El procés quizás no se ha acabado, pero es innegable que está congelado. La falta de estrategia unitaria, que hace más de cinco años hizo posible el referéndum del 1 de octubre del 2017, hace ahora imposible una ruta clara hacia la declaración de independencia. Y, lejos de encontrar solución, la crispación y la división entre los actores se incrementa semana tras semana: la unidad mostrada aquel 19 de enero frente a la provocación de Pedro Sánchez y Emmanuel Macron con la cumbre hispanofrancesa en Barcelona tan solo fue un espejismo en un contexto más amplio marcado por la ruptura del Govern tras la salida de Junts el pasado octubre, las diferencias con la reforma del Código Penal, y ya esta semana el acuerdo de ERC con el PSC y los comuns para aprobar los presupuestos.

Para intentar descoyuntar una situación de inmovilismo que ya hace mucho tiempo que dura, la Assemblea Nacional Catalana intentó encontrar una solución en la última hoja de ruta, un documento que sirve para "guiar y facilitar la programación y acción" de la entidad. El texto incluía un apartado en el cual lamentaba que el frente político e institucional del independentismo "se había diluido en el autonomismo", y acusaba a los principales partidos independentistas, sin nombrarlos, de no respetar la voluntad de sus electores. "Nos hemos dejado condicionar por el voto útil a los partidos hegemónicos", señalaba. La reacción en ningún caso podía pasar para convertir la ANC en una formación política, pero sí que planteaba el impulso de una lista cívica, "independiente de partidos", de cara a las próximas elecciones en el Parlament y así poder hacer la independencia".

La hoja de ruta, que incluía la propuesta de la lista cívica, quedó aprobado el pasado mayo por los socios de la entidad con un 96% de votos favorables de entre 4.275 electores, evidenciando el amplio apoyo de las bases. De hecho, un miembro del anterior Secretariado Nacional de la ANC (el órgano directivo) explica a ElNacional.cat que el texto en lo referente a la cuarta candidatura surgido desde la ejecutiva "no era tan claro" sobre esta herramienta electoral. Entonces llegaron las enmiendas que debatieron las asambleas territoriales: y solo quedaron en pie aquellas en que reforzaban la lista. "Hubo una doble validación", señala la misma fuente. "Primero se tumbaron las enmiendas que querían eliminar la referencia a la lista cívica, y después los socios aprobaron la hoja de ruta con casi el 100% de apoyos".

Derrota por sorpresa de Dolors Feliu

También hay apoyos de figuras relevantes. La presidenta Dolors Feliu, en una entrevistaElNacional.cat tras ser proclamada presidenta de la entidad, se mostraba optimista con la candidatura y la situaba como una posible "vía de salida" a la situación de inmovilismo. "Hay un espacio que los partidos están abandonando, que es el espacio de hacer y no solo decir un proyecto para la independencia. Y es aquí donde esta lista cívica tendría sentido", añadía. La expresidenta de la ANC Elisenda Paluzie también tanteaba con la propuesta en otra entrevista a este diario, eso sí, con más reserva. "Primero se tiene que analizar bien si una lista de este tipo, formada por activistas y gente no atada a la política profesional, puede sumar o no", indicaba, advirtiendo que estaba todavía "demasiado verde" y se tendría que "trabajar con tiempo" para ver si podría funcionar.

Un apunte que también tiene en cuenta la cúpula de la entidad independentista. Con el espíritu de empezar a estudiar ya la opción de una cuarta candidatura, y vista la posibilidad realista de unas elecciones al Parlament que podrían llegar antes de agotarse la legislatura en 2025, el Secretariado Nacional de la ANC organizó el último sábado de enero un plenario extraordinario centrado específicamente en la lista cívica. La intención, a partir de una propuesta encabezada por Dolors Feliu y Uriel Bertran, era organizar un grupo de trabajo que abordara la cuestión. Pero, con cierta sorpresa, la iniciativa quedó rechazada por la mínima.

Con 28 votos a favor y 29 en contra, una mayoría de los miembros del Secretariado Nacional se plantaban y cerraban la puerta en los planes de la presidenta y el futuro vicepresidente. Al día siguiente lo confirmaba la ANC en un comunicado en el cual admitía que los dirigentes habían rechazado trabajar, "por ahora", la lista cívica. A pesar del revés, el debate continuaría a través de las comisiones, las asambleas territoriales y las bases, pasando así la pelota de la decisión final a una consulta de los socios. En todo caso, aseguraba, el compromiso de la entidad con la candidatura electoral era todavía "del todo vigente", después de un plenario extraordinario que había generado un debate "rico e intenso".

Acusaciones cruzadas

Quizás incluso demasiado. Solo dos días después, Josep Pinyol, secretario nacional (y segundo por la derecha en la fotografía de cabecera) publicaba un artículo en su blog personal bajo el título 'La intervención que no pude hacer al Secretariado Nacional'. En él, culpaba a Dolors Feliu de haber "retorcido los Estatutos" para impedir un punto de debate sobre la lista cívica, así como una enmienda a la totalidad que habían presentado "más de veinte" miembros de la dirección. Además, la acusaba de haberse proclamado "ella misma" presidenta del Plenario y "destituir a la persona designada previamente" para intentar silenciar la oposición. En el texto, Pinyol reivindicaba las movilizaciones como la "gran arma" de la entidad, y situaba la lista cívica como deseable siempre que fuera "de amplio espectro" con la complicidad de las otras entidades del mundo independentista. Por lo contrario, lamentaba que el proyecto electoral respondía a una "visión estrecha" por parte de la ANC, que no contaba con el resto de actores ni explicaba "cómo conseguirán sus diputados que se haga efectiva la independencia". "Si no rectificamos, se repetirá la gran decepción de la victoria del 52%", alertaba.

No ha sido el único que ha criticado las formas de aquel plenario. Según explica a ElNacional.cat una fuente conocedora, durante la jornada se encararon dos visiones: los que defienden "la movilización por la movilización" en que se enmarca Pinyol; y los que reivindican la lista cívica como revulsivo, pero sin un análisis "bien hecho" de la situación. En este segundo ámbito se encuentran Dolors Feliu y Uriel Bertran, que están "obsesionados" con la candidatura, según la misma fuente. Para él, el comportamiento de la presidenta fue de "cacicada" al acabar imponiéndose como jefa de Mesa de la sesión plenaria cuando le tocaba a otro secretario nacional más próximo a Pinyol y que "fácilmente habría aceptado la enmienda a la totalidad". "Como jurista, Feliu consiguió dar la vuelta con un argumento, todo el mundo quedó descolocado y ya presidía", asegura. Y a partir de aquel momento ya tenía todo el control de la sesión. Si en la votación final se impuso el colectivo contrario a crear un grupo de trabajo no es porque la lista cívica genere el rechazo de una mayoría de secretarios, sino por "las formas" de Dolors Feliu, concluye. Un comportamiento que incluso fue uno de los detonantes en la dimisión de una dirigente de la ANC, Mònica Batalla, el pasado jueves.

Pero ni mucho menos todo el mundo lo ve así. Un miembro del actual Secretariado Nacional, y que estuvo presente el día de la votación, explica a ElNacional.cat que la presidenta no actuó "en ningún momento" de forma autoritaria, como otras voces han acusado, sino que llegó a encabezar la Mesa "siguiendo el reglamento" interno de la entidad. De hecho, esta persona mantiene que los críticos tienen siempre el derecho a decir "lo que quieran", sin riesgo de ser censurados. Pero que es este colectivo el que se comporta mal, con "actitudes de filibusterismo" intentando alargar los plenos y obstaculizando el debate. En aquel pleno, los contrarios a la lista cívica, como Josep Pinyol, presentaron "propuestas reiterativas". "Y cuando no se aceptan unos argumentos repetitivos, se hacen los ofendidos y dicen que se está siendo autoritario", lamenta. "No le diría crisis interna, pero hay algunas personas que solo quieren encerrarnos en círculos viciosos". Detrás, señala, podría haber intereses partidistas. Y lo cierto es que una cuarta candidatura independentista difícilmente puede tener el apoyo de ERC, Junts o la CUP.

Una tensión lejos de apaciguarse

La presidenta de la ANC también se ha distanciado de las críticas de los contrarios a la lista cívica. En una rueda de prensa la semana pasada, Dolors Feliu admitía que durante aquella sesión plenaria se había vivido "mucho debate" y "posiciones contrapuestas", pero rechazaba las acusaciones contra sus formas, afirmando que no había "tergiversado" nada. Y cerraba filas con la lista cívica. "Soy muy optimista. Es una propuesta muy esperanzadora para conseguir la independencia", defendía. En todo caso, la responsabilidad de la candidatura electoral recaerá sobre las bases de la entidad, que en el pasado ya han evidenciado un apoyo abrumador por la propuesta. Pero eso posiblemente no será suficiente para enterrar el hacha de guerra de los 68 miembros del Secretariado Nacional. La Conferencia Nacional del Movimiento Civil Independentista (prevista a marzo y que ya ha generado críticas de algunos miembros), y el posicionamiento de la entidad con respecto a las elecciones municipales (con una hoja de ruta que habla de denunciar los pactos con partidos españolistas), podrían encender la próxima chispa.