La atracción, la compenetración y la compatibilidad a la hora de mantener relaciones sexuales son conceptos que a veces llevan a la confusión, en parte debida a la información que llega a través de la publicidad, el cine y las redes sociales que reduce mucho el significado de estos términos. Como si en las parejas que tienen dificultades en las relaciones sexuales no hubiera atracción o compenetración o como si el orgasmo fuera la forma de medir una relación satisfactoria.

Lo mismo ocurre con la idea de la incompatibilidad sexual. ¿Realmente existe este término? En la mayoría de los casos, las parejas que tienen dificultades en este ámbito, en realidad suelen presentar otro tipo de problemas: falta de comunicación, mala técnica, desconocimiento del placer en uno mismo y de lo que le gusta al otro, diferencia de ritmos o de una patología concreta. La mayor parte de las veces, cuando estos problemas se solucionan, la incompatibilidad desaparece y los encuentros sexuales se vuelven placenteros.


Frustración sexual

Mujer en la cama. Unsplash

Por lo tanto, la compenetración sexual, en muchas ocasiones, más que algo innato o que surge como una chispa en una pareja fruto de la atracción, es más bien el resultado de un trabajo que lleva tiempo, comunicación, paciencia y mucha práctica. Para lograrla hay que hablar, ir conociendo lo que le gusta a la otra persona, cuáles son sus zonas erógenas, qué tipo de prácticas le gustan, cuáles son sus gustos sexuales, desarrollar la habilidad para ponerse en lugar del otro y vivir la relación de una forma libre y sin tapujos.

Y, aunque es cierto que existen muchas parejas que desde el comienzo tienen armonía sexual, lo más normal es lograrla con el paso del tiempo y llegar a un punto con la experiencia en que sea todo mucho más placentero para los dos.

También ocurre que con el paso del tiempo, en las relaciones más largas, la rutina, el tedio, el estrés de la vida adulta y otras cuestiones van provocando que las relaciones sexuales se conviertan casi en una actividad casi mecánica en la que apenas hay emoción. Y la compenetración sexual también requiere de una cierta innovación, para que no se termine convirtiendo en una sucesión de actos: caricias, masturbación, penetración… una especie de manual rígido, donde resulta difícil salir de patrones preestablecidos y es imposible desinhibirse. Para que una pareja esté compenetrada hace falta mucho más, hay que estar abiertos y tomarse la relación sexual como una forma de comunicarse con la pareja que es necesario trabajar, igual que otros aspectos.


Sexo en pareja

Pareja en la cama. Unsplash.

Una de las dificultades más comunes es la diferencia de deseo entre los miembros de la pareja. Es algo que no se puede controlar, y a lo largo de la vida puede verse mermado o incluso desaparecer por completo y puede generar mucho sufrimiento. En estos casos, sobre todo cuando no se sabe el origen y se mantiene en el tiempo, lo mejor acudir a la consulta de un sexólogo o un terapeuta de pareja.

Otra incompatibilidad común es la de los ritmos, las velocidades de respuesta distinta ante el estímulo sexual, que puede ser fuente de conflictos en la vida de pareja. Las personas lentas no sabe cómo acelerar su respuesta y las rápidas sienten que puede llegar un momento que termina cansándose. Las diferencias a veces son muy grandes la solución pasa por hablar del tema e intentar adecuar los ritmos y a disfrutar del placer que siente el otro, poniéndose en su lugar. Adaptarse al ritmo del otro nos hace más flexibles y puede resultar una enseñanza muy positiva.