Los espermatozoides de los mamíferos, entre ellos los humanos, fertilizan el óvulo después de que se produce la inseminación, es decir, cuando atraviesan el aparato reproductor femenino y llegan a los ovarios. Este proceso tiene dos partes consecutivas, en las que los espermatozoides experimentan cambios físicos y bioquímicos necesarios para completar su trabajo.

El primer cambio, denominado capacitación, altera la fisiología de cada espermatozoide, cambiando la membrana de la cabeza para ayudarla a penetrar la capa externa dura del óvulo y la cola para que tenga una mayor movilidad. El segundo cambio, la reacción acrosómica (AR), es una acción química que implica la liberación de enzimas en la cabeza de los espermatozoides que estimulan aún más la penetración en el óvulo.

Ambos procesos son esenciales para la fertilización y el segundo cambio depende del tiempo en que se produce: no puede ocurrir demasiado temprano o demasiado tarde. De hecho, la reacción acrosómica prematura se ha asociado con la infertilidad masculina espontánea.

Existe mucho que investigar acerca de la implicación de las moléculas en ambos procesos, de ahí el interés de un nuevo estudio publicado en la revista eLife, en el que un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California detalla cómo una molécula llamada GIV/Girdin juega un papel clave en la fertilidad masculina, permitiendo la capacitación y la reacción acrosómica para promover la motilidad, la supervivencia y el éxito de la fertilización de los espermatozoides.

Espermatozoides

El equipo de investigación, dirigido por la autora principal Pradipta Ghosh, profesora en los departamentos de Medicina y Medicina Celular y Molecular de la Facultad de Medicina, ha demostrado que esta molécula regula la actividad de las enzimas que inician y finalizan los procesos de capacitación y reacción acrosómica.

Teniendo en cuenta que la infertilidad afecta a entre el 8 y el 12 por ciento de las parejas en todo el mundo, y los hombres son un factor principal o contribuyente en aproximadamente la mitad de todos los casos, según estudios publicados y que las cifras siguen creciendo, es importante conocer las posibles causas que la producen. Suelen ser múltiples, pero aproximadamente el 25 por ciento se derivan de trastornos de la motilidad del esperma u otras disfunciones que los afectan.

“La GIV/Girdin es necesaria para la fertilidad masculina, y los niveles bajos de la misma  en los hombres se asocian invariablemente con la infertilidad”, asegura Ghosh. “Hemos encontrado evidencia de que esta molécula puede desempeñar diferentes funciones en la capacitación de los espermatozoides, hallazgos que arrojan nueva luz sobre cómo la señalización defectuosa de la molécula podría usarse como un marcador potencial de infertilidad masculina y cómo los inhibidores de la señalización de la misma inhiben la fertilidad reduciendo la movilidad y viabilidad de los espermatozoides y promoviendo la reacción acrosómica prematura”.