Ha muerto por tos ferina un bebé cuya madre no se había vacunado durante el embarazo. Así lo recoge un informe del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) que ha avanzado este lunes El País, y que analiza a fondo el impacto de la enfermedad en el Estado español durante el año 2023. Según el documento, el año pasado murió un "lactante menor de un mes, sin condiciones de riesgo, cuya madre no se había vacunado durante la gestación". La defunción tuvo lugar en la segunda mitad del 2023.

En el actual brote de tos ferina se han diagnosticado más de 7.800 casos. Durante el año pasado se identificaron un total de 2.560 casos, mientras que este año ya van 5.242 —según la última actualización. Y eso que en 2023, a estas alturas, solo se habían registrado 60. Ahora, todas las previsiones apuntan que la cifra continuará al alza durante las próximas semanas. La muerte comunicada en el último informe es la primera información sobre defunciones en España en la actual ola epidémica, aunque no se especifica dónde tuvo lugar ni ofrece más detalles. De momento, en los tres primeros meses de 2024 no se ha registrado ningún fallecimiento por culpa de la enfermedad.

La importancia de la vacunación

El informe remarca que el brote de tos ferina obliga a extremar las medidas de salud pública para proteger a los bebés más pequeños. "En situaciones de alta circulación de tos ferina, como la que estamos experimentando (...) la principal prioridad en salud pública es la prevención de las hospitalizaciones y muertes en los niños menores de un año. En estas circunstancias, el beneficio de la profilaxis antibiótica en la manipulación de casos y brotes puede ser limitado, de manera que es clave dirigir los esfuerzos a vigilar las coberturas de vacunación en las gestantes y en los niños en el primer año de vida. Es importante que los niños se vacunen, siempre que se pueda, a la edad indicada en calendario y que aquellos que han perdido alguna dosis sean identificados y captados para recibir las dosis tan pronto como sea posible", dice.

A mediados de febrero, la Agència de Salut Pública de Catalunya (ASPCAT) explicó que el auge de la tos ferina se puede deber a la eliminación de las restricciones al contacto social y la supresión de mascarillas después de la pandemia de la covid, sobre todo en el grupo de 10 a 14 años. A esto habría que sumarle una disminución de la inmunidad con el tiempo, los cambios en el microorganismo, el mayor esfuerzo diagnóstico y el patrón cíclico de la enfermedad —hay brotes epidémicos cada 3-5 años—. Así pues, "hace falta mantener el esfuerzo diagnóstico y de vigilancia epidemiológica, mantener las coberturas de primovacunación y en las mujeres embarazadas y reforzar la vacunación de los niños con el fin de garantizar unas coberturas óptimas".

¿Qué es la tos ferina?

Hay que recordar que la tos ferina es una enfermedad respiratoria, infecciosa y contagiosa aguda producida por la bacteria Bordetella pertussis y caracterizada por una crisis de tos convulsiva que se puede prolongar durante semanas o meses, tal como recoge Salut. Su contagiosidad es muy elevada y se transmite por las pequeñas gotas proyectadas por la boca y la nariz en el momento de la tos. Es propia de la infancia, frecuentemente entre los dos y los cinco años, aunque también puede afectar a los lactantes y los bebés. En los adultos es menos frecuente y a menudo pasa desapercibida, ya que su curso es asintomático. Quien la sufre produce un ruido ferino al tratar de inhalar, motivo por el cual se llama así. Esta tos puede dejar secuelas como la neumonía, convulsiones, inflamación del cerebro (encefalopatía) y, en algún caso, la muerte. La gravedad de la enfermedad aumenta en menores de seis meses.

En los últimos años, la tos ferina se ha comportado como una enfermedad reemergente en numerosos países de nuestro ámbito socioeconómico. Es por eso que se han propuesto diferentes estrategias de intervención con el objetivo de disminuir la incidencia, de manera especial en el grupo de población que resulta más vulnerable: los niños durante el primer año de vida, especialmente durante los primeros meses, cuando todavía no han desarrollado la inmunidad inducida por la vacunación. Sin embargo, la vacunación es la principal herramienta de prevención de la enfermedad. El calendario de vacunación vigente incluye vacunar de tos ferina a las edades de 2, 4 y 11 meses, con un refuerzo a los 6 años. Las personas embarazadas se tienen que vacunar a partir de la semana 27, preferentemente entre las semanas 27 y 32. La vacuna no es eficaz al 100%, pero evita mucho la transmisión y hace que los síntomas sean mucho menos graves. Protege sobre todo de casos graves en los bebés, que son los más vulnerables. Se trata de una enfermedad de declaración obligatoria individualizada, de manera que los profesionales tienen que declararla a la unidad de vigilancia epidemiológica correspondiente tan pronto como sospechen la existencia.