Desde que la carrera de JxCat y Laura Borràs a la presidencia de la Generalitat se puso en marcha el viernes pasado, Quim Torra no ha aparecido ni una sola vez en la campaña electoral. Desde su despacho de la señorial Casa Solterra de Girona, el último inquilino de la presidencia de la Generalitat ha contemplado el inicio de la campaña desde la distancia y sin hacer ni siquiera un tuit sobre el devenir del pulso por las urnas.

No intervino en el mitin coral con que decenas de candidatos hicieron la tradicional -y esta vez telemática- pegada de carteles por todo el territorio el jueves por la noche; tampoco estuvo presente el sábado en el primer acto que reunió a los presos políticos de JxCat, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Quim Forn, con el presidente del partido exiliado en Waterloo, Carles Puigdemont; tampoco ha participado en ninguno de los mítines que cada noche ha ido convocando Junts.

Papel institucional

Desde JxCat se argumenta de que Torra quiere preservar su papel institucional como expresident. Tanto es así que ni siquiera se ha hecho militante del partido desde que JxCat se constituyó como tal con el congreso que se clausuró el pasado mes de octubre.

Desde el entorno del expresident se subraya, además, la voluntad de mantener una posición "más transversal" para ayudara a rehacer puentes dentro del independentismo en un momento especialmente convulso de la política catalana. Tampoco falta entre las explicaciones un argumento más práctico, sobre la voluntad de dar ejemplo tras el llamamiento que lanzó Torra sobre la necesidad de minimizar los desplazamientos en esta campaña en plena pandemia.

El resultado es que el último president de la Generalitat y el primero nombrado bajo las siglas de JxCat ha estado hasta ahora del todo ausente de la campaña si no fuera por las alusiones en los mítines de los intervinientes. En particular por parte de la presidenciable, Laura Borràs, que a menudo recuerda el papel que Torra asumió durante la pandemia reclamando el confinamiento de Catalunya que finalmente el gobierno español tuvo que acabar activando semanas más tarde.

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Laura Borràs y Quim Torra, en una imagen de archivo / Sergi Alcàzar

Incursión prevista

El expresident ha asumido esta distancia con la campaña a pesar de la estrecha relación que mantiene con Laura Borràs desde que al constituirse el Parlament después del 21-D compartieron despacho en la Cámara -la llamada war room que también ocupaba Francesc Dalmases y en la cual era visita habitual el vicepresidente del Parlament, Josep Costa-. De hecho, a partir del momento en que Torra fue nombrado jefe del ejecutivo, esta complicidad de los miembros del war room se mantuvo, y Borràs se acabó convirtiendo en la figura que constantemente estaba al lado del president y una de las personas de máxima confianza.

La intención es que el que ha sido el último president de la Generalitat, antes de que el cargo quedara vacante a raíz de su inhabilitación, acabe entrando en la campaña para apoyar a Borràs. No se ha concretado ni el cómo ni el cuándo, pero se da por descontado que acabará asumiendo más protagonismo en el último tramo. De momento, sin embargo, la ausencia y el silencio, es absoluto.

Se trata, además, de una campaña que no esconde la autocrítica sobre la gestión esta legislatura del Govern de JxCat y ERC. Borràs admitía esta mañana en rueda de prensa que "las cosas no se han hecho suficientemente bien", mientras que el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, reconocía en una entrevista en ElNacional que ha habido falta de liderazgo.

 

En la imagen principal, el president Quim Torra / ACN