El Alzhéimer, el tipo de demencia más común, es una enfermedad cruel que cada vez más catalanes sufren, al aumentar la esperanza de vida y llegar más personas a edades avanzadas. De tipo neurodegenerativo, el alzhéimer afecta gravemente a las habilidades del cerebro como el pensamiento y la memoria, hasta el punto de perder la capacidad de razonar, aprender, hacer tareas diarias, orientarse, hablar y, llegado a cierto punto, hace el paciente totalmente dependiente. Más de 50 millones de personas en todo el mundo afectadas de alzhéimer, de acuerdo con los datos de la fundación Alzhéimer Catalunya, y en Catalunya son unas 50.700, según el Departament de Salut. Coincidiendo con el Día Mundial de la enfermedad, los neurólogos avisan de que ahora empieza una nueva era crucial para tratarla, coincidiendo con la aparición de nuevos fármacos que dan esperanza a los pacientes.

En Catalunya, se diagnosticaron el año pasado 8.914 casos de Alzheimer, 3.113 en hombres y 5.801 en mujeres, de acuerdo con los datos del Servei Català de la Salut. De hecho, el número de mujeres que sufren la enfermedad casi triplica el de los hombres: en Catalunya había en 2024 unas 36.055 mujeres afectadas, por los 14.676 hombres. También es cierto que su esperanza de vida es más alta —86 años ellas; y 80 ellos, en Catalunya, según Idescat—. ¿Cuáles son los principales factores de riesgo del Alzhéimer? La edad avanzada —habitualmente, los afectados empiezan a presentar síntomas a partir de los 65 años—, el género, la lotería de los factores genéticos y hereditarios, el síndrome de Down y el traumatismo craneal. Así lo apunta el Departament de Salut catalán. Sin embargo, también hay factores de riesgo que sí que podemos controlar: la Organización Mundial de la Salud recomienda la actividad física, dejar el consumo de alcohol, una buena alimentación y controlar afectaciones como la hipertensión, la diabetes y la dislipemia o la depresión.

Los nuevos fármacos y diagnósticos: un cambio de paradigma

A pesar de la prevalencia de la enfermedad, los expertos avisan de que estamos ante un cambio de paradigma. Los neurólogos catalanes esperan empezar a administrar en los próximos meses los dos primeros fármacos aprobados que ralentizan la progresión del Alzhéimer cerca de un 30%. Son el lecanemab, que desde abril cuenta con la autorización de la Comisión Europea y ahora está pendiente de los trámites estatales, y el donanemab, que ya tiene la luz verde de la Agencia Europea de Medicamentos y sigue el mismo camino. Asimismo, se avanza en tratamientos y biomarcadores para detectar la enfermedad de manera precoz. Estos avances en biomarcadores han permitido mejorar el diagnóstico y la ciencia ahora busca como evitar la aparición de la enfermedad cuándo el cerebro empieza a presentar lesiones. De hecho, en Catalunya, un reciente estudio del equipo de investigación del Hospital de Bellvitge ha presentado un primer análisis de sangre con capacidad de anticipar la progresión de la enfermedad de Alzheimer, aportando información clínica crucial para el paciente. Por todo ello, los neurólogos se muestran "fundamentadamente optimistas" y hablan ahora de una "nueva era" para el Alzhéimer, con sus consiguientes retos.

"El Alzhéimer puede ser irreconocible dentro de unos cinco años desde el punto de vista de cómo lo tratamos y cómo lo prevenimos", ha afirmado el jefe del grupo de Neurobiología de las Demencias del Institut de Recerca Sant Pau, el doctor Juan Fortea, en un encuentro con los medios con motivo del Día Mundial de esta enfermedad. Coincide plenamente el director del servicio de neurología del hospital, el doctor Albert Lleó, que apunta en declaraciones recogidas por la ACN al cambio de paradigma que suponen los nuevos medicamentos. Después de décadas buscando como cambiar el curso del Alzhéimer, han llegado los primeros resultados positivos y actualmente hay 138 medicamentos en investigaciones activas de esta enfermedad. "Estamos en un punto similar al de la esclerosis múltiple hace 30 años o en el del cáncer con las primeras quimioterapias", señala Lleó, haciendo referencia a estas enfermedades que en las últimas décadas han cambiado enormemente el pronóstico para muchos pacientes.

 

No hay un cura, pero sí esperanza para los pacientes futuros

Sin embargo, todavía falta mucho camino para la prevención secundaria, es decir, como evitar que una persona con acumulación de unas determinadas proteínas en el cerebro acabe desarrollando Alzhéimer. Asimismo, los expertos avisan de que estos medicamentos nuevos no son una cura: están indicados para pacientes en las fases más iniciales de la demencia, pero no para cuando la enfermedad ya se encuentra avanzada. Además, los neurólogos calculan que solo un 15% de las personas que se encuentren en estas fases iniciales podrán recibir el lecanemab, ya que varios tipos de contraindicaciones excluirán a los otros pacientes. La aparición de estos fármacos también ha ido acompañada de controversia por los efectos secundarios, la relación entre riesgos y beneficios y el coste. Con todo, los especialistas de Sant Pau aseguran que los resultados de los medicamentos son robustos y que Europa no se puede quedar atrás, dado que en los Estados Unidos ya están presentes. La ralentización del deterioro cognitivo del Alzhéimer en un 30% se traduce fundamentalmente en tiempo ganado, con más calidad de vida y autonomía de los pacientes, apuntan los neurólogos.

En el hilo, un reciente estudio centrado en Catalunya, de hecho, avisaba que la falta de tiempo a la consulta como principal barrera en el diagnóstico precoz del Alzhéimer. Eso ahora podría cambiar: medicamentos como el lecanemab requerirán que, para poder optar, los pacientes se tengan que hacer varias pruebas, como diagnósticos con biomarcadores, evaluaciones neuropsicológicas, resonancias magnéticas y un estudio genético. En caso finalmente de poder recibirlo, el tratamiento se tendrá que administrar cada dos semanas en el hospital de día por vía intravenosa, hecho que comportará mucha más actividad hospitalaria, y hará falta un control de estos pacientes con visitas y resonancias magnéticas. "Pasaremos de visitar a un paciente uno o dos veces el año a hacerlo 24 o 30 veces", ha apuntado el doctor Fortea, que al mismo tiempo ha avisado de que eso supondrá una carga de trabajo más importante por los centros sanitarios y se acabará convirtiendo en una cuestión de necesidad de personal.

Aparte de la cuestión biológica: como siempre, el código postal

Los avances médicos dan una cerilla de esperanza a los pacientes y sus familias, que no solo tienen que experimentar los estragos crueles de la enfermedad en ellos mismos o verlos en sus seres queridos, sino que tienen que hacer frente a los costes que ello supone. Y es que, como avisan los médicos o entidades expertas como la Fundación Pasqual Maragall, esto también va de código postal. La fundación que lleva el nombre del histórico alcalde de Barcelona y president de la Generalitat afectado de Alzheimer avisa de que las demencias y especialmente el Alzhéimer generan un coste económico anual de 42.000 euros por término medio en la persona diagnosticada, que puede llegar a 77.000 euros en fases avanzadas. De eso, el 86% del coste recae sobre la familia del paciente. En este sentido, denuncian "el insuficiente apoyo institucional y la sobrecarga que asumen a las personas cuidadoras", a menudo sin la formación necesaria para gestionarlo.

Asimismo, uno de los grandes desafíos que plantean los primeros fármacos y tratamientos es acceder a ellos. El lecanemab está pendiente ahora de la negociación del precio y de la financiación en el Sistema Nacional de Salut, trámites que suelen alargarse un año. Los neurólogos confían en que el año que viene ya puedan administrarlo, pero puntualizan que, antes de que acabe 2025, algunos pacientes ya lo podrían recibir a los hospitales privados o bien a los públicos a través de programas muy restringidos. Asimismo, los expertos del Sant Pau señalan que ya existe actualmente un factor de desigualdad en torno a la enfermedad: "Depende del hospital dónde seas atendido, te pueden hacer unas pruebas o no. No tenemos una ruta de pacientes unificada". Investigadores, clínicos, familiares y asociaciones piden acelerar el proceso para que el fármaco llegue a los pacientes. "¿Nuestro sistema tendrá que asumir que una de las enfermedades más prevalentes y letales no tenga tratamiento en la pública? Sería un cambio de paradigma que no creo que la sociedad esté dispuesta a aceptar", avisa Fortea.