La Universidad de Yale ha llevado a cabo un análisis en Estados Unidos, aún en fase de estudio, que ha concluido que a mediados de mayo los pacientes blancos representaban una mayor proporción de diagnósticos de la COVID-19 que otros grupos raciales en Estados Unidos. De la misma forma, también apunta a que los pacientes de la comunidad afroamericana están muriendo a un ritmo mucho más alto que el resto de la población.

Aunque todavía queda mucho para evaluar todos los datos de los que se dispone, la información que se ha ido recopilando de forma científica arroja una imagen preocupante: los estadounidenses negros están siendo los más afectados por la pandemia, junto con las comunidades latinas, las poblaciones indígenas y otros grupos minoritarios.

Mujer negra mascarilla (1)

En concreto, y según los datos de Yale, los estadounidenses de raza negra tienen hasta 3 veces más probabilidades de morir por la COVID-19 que los estadounidenses blancos. Las personas de origen latino tienen casi el doble de probabilidades de morir de la enfermedad, en comparación con las personas blancas. Y no son los únicos en concluir esto. Un informe emitido por el laboratorio de investigación no partidista American Public Media (AMP) a finales de mayo también arrojaba resultados similares, concretamente que la tasa de mortalidad general más reciente de la COVID-19 para los afroamericanos es 2,4 veces más alta que la tasa de blancos y 2,2 veces más alta que la tasa de asiáticos y latinos.

En ambos casos, los datos son una media y varían sustancialmente entre los estados. Si bien algunos no tienen disparidades demostrables, en otros estados las comunidades blancas y latinas se enfrentan un riesgo de muerte de 5 o 10 veces mayor que los de raza blanca. Por ejemplo, según el informe de la AMP, en Kansas, los residentes negros tienen 7 veces más probabilidades de morir que los residentes blancos, mientras que en Washington D.C., la tasa entre los negros es 6 veces más alta que la de los blancos. En Missouri y Wisconsin, es 5 veces mayor.

Joven mascarilla (1)

Por lo tanto, la evidencia revela las enormes disparidades y la realidad de que la COVID-19 está afectando desproporcionadamente a las personas negras en los Estados Unidos, que siguen muriendo a un ritmo alarmante. Los expertos sostienen que esto no hace más que confirmar que existe en el país un racismo sistémico que se traduce en unas peores perspectivas de salud para aquellas persona que pertenecen a las comunidades de color, los latinos y otros grupos étnicos minoritarios. El nuevo coronavirus está actuando como una especie de lupa, advierten, que pone de manifiesto lo que ya ocurre con otro tipo de enfermedades desde hace décadas y que se traduce en las personas negras en Estados Unidos y los nativos americanos viven vidas más cortas que el estadounidense medio.