La vinculación entre dieta y nuestra salud es vital, a muchos niveles. Entre ellos, los que tienen que ver con el sistema inmunitario. Un equipo de expertos liderados por la Universidad de Harvard ha demostrado cómo la dieta afecta en última instancia al sistema inmunitario a través del microbioma intestinal. El trabajo se ha llevado a cabo con ratones, en los que se ha podido comprobar que lo que consumen los animales inicia la liberación de un subproducto metabólico de un microbio intestinal específico que, a su vez, modula la inmunidad intestinal de los animales.

Los resultados, publicados en Nature, ofrecen una explicación acerca de la compleja interacción entre la dieta, la microbiota intestinal y la función inmunológica. Los expertos han logrado identificar una molécula microbiana cuya síntesis y liberación están influidas por la dieta. Esa molécula, a su vez, estimula la activación y la señalización de un subconjunto de células conocidas como células T, asesinas naturales que participan en la regulación inmunitaria y que están implicadas en una variedad de afecciones inflamatorias.

Si bien los científicos han supuesto durante mucho tiempo que la dieta juega un papel en la salud inmunológica, el nuevo estudio aclara la cascada molecular precisa detrás de esta interacción. En definitiva, han logrado saber cómo la dieta afecta el sistema inmunológico a través de un mediador microbiano en el intestino.

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Si se confirman en animales más grandes y, finalmente, en humanos, los resultados pueden ayudar a desarrollar tratamientos de moléculas pequeñas que mejoran la inmunidad tanto intestinal como general, aseguran los investigadores.

En una serie de experimentos, el equipo identificó la cascada de señalización inmunológica desencadenada por la descomposición metabólica de los aminoácidos de la dieta en el intestino del ratón. Esta vía de múltiples pasos comienza cuando un animal consume alimentos que contienen aminoácidos de cadena ramificada, llamados así por la estructura similar a una rama de árbol de una de sus cadenas moleculares. Luego, los aminoácidos de cadena ramificada son absorbidos por B. fragilis, un microbio residente en el intestino, y una enzima específica los convierte en moléculas de lípidos de azúcar que también tienen cadenas ramificadas. El microbio B. fragilis luego libera moléculas de cadena ramificada que son detectadas y recogidas por una tipo de células de señalización inmunológica conocidas como células presentadoras de antígeno, que a su vez inducen a las células T4 a ejercitar su respuesta inmunorreguladora mediante la regulación positiva de los genes que controlan la inflamación y la inmunidad.

En conjunto, los experimentos proporcionan una explicación estructural y molecular de los efectos antiinflamatorios previamente observados de esta clase de lípidos de azúcar producidos por el microbio intestinal B. fragilis.