Desde que el coronavirus aterrizó de lleno a nuestras vidas también se instalaron en nuestras rutinas cambios con respecto a la manera de relacionarnos, la movilidad y el tipo de actividades que se pueden hacer. Esta tercera ola ha venido marcada por el cierre de comercios no esenciales durante los fines de semana y con limitaciones entre semana, además de la imposibilidad de salir del municipio. Algunos países han optado, incluso, por confinamientos domiciliarios parecidos a los que se impusieron el mes de marzo en España.

Y eso, como no podría ser de otra manera también pasa factura. Los principales problemas emocionales del confinamiento son la depresión y la ansiedad, el insomnio, el estrés postraumático y la fatiga. "La percepción que el esfuerzo realizado no haya servido para evitar una situación como el actual, esta sensación estimula la aparición de un sentimiento de indefensión que se traduce en tristeza y ansiedad", explica el psicólogo y profesor del máster universitario en Neuropsicología Clínica de la Universidad de Valencia (VIU), Joaquín Mateu Mollá.

Combatir emocionalmente el confinamiento

A pesar de todo, hay una serie de cosas que se pueden hacer para intentar combatir esta situación. Entre ellas está la de mantener las actividades de ocio. Mateu recomienda, en este sentido, "hacer un listado de estas actividades e intentar mantenernos implicados en ellas. También puede ser el momento para aprender alguna cosa nueva".

Otra cosa que propone el experto es el hecho de limitar el tiempo de conexión en dispositivos electrónicos porque dedicar un tiempo excesivo en redes sociales limita las relaciones efectivas que mantenemos con las personas del entorno porque paradójicamente se genera un aumento del aislamiento. Así, la intención tendría que ser la de interactuar con las personas más próximas. "Es fundamental preservar momentos de ocio compartido, con la familia y con aquellas personas que cohabitan con nosotros durante un confinamiento". Según Mateu eso es positivo porque "estas formas de interacción reducen las probabilidades de conflictos improductivos".

Además, también es importante, tal como aconseja, mantener los vínculos sociales con las personas que no podemos visitar físicamente por la Covid.

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Una persona haciendo deporte / Unsplash

Hábitos regulares

Los hábitos regulares son uno de los otros aspectos que hay que tener en cuenta. "Es esencial en una situación como la que se deriva de un confinamiento", explica el psicólogo. Por lo tanto, como ya apuntaban a los expertos durante el primer confinamiento, es recomendable ducharse y vestirse para teletrabajar de la misma manera que si se tuviera que ir de manera presencial.

Mantener una rutina de ejercicios y una alimentación sana también son puntos importantes en la situación actual. De la misma manera que se pueden establecer hábitos, también se puede trabajar con una table de ejercicios y alimentos.

Ser autoexigente no ayuda

Castigarse en exceso o fustigarse porque una cosa no sale a la primera no ayuda. El psicólogo resalta que hay que ser comprensivos con nosotros mismos. "Sentir preocupación en una situación de confinamiento es totalmente normal, y no significa en absoluto que estemos sufriendo un problema de salud mental". Y expone que "se trata de una respuesta natural en situaciones por las cuales no es posible predecir el resultado a largo plazo, y donde además, se percibe una amenaza para nosotros mismos o nuestros amigos y familiares".

En este sentido, insiste en que puede ser una opción que ayude a calmarnos el hecho de escribir nuestras experiencias en un diario personal o dedicar un tiempo de nuestro día para intercambiar estos pensamientos con alguien más.

¿Qué hay que vigilar en especial?

Las personas que fuman o bien hacen actividades que representan un riesgo para la salud, como por ejemplo, el consumo de alcohol u otras sustancias, tienen que vigilar especialmente, ya que a veces, estas acciones pueden ser concebidos como un refugio de la situación actual.

 

Imagen principal: una chica practicante escalada / Unsplash