy abundantes y dolorosas.

No está claro el origen de esta afección, pero al parecer puede estar presente en la mujer desde el desarrollo del feto. Aunque es cuando llega la pubertad, aparece la primera regla y aumentan los niveles de estrógeno, cuando se desencadenan los síntomas, que suelen estar presentes durante los años reproductivos. Muchas mujeres no identifican los síntomas y, de media, pueden tardar hasta diez años en ser diagnosticadas correctamente.

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Para entender la enfermedad y sus síntomas, primero hay que tener claro que el tejido endometrial está formado por glándulas, células sanguíneas y tejido conectivo, y normalmente crece en el útero con el objetivo de preparar el revestimiento del mismo para la ovulación. Cuando ocurre la endometriosis, crecen en otros lugares del cuerpo –generalmente en la zona pélvica– y esto produce una serie de síntomas físicos, entre los que destaca el dolor. Si no se pone remedio, a medida que estos parches de tejido crecen, pueden afectar las funciones corporales.

A veces es difícil identificar la patología porque comparte síntomas con otras afecciones como la enfermedad inflamatoria pélvica (EPI), los quistes ováricos  o el síndrome del intestino irritable. En el caso de la endometriosis, los principales son calambres menstruales severos, sin alivio con medicación, dolor lumbar y pélvico, reglas abundantes que duran más de 7 días, problemas intestinales y urinarios, incluyendo dolor, diarrea, estreñimiento e hinchazón, heces y orina con sangre, náuseas y vómitos, fatiga, dolor durante las relaciones sexuales y sangrado entre períodos.

Si no se establece un control de la endometriosis puede derivar en problemas más graves, como infertilidad, mayor riesgo de desarrollar cáncer de ovario o adenocarcinoma asociado con endometriosis, quistes ováricos, inflamación desarrollo de tejido cicatricial y adherencia complicaciones intestinales y vesiculares. También otro tipo de enfermedades están relacionadas con la endometriosis, como las alergias, el asma, la sensibilidad química, las enfermedades autoinmunes, el síndrome de fatiga crónica o la fibromialgia.

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Los tratamientos más frecuentes son los derivados del uso de fármacos como los antiinflamatorios para tratar la dismenorrea, los anticonceptivos orales, que ayudan a que remita parte de la sintomatología, los hormonales que disminuyen los niveles de hormonas ováricas. En cuanto a las técnicas quirúrgicas, que se suelen recomendar, por ejemplo cuando una mujer quiere quedarse embarazada, las más comunes son la laparoscopia, para extirpar el tejido endometrial que ha crecido, la laparotomía, que extirpa todo el tejido que está fuera del útero y la histerectomía, en los casos más graves, que consiste en la extirpación del útero y, en ocasiones, los ovarios.