Según la Organización Mundial de la Salud, el movimiento antivacunas es una de las diez principales amenazas sanitarias del mundo. Lo cierto es que, aunque la mayor parte de las personas cumplen con su calendario de vacunación, su uso sigue despertando controversia entre algunos sectores de la población, que las perciben como un peligro para la salud cuyo uso está promovido por las farmacéuticas que ganan miles de millones de euros con su venta en todo el mundo.

Es importante señalar que una vacuna tiene un virus que activa nuestro sistema inmune para preparar la protección contra el patógeno en el futuro. Pero también hay otros ingredientes como la gelatina, timerosal y polisorbato 80 o incluso el aluminio, cuyo uso no parece estar tan claro.

Vacunas

Las vacunas que incorporan bacterias o virus vivos se denominan vacunas vivas atenuadas. El patógeno se debilita para evitar que cause la enfermedad, pero aún puede provocar una fuerte respuesta inmune. Pero algunas personas, que tienen un sistema inmune debilitados, pueden contraer las enfermedades, por lo que algunas vacunas usan una versión inactiva que pueden tomar la forma de bacterias o virus enteros que han sido eliminados.

Además del ingrediente activo, las vacunas contienen los llamados excipientes, que son conservantes y estabilizadores, restos de ingredientes utilizados para producir la vacuna y los adyuvantes, que son compuestos que fortalecen las mismas provocando una respuesta inmune más fuerte. Ejemplos de adyuvantes son componentes aislados de bacterias y ADN sintético. Y también el aluminio, en forma de sal de aluminio, que se presenta en una variedad de vacunas porque aumenta la producción de anticuerpos. Tiene un uso generalizado, aunque algunos estudios han señalado el riesgo de que pueda causar daños al sistema nervioso y promover la autoinmunidad

Pero no todos están de acuerdo, y un estudio publicado en la revista Vaccine concluyó que “las exposiciones episódicas a las vacunas que contienen adyuvante de aluminio siguen teniendo un riesgo extremadamente bajo para los bebés y que los beneficios de usar vacunas que contienen adyuvante de aluminio superan las preocupaciones teóricas”.  Otro ejemplo de un adyuvante es el escualeno, un aceite natural de hígado de tiburón purificado. Aunque su uso también había despertado suspicacias en la comunidad científica, la Organización Mundial de la Salud concluyó en 2006 que estos temores eran infundados

Las vacunas también usan excipientes como el timerosal, un conservante utilizado en vacunas multidosis. Su función es acabar con las bacterias y hongos que pueden contaminar una vacuna. El problema es que contiene aproximadamente un 50% de mercurio. Pero según los estudios, esta cantidad equivale a lo que contiene una lata de atún, por lo que su riesgo es mínimo. La gelatina es un estabilizador utilizado para proteger el ingrediente activo y suele proceder de la grasa del cerdo.

Vacunación

Otros estabilizadores usados son el edulcorante sorbitol y las moléculas de azúcar sacarosa y lactosa, así como el polysorbate 80, un emulsionante utilizado en la industria alimentaria. En las vacunas, ayuda a otros componentes a permanecer solubles. Pero su contenido en las vacunas es muy bajo, por debajo del umbral donde puede causar toxicidad.

Teniendo en cuenta que, según la OMS, las vacunas previenen entre 2 y 3 millones de muertes cada año en todo el mundo y los efectos secundarios graves tienen una incidencia muy baja, parece claro que el uso de las mismas sigue siendo uno de los grandes avances de la ciencia.