Una de las características que caracteriza a la Covid-19 es que causa en algunos casos inflamación severa en todo el cuerpo, causando estragos no solo en el sistema respiratorio, sino también en el corazón, el cerebro y los riñones, entre otros órganos esenciales. Efectos que se pueden mantener en el tiempo. Pero ahora, otra investigación apunta a que el virus aumenta el riesgo en aquellas personas que lo padecen de sufrir diabetes.

Se trata de dos estudios. El primero, de título SARS-CoV-2 infection induces beta cell transdifferentiation (La infección por SARS-CoV-2 induce la transdiferenciación de células beta) y el segundo, SARS-CoV-2 infects human pancreatic β cells and elicits β cell impairment (El SARS-CoV-2 infecta a las células β pancreáticas humanas y provoca deterioro de las células β) respaldados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Estados Unidos y disponibles en la revista Cell Metabolism, que confirman que “el SARS-CoV-2 puede atacar y dañar las células productoras de insulina del cuerpo”.

Esto, como resultado, puede provocar diabetes. Pero no son solo esos dos estudios. Los nuevos hallazgos se producen meses después de que los datos publicados en el informe Proportion of newly diagnosed diabetes in Covid-19 patients: A systematic review and meta-analysis (Proporción de diabetes recién diagnosticada en pacientes con Covid-19: una revisión sistemática y un metanálisis) en la revista Diabetes, Obesity, and Metabolism: A Journal of Pharmacology and Therapeutics, que también encontraron un vínculo entre las infecciones por Covid-19 y los nuevos casos de diabetes.

Estos trabajos ponen de manifiesto la necesidad de seguir investigando las consecuencias que tiene a medio y largo plazo para la salud el hecho de haber padecido esta enfermedad, incluso en aquellas personas que lo hayan hecho de forma leve.

“La gente necesita pensar más en términos de las posibles consecuencias de infectarse para la salud a largo plazo”, asegura el Dr. William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt. “Ahora, los datos son mucho más seguros en cuanto a que este virus puede provocar daños en diferentes órganos y causar daños”. La investigación aún está en curso para solidificar más este vínculo entre las infecciones por Covid-19 y los nuevos diagnósticos de diabetes, pero todo apunta a que puede haber una relación clara.

Sangre CovidLos estudios sobre la Covid y la diabetes abren muchas puertas a obtener certezas científicas

Los dos nuevos estudios publicados en Cell Metabolism, analizaron más profundamente la conexión entre Covid-19 y la diabetes, esta vez desde el interior del cuerpo. Los estudios de laboratorio encontraron que el virus SARS-CoV-2 era capaz no solo de infectar células beta humanas, sino que también podía replicarse dentro de ellas, lo que le permitía invadir otras células también. Esas células beta son importantes, son responsables de secretar insulina, y en la diabetes tipo 1, son esas células beta las que no secretan suficiente insulina para que la use el cuerpo. Partiendo de esa información, ambos estudios encontraron y confirmaron la infección de las células beta pancreáticas en muestras de autopsias de personas que murieron por Covid-19, y uno de los estudios sugiere que el SARS-CoV-2 puede infectar preferentemente a esa insulina.

Pero eso no es todo. La nueva investigación también encontró que las infecciones por coronavirus podrían cambiar grupos de células conocidas como islotes en el páncreas, que contienen las células beta. Específicamente, ambos equipos de investigadores encontraron que el tejido del islote pancreático mostraba una producción y liberación reducidas de insulina después de una infección por coronavirus y, a veces, la infección también conducía a la muerte de algunas células beta. Incluso se descubrió que algunas células beta restantes pasan por una transdiferenciación o reprogramación en la que comienzan a producir menos insulina y más glucagón (otra hormona que controla los niveles de glucosa), algo que, aunque aún no se ha confirmado, podría empeorar la deficiencia de insulina y elevar los niveles de glucosa en sangre.