Verano. Calor. Cada vez más franjas de edad abiertas para vacunarse contra el coronavirus. Y cierto relajamiento. Quizás por este motivo cada vez nos preguntamos más si es posible tomar una cerveza antes o después de la vacuna, ya sea para conseguir la falsa sensación de refrescarnos o bien para celebrar que estamos un poco más protegidos contra el coronavirus.

Según los datos de este martes, un total de 2.745.666 personas han recibido la pauta completa de la vacuna. Sin embargo, ¿qué pasa si bebemos alcohol? Rusia, sin ir más lejos, prohibió la ingesta de alcohol después de vacunarse durante dos semanas. En Europa, sin embargo, donde se administra Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen, no se ha hecho ninguna recomendación al respecto. ¿Tiene algún fundamento, esta prohibición?

Según explicaba la Sociedad Española de Inmunología (SEI) en un documento elaborado por los médicos Alfredo Corell y África González, la combinación de vacunas y alcohol no es del todo positiva. "El consumo de alcoholes destilados y drogas tiene un efecto inmunosupresor, con unos mecanismos muy parecidos a los que se producen en situación de depresión o estrés," recoge el ABC. En esta misma línea la International Society of Substances Use Profesionales (ISSUP) asegura que el uso crónico de las sustancias alcohólicas puede reducir el número de linfocitos T periféricos y provocar una pérdida de linfocitos B periféricos, los dos relacionados con la defensa del cuerpo. Es decir, dos piezas importantes a la hora de reconocer y neutralizar organismos infecciosos como los virus o las bacterias.

¿Más susceptible de contraer la infección?

Así, una persona que beba frecuentemente alcohol puede ser más susceptible de contraer una infección como la causada por el SARS-CoV-2. Además, el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA) expone que los que beben compulsivamente son más propensos a tener neumonía o tuberculosis. La misma publicación recoge también el comentario de la especialista en medicina de emergencia Ronx Ikharia, en un documental de la BBC, donde explica que no es recomendable beber alcohol antes o después de recibir una vacuna.

La investigadora hizo un experimento con ella misma para comprobar cómo el alcohol afectaba a su sistema inmune. Así, se tomó una muestra de sangre de sí misma antes y después de beber tres vasos de vino. Después del análisis, comprobó que la cantidad que había consumido era suficiente para reducir la mitad de los niveles de linfocitos blancos de la sangre, encargados de defender el organismo en patógenos externos.

Así, Sheena Cruickshank, profesora e inmunóloga de la Universidad de Manchester, explicaba al HuffPost —y se hacía eco El Economista— que cuando se bebe alcohol la noche anterior o pocos días después, el sistema inmunitario no funciona al completo, hecho que podría perjudicar el objetivo final de la vacunación.

Por otra parte, Ilhem Messaoudi, directora del Centro de Investigación de Virus de la Universidad de California, aseguraba al The New York Times y recogía el ABC, que "si eres un bebedor moderado, no hay riesgo de tomar una copa en el momento de la vacuna". En este mismo sentido, El Economista recoge la opinión de un médico de enfermedades infecciosas y profesor de la Universidad Médica de Northeast Ohio Richard Watkins que asegura que "no hay evidencia de que el alcohol reduzca la formación de anticuerpos".

¿Qué dicen los ensayos?

Los ensayos clínicos que se han llevado a cabo para ver la eficacia de las vacunas no han analizado específicamente los efectos del alcohol en la eficacia de las vacunas. Ahora mismo, solo se puede dar respuesta con los estudios que ya están hechos sobre la inmunidad y el consumo de alcohol. Y lo que se puede extraer es que la sustancia afecta a la respuesta inmune humana.

 

 

Imagen principal: dos personas beben cerveza / Unsplash