El Dr. Josep María Ramon Torrell, exjefe del Servicio de Medicina Preventiva y de la Unidad de Tabaquismo del Hospital Universitario de Bellvitge, ofrece una visión matizada y científicamente fundamentada sobre las alternativas al tabaco tradicional y sobre la regulación que podría limitar estos productos. En su consulta, afirma, han habido avances significativos en los últimos años, tanto en el tratamiento del fumador como en el debate sobre reducción del daño.

Evolución en el tratamiento del tabaquismo

Según explica el Dr. Ramón, en una entrevista con El Nacional, la medicina preventiva ha progresado “muchísimo” en la última década: lo que antes para solo un 10-12% de los fumadores era posible dejarlo en un año, ahora se ha duplicado o triplicado gracias a nuevas medicaciones nicotínicas y no nicotínicas. “Estos tratamientos han ayudado mucho para afrontar una adicción como la de la nicotina”, afirma.

Para él, estos avances no son solo clínicos, sino también estratégicos: “Cada vez el mercado ha ido proporcionando tratamientos más cómodos para quienes quieren dejar de fumar”, comenta, subrayando la importancia de ofrecer alternativas seguras y eficaces.

El enfoque de la reducción del daño

Una de las ideas centrales de su discurso es la distinción entre tabaco y nicotina: “El fumador no fumaría si no existiera la nicotina; es lo que mantiene la adicción”, explica. Pero, según el Dr. Ramon, “la nicotina no es la que provoca la mayoría de las enfermedades graves asociadas al tabaco. Son los tóxicos liberados en la combustión los que generan cánceres, enfermedades cardiovasculares y respiratorias”.

Añade que esto no significa que la nicotina sea totalmente inocua, pero en comparación con el tabaco tradicional “no hay una colisión”: “No hay evidencias suficientes que la vinculen directamente con cáncer, ni con infartos o con enfermedades respiratorias”. Por ello, defiende la reducción del daño como una estrategia realista para algunos fumadores.

En su opinión, el objetivo no debe ser erradicar la nicotina, sino minimizar el daño: “¿Qué preferimos, fumadores o adictos a la nicotina? Algunos países nórdicos optan por adictos a la nicotina, porque el riesgo es mucho menor”.

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Alternativas menos nocivas: cuándo y cómo usarlas

Sobre los cigarrillos electrónicos y las bolsas de nicotina, el Dr. Ramon es claro: no deberían ser la primera elección en un programa para dejar de fumar. En su consulta prefiere comenzar con tratamientos convencionales —moléculas nicotínicas autorizadas o fármacos no nicotínicos—, porque “funcionan para la mayoría”.

Pero, añade, hay un porcentaje relevante de personas (entre el 5 % y el 8 %) para los que esos tratamientos no resultan. En esos casos, plantea ofrecer “nicotina externa, pero sin combustión”: “El cigarrillo electrónico sería la opción más viable para ellos; y las bolsas de nicotina también pueden funcionar muy bien”, dice. Explica que estas bolsas contienen nicotina sintética, no tabaco, y permiten absorberla de forma mucho más controlada, sin generar humo.

¿Por qué la nicotina “no mata” pero el humo sí?

El Dr. Ramon retoma su frase central para subrayar la diferencia: el daño proveniente del tabaquismo no viene solo de la nicotina, sino de los productos de combustión. “Toda la agresión toxicológica se da cuando esos químicos se liberan con el humo. Si se elimina el humo, se reduce de forma muy importante el riesgo de cáncer, infartos o enfermedades respiratorias”.

Añade que muchos fumadores, cuando pasan a una alternativa sin combustión, pueden reducir su exposición a estas sustancias dañinas como nunca antes: “No todos los fumadores dejan la nicotina, pero podemos ofrecerles un camino sustancialmente más seguro”.

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Regulación y riesgo de retroceso

La entrevista también aborda uno de los temas más polémicos del debate actual: la regulación. Según el Dr. Ramon, la propuesta de un real decreto que limita el porcentaje de nicotina en las bolsas y restringe sabores podría tener consecuencias no deseadas. “Si se reduce demasiado la nicotina, el usuario no se sentirá satisfecho, no podrá mantener niveles correctos y podría volver al cigarrillo tradicional”, advierte.

Sobre los sabores, afirma que algunos deberían prohibirse —especialmente aquellos que pueden atraer a los jóvenes—, pero que no todos: “Si se prohíben todos, los adultos fumadores perderían opciones válidas para hacer la transición. Tiene que haber un equilibrio”.

Para él, las políticas públicas deberían ir más allá de las limitaciones químicas: “Debe haber control en los puntos de venta, prevención entre adolescentes y una información clara para los consumidores”.

Reflexiones sobre ejemplos internacionales

El doctor señala que algunos países tienen modelos exitosos que podrían inspirar una política más equilibrada. Menciona a Reino Unido, donde hace una década el tabaquismo estaba en tasas altas, pero han conseguido reducirlas considerablemente mediante una combinación de medicamentos, alternativas sin combustión y programas de apoyo para dejar de fumar.

También destaca la experiencia sueca, donde políticas basadas en la nicotina sin humo han logrado una reducción muy significativa de enfermedades relacionadas con el tabaco. Para él, las lecciones son claras: “No podemos aplicar una fórmula única. Cada país debe adaptar sus estrategias teniendo en cuenta su cultura, su sistema sanitario y su historial de tabaquismo”.

Mensaje final al fumador

Para cerrar, el Dr. Ramon dirige un mensaje esperanzador a quienes aún no han dejado de fumar: “Si no lo pruebas, no sabrás si puedes hacerlo”, afirma. Recomienda intentarlo con ayuda médica, utilizando las herramientas disponibles —tanto las tradicionales como las alternativas en casos especiales— y buscar apoyo profesional si es necesario.

“Hoy tenemos terapias que hacen mucho más llevadero el proceso de dejar de fumar. No es fácil, pero es posible. Si alguien quiere intentarlo, que lo haga bien, con guía, y verá que puede funcionar”, concluye.