Los hábitos se generan después de repetir una acción de forma regular. Nuestro cerebro crea una serie de conexiones de tal forma que ya no tiene ni que pensar mientras la está desempeñando, se convierte en algo automático. En realidad, forma parte de nuestra naturaleza y gracias a este recurso el ser humano ha podido sobrevivir a lo largo de la historia, aunque también tiene su reverso ha provocado que sea muy fácil que generemos malos hábitos que nos producen satisfacción. 

En cada una de estas rutinas que forman parte de un hábito intervienen ciertas neuronas del cerebro que son responsables de marcar el comienzo y el final y que están ubicadas en una región del cerebro involucrada en la formación de hábitos. Las neuronas se activan al comienzo de una rutina aprendida, no tienen actividad mientras se lleva a cabo, y luego vuelven a ponerse en marcha una vez que la rutina ha terminado. Por lo tanto, se forma por lo tanto un patrón de comportamiento que tiene su reflejo en las propias conexiones neuronales y que es extremadamente difícil de variar. Es la razón por la que es muy complicado romper el hábito.

Comida ligera

En la formación de un hábito intervienen las llamadas tres “R”: el recordatorio (la situación, sentimiento o emoción que provoca que se inicie ese hábito); la rutina (el comportamiento en sí) y la recompensa (el beneficio que se otorga a a esa conducta). Es un proceso que requiere de tiempo y constancia, pero si al final del camino existe un beneficio que se repite, se consolidará. Por lo tanto, hay que buscar un comportamiento que se desarrolle de esta forma.

Por ejemplo, si elegimos hacer ejercicio, hay que buscar algo que nos recuerde que tenemos que hacer ejercicio, como puede ser dejar las zapatillas por la noche fuera de su lugar y en un sitio a la vista, para que por la mañana las veamos y nos venga a la cabeza la imagen del ejercicio. La recompensa puede ser algo que hagamos al final de andar, que pueda resultar bueno para nosotros. Es algo muy personal, pero puede ser tomar un aperitivo saludable con unos amigos, hacer una actividad placentera, sentarse y disfrutar de unas buenas vistas… el caso es que se repita de forma regular. Lo que sucede en medio es el comportamiento, una rutina que vendrá por añadidura. Tenemos que repetir constantemente el principio y el final y así iremos formando el hábito.

Pero, ¿qué hábitos debemos formar? Pues según la Universidad de Harvard, cinco son los hábitos que debemos llevar a cabo para vivir más: llevar una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, mantener un peso corporal adecuado, no beber demasiado alcohol y no fumar.

Bebiendo agua

Si logramos llevarlos a cabo, reducimos de forma notable el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Así quedó de manifiesto en una investigación que publicó The British Medical Journal y que se llevó a cabo con más de 73.000 mujeres y 38.000 hombres. Los datos no dejaronn lugar a dudas: las mujeres y los hombres que mantenían los estilos de vida más sanos tenían un 82% menos de probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares y un 65% menos de morir de cáncer en comparación con aquellos con los estilos de vida menos saludables