La velocidad al andar puede ser un útil predictor de la cantidad de años que puede vivir una persona. Así ha quedado demostrado en un estudio en el que se pone de manifiesto que una velocidad de la marcha lenta en la mediana edad indica y predice el envejecimiento acelerado. La investigación ha sido llevada a cabo en la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, y los resultados han sido publicados en la revista Jama Network Open.

El estudio

En total, se han evaluado datos de 904 personas desde que tenían 3 años. Se han analizado datos que tienen que ver con su rendimiento neurocognitivo: lenguaje, habilidades motoras y regulación emocional y conductual.  También se tuvo en cuenta su coeficiente intelectual, incluida la velocidad de procesamiento, la memoria de trabajo, el razonamiento perceptual y la comprensión verbal. 

Paso de cebra

Al mismo tiempo se evaluó las velocidades de marcha de los participantes una vez adultos (45 años) según tres parámetros: velocidad de marcha habitual, velocidad de marcha realizando otra actividad (caminar mientras recitaban el alfabeto) y la velocidad de marcha máxima. Se les pidió que completasen una serie de tareas físicas que probaron su fuerza de agarre, equilibrio y coordinación mano-ojo, entre otros factores. Y para controlar el envejecimiento se analizaron biomarcadores, incluidos el índice de masa corporal, la relación cintura-cadera, la presión arterial, la aptitud cardiorrespiratoria, el nivel de colesterol total, el nivel de triglicéridos, el nivel de colesterol de lipoproteínas de alta densidad, el aclaramiento de creatinina, la sangre nivel de urea, el nivel de proteína C reactiva, el recuento de glóbulos blancos y la salud de encías y dientes. Por último, se tuvo en cuenta la salud cerebral mediante escáneres de resonancia magnética.

Las imágenes de resonancia mostraron que aquellos que caminaban de forma más lenta a la edad de 45 años, tenían un volumen cerebral más pequeño, más adelgazamiento cortical, áreas corticales más pequeñas y más lesiones en la sustancia blanca. En otras palabras, sus cerebros parecían ser más viejos que su edad biológica. Y la salud cardiorrespiratoria, la salud inmunológica y la calidad de sus encías y dientes también fueron peores que los que caminaron más rápido.

Curiosamente, las puntuaciones que obtuvieron los participantes relativas al coeficiente intelectual, el lenguaje, las habilidades motoras y la regulación emocional y conductual a los 3 años también predijeron la velocidad de la marcha. Aquellos que caminaron más lentos de adultos habían tenido peores puntuaciones en estos factores.

Andando

Según los expertos que han participado en el estudio, no es ninguna novedad que las personas de 70 y 80 años que marchan de una forma más lenta, suelen padecer más enfermedades y morir antes que los caminan más rápido a su misma edad. Así ha quedado de manifiesto en muchas investigaciones.

Pero lo realmente novedoso en este caso es que los cambios aparecen mucho tiempo antes de lo previsto. En esta investigación se ha realizado un seguimiento de los participantes desde que eran niños y a la mediana edad de 45 años ya se han percibido cambios notables que indican que se está produciendo un envejecimiento acelerado que se refleja a su vez en la apariencia física, evidente en los rostros de todos aquellos que habían participado en el estudio.