Ahora que ha empezado 2020, una pregunta ronda la mente de muchas personas ¿Y si hago unos propósitos de Año Nuevo? ¿Sirven para algo o son meras promesas condenadas al fracaso? Pues aunque algunos sientan que no valen para nada, lo cierto es que según las estadísticas, los propósitos de Año Nuevo suelen funcionar. De hecho, por eso tienen tanta tradición.

Desde la cultura babilonia, en la que se comenzaba el año prometiendo pagar las deudas y devolver los artículos prestados, pasando por los romanos, que prometían al dios Janus un mejor comportamiento, hasta la sociedad de hoy en día, donde existe hasta material de papelería para registrar con psicología positiva estas intenciones. Lo cierto es que hacer propósitos siempre es una buena opción. Y no solo en Año Nuevo. Pero hay que saber cómo llevarlos a cabo.

Por ejemplo, la Universidad de Stanford publicó hace un tiempo una interesante investigación en la que se analizaba cómo la capacidad de cada ser humano de reflexionar sobre su propio proceso de aprendizaje y conocimiento y el hecho de elaborar una estrategia sobre qué utilizar, tiene efectos muy positivos en los resultados que se obtienen. Es decir, que debemos saber por qué lo estamos haciendo. El estudio estaba enfocado en cómo lograr un mayor rendimiento en los estudios, pero se puede aplicar a cualquier otro campo de nuestra vida, sobre todo en lo que a los propósitos más comunes se refiere: hacer ejercicio, adelgazar, dejar de fumar o aprender algo nuevo.

Cigarrillo

Los expertos de Stanford aseguraban que los estudiantes generalmente estudian sin ponerse antes a pensar. No elaboran una estrategia, ni entienden por qué están empleando cada recurso y, la mayoría de ellos, no planifican cómo quieren aprender de forma eficiente.

Para evitar esta circunstancia, propusieron realizar un breve test de cuestiones metacognitivas en el que debían escribir el resultado que esperaban obtener, la importancia que tendría esto en su vida y la probabilidad que preveían que tendrían de conseguir este resultado. A continuación, debían reflexionar sobre la prueba a la que deberían enfrentarse y qué recursos necesitarían.

Pues bien, gracias a este sistema, lograron una motivación extra para mejorar sus resultados y así quedó reflejada en la nota final de los alumnos que fueron objeto del estudio, pues obtuvieron mejores calificaciones que los que no hicieron el test metacognitivo.

Siguiendo este consejo, hay que ponerse manos a la obra. En primer lugar, delimitar cuáles son los propósitos que uno quiere llevar a cabo en 2020, siempre con realismo. Se deben apuntar y reflexionar por escrito por qué son importantes para nosotros, que esperamos conseguir con ellos y cuál es la estrategia que queremos llevar a cabo para lograrlo.

Adelgazar

También hay que ver con qué ayuda contamos para conseguirlo: amigos, familia o alguna cuestión que nos motive por una razón en concreto. Una vez tengamos esto claro, hay que elaborar un calendario con sentido común, reflejando en cuánto tiempo se quiere lograr y cómo se va a estructurar el tiempo para que tenga sentido en nuestra vida. Y después, a esperar la llegada de 2021 para ver si lo hemos conseguido.