En estos días tan complicados para todos, más de uno estará experimentando lo difícil que resulta gestionar de una manera adecuada las emociones ante tantos cambios trascendentales. Sin embargo, el hecho de que cueste, no resta importancia al hecho de que un buen control emocional es clave para superar esta etapa de la mejor manera posible.

Uno de los mayores expertos en control emocional es el estadounidense David Goleman, Doctor en Psicología Clínica por Harvard y autor de uno de los libros más famosos del mundo en este ámbito, Inteligencia Emocional, con el que popularizó el uso de este término hoy tan frecuente.

Goleman define inteligencia emocional como la habilidad que tiene una persona para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones. Y subraya un aspecto fundamental: el primer paso para poder controlar nuestras emociones es saber ponerles nombre. Por eso es importante el autoconocimiento, es decir, que sepamos distinguir qué tipo de emociones nos afectan en determinadas circunstancias y cuáles son los impulsores que provocan que a veces se nos desborden.

Agobiado (2)

Un buen consejo es intentar tomar distancia de la situación. Y repetimos, no es nada fácil en estas circunstancias, pero se puede intentar. Por ejemplo, si en estos días en casa notamos que algo nos produce un especial enfado y estamos a punto de sentir rabia, es mejor alejarse física y emocionalmente, dejar pasar unos minutos e intentar analizar por qué nos ha producido una emoción tan desmedida.

Un recurso que nos puede ser de gran utilidad es intentar visualizar el problema, tratando de imaginarnos a nosotros mismos en esa situación pero como si lo mirásemos a través de una mirilla. Al mismo tiempo hay que intentar mantener la calma, por ejemplo, relajándonos a través de una respiración profunda. O dejando la mente en blanco, una técnica muy efectiva que se suele utilizar cuando se practica la meditación o el mindfulness.

Una vez hemos trabajado el autoconocimiento y hemos logrado identificar qué tipo de situaciones son las que impulsan nuestras emociones y nos hacen perder el control sobre ellas, es aconsejable iniciar el camino de la autorregulación.

Para lograrla, es importante tener presente varios aspectos. En primer lugar, en la medida de lo posible evitar aquellas situaciones que nos producen los conflictos: ¿existen alternativas? ¿Es posible cambiar alguna rutina o al revés, crear una nueva que nos ayude a encontrarnos mejor en la medida de lo posible? Y con la familia, ¿qué podemos cambiar en la relación que nos provoca el enfado o la rabia?

Como ocurre en la actualidad, a veces no es posible cambiar la situación, así que lo que tenemos que intentar si se puede es modificar nuestra manera de enfrentarnos a ella. En primer lugar, yendo preparados ante lo que se avecina y teniendo trabajada una respuesta que nos permita controlar la emoción. Si ya sé que determinada circunstancia me produce miedo, asco, enfado o desazón, tengo que intentar contrarrestar esto con pensamientos positivos y frases que me ayuden a calmar mis pensamientos.

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Si nuestras emociones se desbordan para bien o para mal con otra persona, es importante intentar contar hasta diez y no tener ninguna reacción hasta que tengamos control sobre nuestro físico, bien sea mediante la respiración o el alejamiento. También son útiles otras técnicas, como tomar la iniciativa antes de esperar nuestra reacción, utilizar el humor como recurso y practicar de manera frecuente la liberación de pensamientos, bien sea mediante la escritura o el diálogo son buenas formas de dar rienda suelta a lo que sentimos de una  forma ordenada.