Es bien sabido que beber vino con moderación puede tener varios beneficios para la salud, tal y como se ha encargado de respaldar la ciencia. Entre ellos, el consumo moderado de vino se asocia con un menor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

También se sabe que ayuda a proteger frente a la diabetes y puede ayudar a aumentar el nivel de ácidos grasos omega 3 saludables para el corazón. Incluso, un estudio publicado en la revista BMC Medicine encontró que las personas que beben entre dos y siete vasos de vino a la semana tienen menos probabilidades de sufrir depresión.

Pero, ahora, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Iowa y publicado en el Journal of Alzheimer's Disease, hay otro efecto secundario positivo al beber buen vino tinto combinado con queso. El estudio, que se basó en datos de casi 2.000 adultos del Biobanco del Reino Unido, encontró que beber vino tinto y comer queso se asoció con una mayor agudeza cognitiva en los últimos años de vida de las personas.

Vino tintoEl consumo moderado de vino tinto acompañado de queso ayuda a mejorar el aspecto cognitivo en la última parte de la vida

“Me sorprendió gratamente que nuestros resultados sugirieran que comer queso y beber vino tinto de manera responsable a diario no solo es bueno para ayudarnos a hacer frente a nuestra pandemia actual de COVID-19, sino quizás también a lidiar con un mundo cada vez más complejo que nunca parece detenerse”, ha declarado Auriel Willette, profesora asistente de ciencia de los alimentos y nutrición humana en el estado de Iowa.

Para el estudio, los participantes completaron múltiples pruebas de inteligencia de fluidos (FIT, por sus siglas en inglés), que, según los investigadores, “brindan una instantánea en el tiempo de la capacidad de un individuo para pensar sobre la marcha”, y también informaron acerca de su alimentación y consumo de alcohol.

El cuestionario dietético les preguntó específicamente sobre su ingesta diaria de fruta fresca, frutos secos, verduras crudas y ensaladas, verduras cocidas, pescado azul, pescado magro, carne procesada, aves, ternera, cordero, cerdo, queso, pan, cereales, té y café, cerveza y sidra, vino tinto, vino blanco y cava y licores.