En los últimos años se ha analizado en diversos estudios la pérdida de deseo sexual que sufren las mujeres a medida que avanzan los años. Se calcula que alrededor del 42% de las mujeres en la perimenopausia (periodo que precede a la menopausia) experimentan síntomas de disfunción sexual. Esta cifra aumenta aproximadamente hasta el 88% después de 8 años.

Algunas razones son de aspecto fisiológico: la sequedad vaginal y el descenso de los niveles de estrógeno, por ejemplo. Sin embargo, estos no son los únicos factores que influyen.  Una nueva investigación realizada por la Universidad de Sussex y el University College London del Reino Unido y la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, concluye que la vida sexual de muchas mujeres disminuye con la edad debido a los llamados “estresantes psicológicos” y otros factores psicosociales.

El estudio

El trabajo, que aparece en la revista Menopause, ha analizado los datos de 4.418 mujeres con una media de edad de 64 años que participaron en un ensayo de detección de cáncer de ovario en el Reino Unido, para el que completaron cuestionarios relacionados su vida sexual.

De las participantes, el 65,3% tenía pareja y de este porcentaje, sólo el 22,5% era sexualmente activa. Estas tendencias disminuyeron aún más con el tiempo. El análisis cualitativo reveló que a medida que pasaba el tiempo, la razón principal por la que una mujer no tenía relaciones sexuales era porque no tenía pareja y no quería buscarla. En la mayoría de los casos, porque se había quedado viuda.

Otras razones fueron las responsabilidades familiares abrumadoras como una razón para no buscar la gratificación sexual, el hecho de que la pareja tenía una condición médica que afectaba a su función sexual, los síntomas físicos relacionados con la menopausia o la ingesta de medicamentos recetados que les producían una disminución de la libido. La forma en que el envejecimiento afectaba su autoestima y confianza en sí mismas también eran causas importantes. De hecho, sólo una pequeña minoría (3%) alegó tener experiencias sexuales optimistas y positivas, según concluye el estudio.

Los expertos que han participado en esta investigación creen que aunque los desafíos de la salud sexual son comunes en las parejas a medida que se envejece, pocas son los que piden ayuda para llevar a cabo tratamientos que podrían resultar satisfactorios.

Tanto para la disfunción sexual como para los problemas de relación, o para cuestiones más fisiológicas como el dolor durante el sexo o la sequedad vaginal existen alternativas que pueden mejorar notablemente la salud sexual de estas personas. Por eso, este tipo de estudios son importantes, porque según los autores, sirve para que los profesionales de la salud tomen conciencia de  todo el espectro de dificultades a las que se enfrentan las mujeres tras la menopausia. Además, aconsejan aumentar la comunicación con los pacientes en este sentido, así como la formación de los profesionales en cuanto a disfunciones sexuales a esta edad y las mejores herramientas para abordarlos.