Los entornos laborales se transforman continuamente como resultado de las nuevas tecnologías y de los cambios de las condiciones económicas, sociales y demográficas. Los riesgos laborales de mediados del siglo XX no son los mismos que los de principios del siglo XXI, ya que en los últimos años el ritmo de cambios en los puestos de trabajo y la sociedad en conjunto se ha acelerado considerablemente; a este hecho, hay que sumar el desarrollo tecnológico, los efectos del cambio climático, o los avances alcanzados en materia de igualdad de género. La naturaleza de las tareas diarias también están variando, y por eso se hace necesario renovar las habilidades y conocimientos para mantenerse al día —y seguros y seguras— con cada nuevo avance.

Para prevenir riesgos, es fundamental identificarlos y actuar

Autónomos: el grandes olvidados

Community managers, diseñadores UX/UI, técnico de impresión 3D: el siglo XXI nos ha llevado nuevas expresiones laborales. Muchas de ellas a menudo se articulan —como otras profesiones clásicas, del lampista hasta el carpintero— en formato freelance y, por fuerza, sólo pueden atenderse desde la flexibilidad que da el régimen de autónomos. Aunque la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) no incluye a los trabajadores por cuenta ajena que no tienen empleados a su cargo, eso no los exime del deber básico de cumplir con las obligaciones en materia de seguridad y salud laborales que la ley o los contratos que tengan suscritos los impongan, así como de seguir las normas de carácter colectivo derivadas del lugar de prestación de los servicios.

Para prevenir riesgos, es fundamental identificarlos y actuar. En un contexto de trabajo podemos encontrar seis tipos: mecánicos, químicos, físicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales. Eventualidades como el frío, la falta de luz y el desorden pueden atentar directamente contra el bienestar físico, social y mental de la persona trabajadora. Para adelantarse a cualquier evantualidad, es altamente recomendable seguir el ciclo de mejora continua: identificar los riesgos; eliminar todos los posibles; evaluar los restantes, prestando especial atención en los de más gravedad y probabilidad; definir, planificar e implementar medidas preventivas; verificar los resultados y, si las condiciones de trabajo cambian, actualizar aquellas que hagan falta.

Al aceptar un encargo, la persona autónoma tiene que asegurarse de que puede garantizar su protección en todo momento, sobre todo si tiene que coordinarse con otras personas trabajadoras: ¿Las actividades de unas pueden generar riesgos laborales para las otras? En caso de que una punta de trabajo obligue a una persona autónoma a contratar los servicios de terceros, hace falta que tener que claro que el autónomo se convierte en una empresa, con todas las obligaciones y responsabilidades que se derivan, también en materia de riesgos laborales. El autónomo que contrata otro tendrá que gestionar un plan de prevención y evaluación de riesgos, así como asegurar las condiciones de los espacios y de los equipos de trabajo donde alojará a la persona empleada.

Foto: Unsplash

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Digitalización y teletrabajo

Hoy en día el ordenador portátil es un equipo muy habitual entre las personas que tienen que desplazarse a menudo o tratan de conciliar su vida personal y laboral. ¿Qué factores de riesgo comporta el uso de estos aparatos, sin embargo? La exposición a posturas forzadas, la fatiga visual, la exposición a movimientos repetitivos o la sobrecarga muscular al transportar el equipo serían algunos de ellos. Además, en comparación con los ordenadores convencionales o de mesa, los ordenadores portátiles suponen a menudo la improvisación del puesto de trabajo, ya sea a una oficina externa, un hotel, o a medios de transporte como aviones, trenes o autobuses, lo que puede dificultar la adopción de posturas de trabajo cómodas o correctas.

Eso nos lleva inexorablemente al teletrabajo, una realidad que se nos hizo común ahora hace dos años, cuando la pandemia cambió nuestras rutinas de movilidad. El trabajo a distancia sigue ocurriendo en numerosas empresas, manifestándose con diferentes fórmulas, como bien la semipresencialidad. Mediante un decreto ley, el año 2020 se reguló este tipo de trabajo a distancia de una manera específica. Esta norma, después de ser tramitada como proyecto de ley en el Congreso de los Diputados, ocurrió en la actual Ley de Trabajo a distancia. Según la agencia Eurostat, sin embargo, el 5,2% de las personas ocupadas entre 15 y 64 años ya trabajaban habitualmente desde casa el año 2018.

Para detallar los diferentes factores de riesgo asociados al teletrabajo, se han clasificado en cuatro apartados: los equipos de trabajo utilizados, el entorno en que se desarrolla el trabajo, la interconexión ordenador-persona, y los factores de riesgo psicosocial. Hay que prestar especial atención en estos últimos, ya que el paso del trabajo presencial al teletrabajo implica cambios que afectan a la manera de relacionarse y de organizar el trabajo, así como la introducción de novedades tecnológicas. Eso tiene un impacto directo en los factores psicosociales, donde el aislamiento del trabajador en casa, la falta de separación entre vida laboral/personal o las largas jornadas laborales pueden estar algunas de las manifestaciones más recurrentes.

La actividad preventiva de la empresa tiene que incluir acciones destinadas a prepararse y adaptarse al cambio climático

Golpes de calor y cambio climático

Los efectos del cambio climático y su impacto en la seguridad y la salud de los trabajadores y trabajadoras ya se están poniendo de manifiesto. Es importante que patronal y trabajadores entiendan cómo el clima puede afectar a la seguridad y la salud, con el fin de incluir dentro de la actividad preventiva de la empresa acciones destinadas a prepararse y adaptarse al cambio climático, en concreto a efectos como el incremento de la temperatura y los acontecimientos meteorológicos extremos. El estrés térmico y golpes de calor sólo son la punta del iceberg: la radiación ultravioleta, presencia de alergenos en el ambiente o aumento de casos de enfermedades transmitidas por insectos también son riesgos que aumentan, en paralelo, al calentamiento del planeta.

Al llegar al verano, la problemática es todavía más apremiante. Durante los meses de julio y agosto, las empresas que tengan empleados trasteando al aire libre tendrán que planificar la protección adecuada y proporcionar el material necesario con el fin de evitar la sobreexposición a las altas temperaturas. En este sentido, los horarios adaptados, la organización de turnos, las pausas frecuentes, la regularidad en la ingesta de agua, la crema solar y la ropa transpirable suponen protecciones fundamentales. En este contexto, hay que prestar especial atención a síntomas como fatiga, dolor de cabeza o vértigo, que pueden ser precursores de problemas, más graves como la deshidratación o el golpe de calor –que en algunos casos llega a ser mortal.

No podemos abordar la prevención de riesgos laborales sin mencionar, también, las quemaduras por exposición solar, las alergias y patologías respiratorias, las enfermedades infecciosas o el incremento del número de accidentes por fatiga física y mental, que afectarán especialmente al personal de aquellas actividades que se realizan en el exterior. A partir de un estudio basado en datos de todo el Estado español, se ha podido corroborar que los días de más calor o frío, la posibilidad de sufrir un accidente aumenta hasta un 10%. En torno a un 3% de los accidentes de trabajo se pueden atribuir al frío y el calor. Hablamos de 60 lesiones al día. Los costes asociados a esta siniestralidad suponen un total de 366 millones de euros anuales, el 0,03% del PIB.

XX / Foto: Carlos Baglietto

Foto: Carlos Baglietto

Escenario (Post)Pandémico

Manos, distancia, mascarilla: el mantra nos lo sabemos fijamente. La pandemia que ya ha quedado atrás y el escenario postpandémico donde estamos instalados han hecho que la limpieza, desinfección y ventilación de espacios hayan pasado, de actividades rutinarias, a procedimientos absolutamente capitales. Quizás las mascarillas ya no forman parte del paisaje de las oficinas, pero los escenarios de riesgo en relación a la población trabajadora todavía no han desaparecido del todo. En función del tipo de actividad, se pueden establecer dos escenarios con diferentes niveles de exposición: uno de riesgo alto, cuando en una situación laboral se puede producir un contacto estrecho con un caso probable o confirmado de infección por la COVID; y uno de riesgo bajo, cuando el contacto no es estrecho.

Con o sin contexto pandémico, lavarse las manos es la medida más eficaz para reducir la transmisión de infecciones. El lavado de manos puede servir para prevenir la absorción de contaminantes a través de la piel, la contaminación por ingestión, y la contaminación cruzada; es decir, la propagación de contaminantes a través de las manos, la ropa o los zapatos. Sin embargo, la utilización frecuente de productos para la higiene de manos puede ocasionar irritación de la piel de las manos, principalmente en puestos de trabajo donde se necesita realizar la higiene de las manos muchas veces cada hora. En estos casos se tienen que enjuagar las manos, secarlas bien y utilizar lociones o cremas, para minimizar la incidencia de dermatitis irritante de contacto.

Además, y a propuesta de la Dirección General de Igualdad, la Comisión de Igualdad y del Tiempo de Trabajo aprobó las recomendaciones para gestionar el impacto de la COVID-19 en el mercado laboral desde la perspectiva de género. Estas recomendaciones proponen un abordaje de las consecuencias de la pandemia en el mercado laboral que incorpore esta perspectiva en todos sus aspectos y que permita combinar: la reorganización de los tiempos de trabajo; la corresponsabilidad y los permisos de cuidados; la mejora de las condiciones de trabajo de los sectores feminizados, fundamentalmente las de los trabajos de cuidados; la equidad de género en los órganos de participación y toma de decisiones; y, de nuevo, el teletrabajo.

La Administración Pública tiene que incluir la perspectiva de género en los programas de seguridad laboral

A veces con la perspectiva de género

La afectación diferencial de los riesgos laborales entre mujeres y hombres es fehaciente: la protección de la maternidad y de la lactancia; los riesgos psicosociales desde la perspectiva de género; la incidencia de los trastornos musculoesqueléticos según sexo... A la ley catalana de igualdad efectiva de mujeres y hombres, se remarca que la Administración Pública tiene que incluir la perspectiva de género en los programas de seguridad. Como novedad con respecto al anterior, a la Estrategia Catalana de Seguridad y Salud Laboral 2021-2026 se ha integrado esta perspectiva como un valor esencial de las políticas de seguridad en el trabajo, tratándola como un objetivo, no sólo articulado en actuaciones específicas, sino netamente transversal.

El ICSSL (Instituto Catalán de Seguridad y Salud Laboral) trabaja para que las empresas incluyan la perspectiva de género en todas sus políticas y actividades preventivas. En este sentido, planifica y ejecuta diferentes actuaciones en esta materia: seminarios de sensibilización en todo el territorio catalán; participación en foros y grupos de trabajo; inclusión de cláusulas específicas en materia de igualdad en los convenios de colaboración, órdenes de bases de premios, convocatorias y contratos. Por otra parte, la ordenación de las actividades preventivas que tienen que desarrollar las mutuas colaboradoras con la Seguridad Social, se incide en la necesaria transversalidad de esta perspectiva en el marco de las resoluciones que se dictan anualmente.

Además de dar respuesta a las reclamaciones que se puedan producir en materia de acoso sexual en razón de sexo, todas las empresas están obligadas a arbitrar procedimientos específicos para prevenir esta lacra. La colaboración de los servicios de prevención con la empresa en situaciones de acoso sexual consiste, en primer lugar, en asesorar a la empresa para identificar los factores de riesgo, evaluar los riesgos psicosociales, y proponerle la adopción de medidas preventivas, garantizando la protección de las personas especialmente sensibles. En caso de llegar tarde, se asistirá técnicamente la empresa con el objetivo de investigar los daños a la salud de la afectada.

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Foto: Carles Palacio