La falta de deseo es uno de los problemas más frecuentes en las consultas de los sexólogos, preocupa a muchas parejas y es motivo de dificultades si la situación perdura en el tiempo. En estos tiempos de pandemia, cuando se pasa la mayor parte del día en casa, teletrabajando y atendiendo a la familia, no es inusual que muchas parejas presenten problemas de inapetencia, derivados también de las situaciones de estrés y tensión que se están viviendo.

De hecho, normalmente las parejas que acuden al especialista suelen aducir que el ritmo de vida actual, el estrés laboral al que están ambos sometidos, una depresión o el trabajo con los hijos y el hogar les provoca un cansancio perpetuo que les impide disfrutar cuando llegan a la cama. Debido a que estas situaciones se pueden haber exhacerbado en muchos hogares, la situación empeora.

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Otra causa común de falta de deseo es el distanciamiento entre la pareja, debido a malentendidos, de comunicación y otras circunstancias que derivan en una incapacidad de disfrutar de  una relación sexual satisfactoria. Por último, se encuentran los que han sufrido algún tipo de abuso y han perdido el deseo de forma permanente. Estos casos requieren de un tratamiento por parte de un profesional que ayude a la persona solventar esta situación.

El problema es que no siempre es fácil reconocer una pérdida de deseo, porque surge un cierto sentimiento de culpabilidad por no ser capaces de satisfacer a su pareja. A pesar de que vivimos en una sociedad muy abierta en lo que al sexo se refiere, cuesta mucho reconocer que se tienen problemas de este tipo y las parejas pueden llegar a sentir la presión de tener que mantener unas relaciones siempre perfectas.

En cualquier caso, aquellos que sufren de esta falta de deseo deberían preguntarse a sí mismos si se ha producido de una forma brusca o ha sido fruto de un proceso de forma paulatina. Una falta de deseo que tiene lugar bruscamente puede deberse al inicio de un tratamiento médico, por ejemplo, por lo que debe ser tratado de otra manera. O una desgracia que ha acontecido en la vida de la persona, el nacimiento de un hijo, una jubilación o un problema laboral. En estas circunstancias, lo importante es identificar la causa y buscar opciones, siempre con la ayuda de un profesional.

Sin embargo, en otras ocasiones no es tan fácil identificar cuándo ni cómo se ha producido esta falta de deseo. Estos son casos más complicados y requieren de un proceso de identificación más o menos largo y de un análisis psicológico de la persona.

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Lo importante, por tanto es reconocer el problema, hablarlo con la pareja para que el otro entienda el proceso por el que está pasando y ponerse en manos de un profesional que investigue cuáles son las causas. En estos días de confinamiento es bueno que las parejas intenten encontrar momentos del día para compartir una cierta intimidad, que no siempre es posible, pero que puede servir para estrechar lazos y buscar una solución al problema.