Llega la Navidad y con ella los regalos. Todos los pequeños de la casa reciben una gran cantidad de regalos de sus familias y es difícil no caer en nuestros impulsos más consumistas… sobre todo si creemos que la cantidad de los regalos que reciban va a hacer más felices a nuestros hijos.

Pero…¿a quién no le resulta familiar la imagen de un niño abriendo regalos sin parar, apartándolos sin apenas echar un vistazo para ir a por el siguiente o terriblemente enfadados porque el muñeco que han recibido no es exactamente la versión que ellos deseaban? Estos excesos provocan en no pocos casos lo que conocemos como el “síndrome del niño hiperregalado” y que se caracteriza, sobre todo, por la incapacidad de valorar los regalos que reciben y no sean capaces de tolerar la frustración cuando no obtienen los que esperaban.

Si bien es cierto que las Navidades tienen un carácter festivo y lúdico que invitan al consumo, son también un “buen momento para enseñar y educar en valores, promoviendo la solidaridad y conseguir que los pequeños valoren el tiempo que pasan en familia durante estas fechas más que la cantidad de regalos que puedan recibir”, explica la doctora Marta Quixano, jefe del servicio de pediatría del Hospital El Pilar.

Por ejemplo, mientras escribimos con ellos la carta a Papá Noel o a los Reyes Magos, “es un momento fantástico para dedicar con nuestros hijos, de manera conjunta, un buen rato a pensar qué es lo que nos haría realmente ilusión”. Ser capaces de escribir una carta que se aleje del clásico listado de juguetes que “encargan” para llevarla al campo de la reflexión y ser capaces de redactar (en la medida de la edad de nuestros pequeños) un resumen de aquellas cosas, materiales e inmateriales, que nos hacen realmente felices. Por supuesto, los juguetes tienen su espacio en esta carta, la idea no es excluirlos sino hacer que sean parte de algo más y no el eje en torno al que gire todo el significado de estas fiestas.

“En ese sentido”, subraya la doctora Quixano, “hay una regla sencillísima que todos podemos aplicar: la regla de los cuatro regalos”. ¿Y en qué consiste esta regla? Básicamente en poner un poco de cordura y no saturar a los niños, además de evitar comprarles juguetes u otras cosas que no llegarán a usar.

Regalo 1. Algo para vestir

Un regalo que consista en ropa, como unas zapatillas deportivas, una sudadera, una camiseta, o cualquier complemento como unos guantes, un gorro…

Regalo 2. Algo educativo

Un regalo con el que puedan aprender. Aquí las opciones son infinitas: fichas para colorear, manualidades, puzles, libros para que se inicien en la lectura, etc.

Regalo 3. Algo que realmente quiere

En este regalo, debemos elegir algo que realmente le haga ilusión tener (dentro de nuestras posibilidades económicas).

Que estimule su imaginación, que favorezca su capacidad de compartir el juego o relacionado con la actividad física.

Regalo 4. Algo que necesite

Si tu hijo necesita algo, este es el momento de comprarlo. Pueden ser lápices de colores, una mochila, cualquier cosa que necesite para sus actividades extraescolares, etc.

Suena difícil, sobre todo en la época en la que vivimos, fuertemente marcada por una tendencia al consumismo pero sin duda, los beneficios que obtendrán nuestros hijos a largo plazo superarán con creces el esfuerzo de controlarnos, tener mesura y no dejarnos llevar.