El éxtasis, o metilendioximetanfetamina (MDMA), siempre se ha considerado un peligro público. Es una droga recreativa ilegal, con un alto potencial de abuso y cuyo consumo tiene serias consecuencias para el organismo, con un uso relativamente extendido porque aumenta la energía y la empatía, provocando que las personas se sientan temporalmente más unidas entre sí.

Un equipo de expertos de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, acaba de finalizar una investigación en la que apuntan a que el éxtasis podría ayudar en una terapia de salud mental por sus efectos positivos sobre la sociabilidad.

Lo cierto es que tiempo antes de que este aspecto se descubriera, algunos psiquiatras ya la utilizaban con fines terapéuticos, para ayudar a las personas que tenían dificultades con la comunicación. Pero su capacidad adictiva hizo que finalmente fuera denostada y a principios de los años 80 quedó desterrada como terapéutica.

Esto no ha sido óbice para que, desde el campo de la investigación, se sigan estudiando sus propiedades. Y eso es lo que ha ocurrido con el equipo de expertos de Stanford y el Colegio de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, que han llevado a cabo una investigación cuyos resultados aparecen en la revista Science Translational Medicine.

Cápsulas

La investigación

El estudio se ha llevado a cabo en ratones y ha tenido como objetivo determinar cómo el MDMA podría hacer que un individuo se vuelva más sociable. También se ha pretendido averiguar qué dosis, en su caso, podrían proporcionar los efectos positivos con un riesgo mínimo de adicción y otras amenazas para la salud. Al parecer, esta droga desencadena la liberación de la serotonina, un neurotransmisor que tiene un papel relevante en la regulación del estado de ánimo.

Para acotar en qué medida se puede utilizar el MDMA con efectos positivos eliminando su potencial para volverse adictivo, los investigadores observaron el circuito cerebral que subyace a la adicción: el de la recompensa. Este mecanismo es vital para nuestra supervivencia y para afianzar hábitos que sean positivos. Es el que nos indica que la comida es buena cuando tenemos hambre, el agua es buena cuando tenemos sed y el calor es bueno cuando tenemos frío.

En el caso de las relaciones sociales, está implicado porque estar acompañado ha sido importante también para la supervivencia como especie. Pero también es verdad que ese mismo circuito puede terminar reforzando un hábito poco saludable, pero altamente deseable. Eso es lo que ocurre cuando se toma una droga adictiva: la sustancia estimula las células cerebrales para liberar la  dopamina, otro neurotransmisor clave para el sistema de recompensa. De esta forma, se refuerza la sensación de que la sustancia es algo deseable y que debemos buscarla. Es decir, el abuso de las drogas engaña a nuestros cerebros al causar un aumento anormal de dopamina.

En el caso del éxtasis, que estimula a las neuronas para liberar y promover un comportamiento más sociable, los investigadores están estudiando si una baja dosificación podría promover la sociabilidad sin estimular las conductas adictivas.

Después de haber administrado una dosis baja de MDMA o un placebo de solución salina, los investigadores dieron dos opciones a los ratones: pasar más tiempo solos o con otro ratón sin medicar. Los investigadores descubrieron que los ratones que habían recibido 7,5 mg/kg del medicamento seguían interesados ​​en sus compañeros durante al menos 30 minutos, mientras que los del grupo placebo se aburrirían de estar con el resto tras 10 minutos.

MDMA

Pero, ¿cómo sabían los investigadores que la dosis de 7,5 mg/kg no desencadenaba también la adicción? El equipo le dio a los ratones la misma dosis de MDMA que previamente y los colocó en una habitación de un entorno que tenía dos salas. Al día siguiente, volvieron a colocar a los ratones en el mismo lugar para ver si elegían estar en la habitación donde habían recibido la droga. Sin embargo, los roedores no mostraron preferencia por ninguna habitación, lo que sugiere que los mecanismos neuronales de la adicción no se habían puesto en marcha.

Pero si daban a los ratones una dosis más alta de la droga, de 15 mg/kg, sí escogían la sala donde habían recibido la droga. Por lo tanto, creen que acertar con la dosis del éxtasis probablemente sería la forma segura de ayudar a las personas que sufren problemas graves de socialización. Aunque todavía queda mucho para que esto se convierta en un hecho comúnmente aceptado.