El triclosán, un bactericida y fungicida que se usa en la industria de la higiene doméstica y personal en productos de limpieza, pastas de dientes, desodorantes, líquidos de lavado de manos quirúrgicos, colutorios bucales, esmalte de uñas, geles de ducha y champús, puede estar vinculado a la osteoporosis. Así ha quedado de manifiesto en un nuevo estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.

El compuesto, también utilizado en la industria farmacéutica como conservante de algunos medicamentos, en clínicas y hospitales como antiséptico y desinfectante y en productos de limpieza del hogar lleva mucho bajo la lupa por sus efectos dañinos sobre la salud y el medio ambiente. De hecho, el Comité Científico para la Seguridad del Consumidor de la Comisión Europea (SCCS) ha recomendado finalmente limitar su uso. En España no está prohibido, pero la industria lo viene desechando durante los últimos años, aunque todavía existen laboratorios que lo utilizan para elaborar sus productos.

En el estudio se han examinado datos de 1.848 mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas. Aquellas con mayores niveles de triclosán en la orina tenían más probabilidades de tener problemas en los huesos, según han incluido los investigadores, que han destacado que existe una prevalencia significativamente elevada de osteoporosis en la región intertrocantérica del fémur. “Esto puede indicar que la exposición al triclosán tiene más influencia en esta zona que en otras”, han destacado los expertos.

Este último trabajo se suma a la evidencia existente acerca de los perjuicios del triclosán sobre la salud. Entre otras cosas, se han encontrado efectos inflamatorios y perjudiciales para el intestino. También se sabe que actúa como disruptor endocrino y puede provocar alteraciones hormonales en las personas.

Más de 200 científicos y profesionales médicos se manifestaron en la Declaración de Florencia sobre el Triclosán y el Triclocarbán en junio de 2017 denunciando los peligros de utilizar los productos que contienen estos químicos. Por ello, solicitaron a la comunidad internacional que limite la producción y el uso del triclosán y el triclocarbán. Recomendaron que cuando sea necesario utilizar antimicrobianos, se empleen las alternativas más seguras que no supongan un riesgo para la salud de los seres humanos y los ecosistemas; que deben etiquetarse todos los productos que contengan triclosán, triclocarbán y otros antimicrobianos y evaluar la seguridad de los antimicrobianos y sus productos de degradación durante todo el ciclo de vida, incluyendo la disposición final.