El dolor es insoportable. Y a veces hace falta una ayuda para combatirlo o para convivir con él. Un 15% de la población mayor de 65 años sufre dolor severo o extremo. De hecho, el dolor es la primera causa de consulta a la atención primaria, con más del 30% de los motivos de visita. Por eso mismo, los fármacos más consumidos son justamente los analgésico para el dolor, con un 25% del total de los medicamentos prescritos.
Así, la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC) se ha planteado analizar por primera vez cómo y por qué prescriben opioides (analgésicos fuertes) los médicos y médicos de familia. Hasta ahora, nadie en nuestro medio ha analizado cómo es esta prescripción a la atención primaria.
A partir de 551 respuestas obtenidas se han obtenido una serie de resultados como los años trabajados de los médicos y médicos, número de pacientes que consultaban por dolor crónico no oncológico, y con qué tipo de opioides están siendo tratados.
¿Qué dicen los resultados?
El perfil del encuestado fue médico (76.6% de los participantes) con una edad media de 46 años, con una experiencia de entre 10 y 20 años a la atención primaria, con 1.500-2.000 pacientes asignados y del área sanitaria de Barcelona. Un 33.6% de los encuestados dijeron que tenían entre 5 y 10 pacientes que utilizaban opioides fuertes para el dolor crónico no oncológico, un 29.8% dijo que tenía entre 10 y 20 pacientes, y un 21.4% más de 20 pacientes.
Un 87.1% de los médicos y médicos especialistas en medicina familiar y comunitaria prescribe opioides fuertes para dolor musculo-esqueléticos y un 43% para el dolor neuropático, un 18.1% para el tratamiento de la fibromialgia.
Un 64% de los profesionales titula la dosis, es decir, yendo subiendo la dosis del opioide si es necesario, un 35.6% prescribe fórmulas de liberación rápida, es decir, con medicamentos que calman rápidamente el dolor, y un 58.1% prescribe, a veces, dosis de rescate, es decir, además de la dosis pautada, puntualmente se le prescribe al paciente liberación rápida.
¿Cuál es el más prescrito?
Un 75.3% de los encuestados intentaba reducir las dosis de benzodiacepines al prescribir un opioide fuerte, a pesar de que lo recomendable es no prescribirlos de forma conjunta. Igualmente, un 52.3% pautaba laxantes ocasionalmente, y un 31.2% siempre, aunque las recomendaciones sueño prescribir de manera sistemática laxantes cuando se inicia tratamiento con opioides.
El opioide más prescrito es el fentanilo (mayoritariamente en formato de parches) con un 90.6%, seguido del tapentadol con un 32.7%, buprenorfina con un 26.3%, oxicodona con un 25.4% y morfina con un 24.1%.
Problemas en el inicio de la prescripción
Un 71% de los médicos y médicos especialistas en medicina familiar y comunitaria expresaron problemas en el inicio o mantenimiento de la prescripción, bien por un mal uso o abuso de los opioides (17.2%), para tratarse de pacientes con polimedicación, por la inclusión de terapias no farmacológicas, por dudas en las indicaciones y elección del opioide (24.7%), o por la resistencia los propios profesionales y pacientes a iniciar el tratamiento por prejuicios sobre los opioides (18.1%), entre otros.
Un 39% de los médicos y médicos encuestados no consultaba con las Unidades de Dolor, a pesar de prescribir dosis elevadas de opioides. Las principales razones por esta baja consulta fueron la falta de comunicación y la accesibilidad. A veces la derivación a la Unidad del Dolor comporta un tiempo de espera que el médico o médico de familia palía con la prescripción de opioides. Al preguntar por posibles soluciones, la mayoría propuso: interconsultas virtuales, sesiones y visitas de las Unidades de Dolor a los centros de salud, rotaciones de los médicos y médicos de familia por las Unidades de Dolor o realizar un curso clínico compartido.
"Haría falta un mayor control y validación"
Aïna Perelló, médico de familia de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC) e investigadora principal del proyecto asegura que "tenemos un sistema de salud más seguro con la prescripción de opioides de lo que pueden tener otros, como los EE.UU., pero no es bueno escuchar que no hay peligro en la prescripción de opioides". Ahora bien, también resalta que "haría falta mayor control y validación de este tipo de prescripción, que curiosamente en otros medicamentos se está dando." Y continúa "tenemos que ser conscientes de que los opioides crean adicción y tienen efectos secundarios, ciertamente tendríamos que medicalizar menos, y seguramente disponer de mayor recursos como acceso a fisioterapeutas, psicoterapia, terapias no farmacológicas, o gimnasio nos ayudaría en este objetivo". Y concluye "a veces es difícil encontrar el equilibrio entre sacar el dolor a tu paciente buscando la dosis adecuada y no crearle adicción, pero está claro que los datos sobre prescripción de opioides fuertes hace necesario su revisión y asegurarnos de su buen uso y prescripción".
Los autores del estudio constatan que los resultados obtenidos muestran que hay que mejorar el conocimiento que los y las especialistas en medicina familiar y comunitaria tienen sobre los opioides. Por eso harán una segunda fase que permita priorizar las áreas deficitarias donde hace falta incidir y diseñar un programa formativo dirigido a corregir aspectos concretos de la prescripción.