Es un fastidio recordarlo en estas fechas, pero lo cierto es que el alto consumo de azúcares que realizamos en Navidad, nos pasa factura. Y no solo en la báscula con unos kilos de más, sino también psicológicamente. Así lo demuestra un nuevo estudio realizado por un equipo de expertos de la Universidad de Kansas en el que se apunta a que la ingesta de tanto azúcar añadido puede desencadenar una serie de procesos metabólicos, inflamatorios y neurobiológicos en nuestro cuerpo relacionados con enfermedades depresivas.

La investigación ha sido publicada en la revista Medical Hypotheses y señala que en esta época del año se produce una tormenta perfecta para desarrollar una depresión. La disminución de las horas de luz, las alteraciones de la rutina y el patrón de sueño que llevamos a cabo en estas fechas y el alto consumo de azúcar afectan negativamente a la salud mental, según los investigadores. 

Turrón

Generalmente, en invierno, se suelen desencadenar más procesos depresivos. Y claro, como el azúcar tiene un efecto inmediato de elevación del estado de ánimo y en las navidades estamos rodeados, muchas personas suelen actuar desarrollar una conducta compulsiva frente a estos alimentos. Lo que ocurre es que, en dosis altas, aunque a corto plazo produzcan un subidón, a medio y largo empeoran el estado de ánimo, reducen el bienestar, elevan la inflamación en el organismo y alteran el metabolismo.

Los expertos llevaron a cabo una amplia revisión de investigaciones sobre los efectos fisiológicos y psicológicos del consumo de azúcar añadido en la dieta en Australia y China. Durante el proceso, encontraron que la inflamación es el efecto fisiológico más importante del azúcar en la dieta, relacionado con la salud mental y el trastorno depresivo. Un amplio número de personas con depresión tienen altos los niveles de inflamación sistémica. Y aunque, cuando pensamos en la enfermedad inflamatoria se nos vienen a la cabeza patologías como la diabetes o la artritis reumatoide, lo cierto es que está más relacionada con la depresión de lo que pensamos. Las hormonas inflamatorias pueden provocar un estado de depresión severa. Y los azúcares agregados tienen un efecto proinflamatorio en el cuerpo y el cerebro.

Dulces

Además, los expertos han identificado el impacto del consumo de azúcar en el microbioma intestinal como otra posible causa del desarrollo de la depresión. Al parecer, algunas de las bacterias de esta parte de nuestro organismo crecen cuando se incrementa el consumo de azúcar y propician una mayor producción de hormonas que empujan al cerebro a un estado de ansiedad, estrés y depresión. Los expertos creen que el remedio es realizar una dieta mínimamente procesada rica en alimentos de origen vegetal y ácidos grasos omega 3 para un beneficio psicológico óptimo. Y consumir azúcar con moderación.