La falta de sueño en los niños puede tener importantes implicaciones para su salud, para su desempeño en el colegio y para su vida en general. Así ha quedado claro en un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Warwick, que ha descubierto que patologías como la depresión, la ansiedad, el comportamiento impulsivo y el bajo rendimiento cognitivo en los niños están relacionados con la poca cantidad de sueño

El sueño es un proceso necesario en la vida para la reorganización de los circuitos cerebrales. En el caso de los niños, cuyos cerebros se están desarrollando tiene aún mayor importancia y es más necesario si cabe. La investigación, publicada en la revista Molecular Psychiatry, se basa en un seguimiento realizado a 11.000 niños de 9-11 años para analizar la relación entre la duración del sueño y la estructura cerebral.

Niño tablet

Los niños que dormían menos presentaban una mayor presencia de depresión, ansiedad, comportamiento impulsivo y bajo rendimiento cognitivo. También se observó una actividad más baja en las áreas cerebrales de la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal y temporal, el precúneo y la circunvolución supramarginal.

Según los expertos, la cantidad recomendada de sueño para niños de 6 a 12 años debe variar entre las 9 y las 12 horas. Sin embargo, los trastornos del sueño son cada vez más comunes entre los niños y adolescentes de todo el mundo. ¿Las causas? El creciente número de horas que pasan en la escuela y haciendo deberes y un mayor uso de dispositivos con pantallas que les roban horas de sueño en cada jornada.

Los expertos destacan que, según la investigación, aquellos niños que dormían menos de 7 horas de sueño presentaban una porcentaje un 53% superior de sufrir estos trastornos que los niños que dormían las horas adecuadas. Y los resultados de la capacidad cognitiva fueron un 7,8% más bajos de media que aquellos que dormían entre 9-11 horas.

Para lograr que los niños duerman lo suficiente hay que procurar que se vayan pronto a la cama, sin excusa alguna para lo contrario. Para lograrlo, lo bueno es establecer una hora para que se acuesten, decírsela a ellos para que la asuman y seguir una serie de pautas que se repitan cada día para que se conviertan en una rutina. El baño, la cena, un juego o una lectura pueden ser herramientas que ayuden a acostarlos antes.

Niño leyendo

Además, la cama nunca debe ser percibida como una especie de castigo u obligación para ellos, sino algo agradable que les va a ayudar a descansar. La cena no debe ser muy copiosa, ni incluir demasiados azúcares que puedan excitarlos antes de dormir. Tampoco es adecuado que jueguen a los videojuegos o vean la televisión, porque les puede alterar. Al contrario, hay que hacer actividades relajantes, con luz tenue, que favorezca el sueño.