Susana Martínez Heredia (Sant Adrià del Besós, 1991) se convirtió en las elecciones de mayo del año pasado en la primera mujer gitana que consigue un escaño en el Parlament. Antes de entrar en política de la mano del PSC, estudió Economía en la UB, cursó un máster en asesoría y gestión tributaria en Esade gracias a una beca talento, y ganó su plaza como funcionaria en la conselleria de Drets Socials. Asegura que no ha sido fácil, pero que ha querido aprovechar las oportunidades que no tuvieron sus padres; y admite que a lo largo de este recorrido ha sentido los prejuicios, pero les atribuye al desconocimiento por la invisibilización que sufre el colectiu gitano en espacios donde todavía no están presentes. La diputada, que a las últimas elecciones municipales también figuró en las listas del PSC por Sant Adrià del Besós, es vecina del barrio de La Mina, donde creció y donde ahora viven sus hijos, y reivindica el barrio que, asegura, se está abriendo al mundo.

¿Qué representa ser la primera diputada gitana del Parlament?
Un gran avance en esta lucha por la igualdad, no solo de representar en este caso al pueblo gitano, sino al conjunto de la sociedad, que es uno de los grandes retos que tenemos.

¿Y cómo ha sido su recorrido para llegar hasta aquí, como mujer y como gitana?
Mi trayectoria siempre ha estado enfocada a poder aprovechar las oportunidades que mis padres no tuvieron. Me siento privilegiada de estar aquí, también de las oportunidades que he recibido a lo largo de mi vida. Pero, la verdad es que no ha sido un recorrido fácil ni rápido. No ha sido fácil, porque cuando tienes que salir de tu zona de confort, de tu barrio, a veces puedes sentir que puede haber miradas de desconfianza que te reducen al prejuicio. Y sabes que de entrada quizás tienes que hacer un esfuerzo mayor por demostrar la realidad de las personas gitanas, que también tenemos sueños, que son compartidos con el conjunto de la ciudadanía; para demostrar que somos mucho más de lo que a veces se nos ve o como se nos visibiliza. Pero tambíen es cierto que he sido muy privilegiada y lo he tenido mucho más fácil que mis padres, que no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela.

A veces ha sido inevitable escuchar prejuicios, pero no me lo he tomado como nada personal, sino que llegamos a espacios donde no estamos todavía representados o visibilizados

Usted estudió en la Universidad de Barcelona, es máster por Esade, consiguió la plaza de funcionaria... ¿Ha sufrido racismo a lo largo de estos años?
A veces ha sido inevitable escuchar ciertos comentarios que traducen el prejuicio, pero yo siempre me lo he tomado, no como nada personal, sino como una situación que sufrimos cuando llegamos a espacios donde no estamos todavía representados o visibilizados o incluidos con normalidad; y lo he entendido como fruto del desconocimiento que hay sobre el pueblo gitano, sobre las mujeres gitanas. Era una oportunidad para explicar nuestra realidad, desde la proximidad. Y siempre ha dado un resultado muy positivo. No me quedo con la anécdota de estos comentarios que hemos sufrido en ciertos espacios, sino que con todas las aportaciones que me han dado estar en la universidad, en lugares de trabajo donde he estado. La llegada a estos sitios también te da la oportunidad de abrir puertas y que estas puertas queden abiertas para todas las generaciones que vendrán detrás.

¿Y el Parlament, cómo ha sido la llegada? ¿En una cámara donde hay representantes de partidos como Vox o Aliança Catalana?
Bien nuestro modelo de hacer política no es hacer política desde el miedo, sino aportando soluciones a los retos que tenemos como sociedad. Si hay otras fuerzas parlamentarias con otro modelo político totalmente antagónico, no entramos. Sería desperdiciar y de alguna forma no cumplir con lo que espera la ciudadanía de nosotros.

La Mina se ha abierto al mundo, tiene mucho a decir. Tenemos que visibilizar el barrio desde la realidad, no desde hechos puntuales, aislados

Usted es del barrio de la Mina. ¿Ha cambiado mucho este barrio desde allí dónde usted creció? Últimamente ha aparecido en los medios de comunicación por situaciones conflictivas...
A nivel urbanístico ha sido una transformación evidente. El barrio se ha abierto a todo el entorno. Tenemos ahora la universidad al lado, un gran centro comercial, tendremos también cerca Media City, que esperamos que sea un entorno que atraiga también talento, innovación, en el terreno de los videojuegos y de refencia del audiovisual, y por lo tanto, el barrio se ha abierto al mundo, tiene mucho a decir en Catalunya. Con respecto a la transformación social también ha habido avances, se han hecho muchos esfuerzos. Sin embargo, la transformación urbanística es más fácil de alcanzar que una transformación social, porque la transformación social a veces está supeditada también a los ciclos económicos. Tenemos que seguir invirtiendo en servicios públicos de calidad que lleguen a todo el mundo.

Aunque La Mina dice que se ha abierto al mundo sigue arrastrando un cierto estigma. Además, últimamente han aparecido noticias sobre enfrentamientos y conflictos, incluso la consellera Núria Parlón montó un equipo de seguimiento...
Tenemos que hacer todos una tarea de visibilizar el barrio desde la realidad. Lo que no nos podemos quedar es en generalizar un hecho puntual, aislado, como si fuera la normalidad en el barrio.

La comunidad gitana pide que se impulse una ley específica para combatir el antigitanismo. ¿Qué es exactamente lo que piden?
Que se actue en la línea en que ya se ha hecho desde el Congreso de los Diputados al incluir en la ley Zerolo [Ley Integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación] y también en el Código Penal el antigitanismo como una forma específica de delito de odio. En el Parlament de Catalunya, se estudiará en la comisión de estudio para un Pacto nacional contra el antigitanismo y la inclusión del pueblo gitano, que esperamos que sea un espacio participativo para las entidades más representativas del territorio, para expertos que quieran hacer una diagnosis de la situación y también para hacer propuestas para que podamos abordar políticas públicas para acabar con este antigitanismo que todavía sufrimos hoy en día.

Hay que incluir la mirada de los jóvenes en las instituciones para acabar con la desafección

Usted és, además, una de las diputadas jóvenes que ha incorporado el PSC. ¿Por qué los jóvenes no se sienten mayoritariamente llamados por la política y ven a tanta distancia todo lo que es el debate político?
Quizás hay servicios públicos que no han dado respuesta los últimos años a las necesidades de los jóvenes y, cuando no hay soluciones, quizás coges el discurso de buscar quién es el culpable. Nosotros, como he dicho antes, no hacemos política desde el miedo, queremos buscar soluciones a los problemas. Además, no podemos generalizar que todos los jóvenes sienten desafección. El PSC cuenta con la voz de los jóvenes y están muy implicados para introducir sus demandas a través de, por ejemplo la oficina parlamentaria. Además, en las instituciones tenemos un gran número de jóvenes tanto en el Parlament, en el Congreso, en el Senado y en muchísimos municipios donde ya están diseñando iniciativas legislativas, no solo en beneficio de los jóvenes, sino también en beneficio del conjunto de la sociedad con esta mirada joven que es necesaria incluirla a las instituciones para acabar con esta desafección y porque una sociedad democrática no puede dejar de escuchar la voz de una parte importante de su ciudadanía.

¿Usted qué les diría a estos jóvenes que no se sienten interpelados por el debate político, por lo que pasa en el Parlament?
Yo les diría que entiendo esta desafección, que quizás hayan podido encontrar en algún momento, en materia de vivienda sobre todo. Hay muchísimos jóvenes que no pueden acceder al alquiler o a la compra de una vivienda y, por lo tanto, es un factor de desigualdad muy importante. El objetivo de este gobierno y de nuestro grupo parlamentario es llevar a cabo las iniciativas poniendo en el centro estas necesidades que también tienen los jóvenes. Pienso que en el momento en que los jóvenes sientan que sus cuestiones están en el centro de la agenda política, esta desafección irá disminuyendo y verán como, aunque se necesita tiempo para revertir una situación compleja, sí que están en el centro de la agenda política.

¿Cree que su recorrido político y su carrera académica puede servir de estímulo para que otras jóvenes de La Mina se planteen horizontes que quizás les parecería muy complicado incluso plantearse?
Cuando estoy con otras mujeres, con otros jóvenes, me preguntan sobre todo cómo has llegado hasta aquí, porque parece que es una cuestión imposible, para mí también lo era, lo tengo que decir. Para mi abuela no, ella confiaba en que se podía transformar la sociedad. Para mi madre tampoco, no existían barreras. Aunque ellas se las encontraron, barreras aún más complicadas que las que me he encontrado yo; pero siempre ellas me querían hacer creer que no. Tenemos que asumir que en este camino ha habido muchísimas caídas por el medio, que hemos tenido momentos en que quizás hemos pensado que no llegaríamos a poder estar donde estamos hoy, y lo que intento transmitir a estos jóvenes es que nunca duden de su capacidad, que nunca dejen de apostar por sus sueños, porque con trabajo y con constancia finalmente se llega. Uno siempre tiene que creer en sus capacidades.

No todas se encontrarán con la abuela o la madre que transmita esta ambición...
Nunca he encontrado respuesta a cómo una persona como mi abuela que no sabía leer ni escribir, que no fue a la escuela ni un día, que no tenía recursos económicos para poder hacer frente al día, como tenía esta capacidad, esta visión, esta confianza en saber que las cosas se podían cambiar. A mí no dejar de sorprenderme. Para el mundo, mi abuela era una analfabeta, pero la verdad es que tenía una sabiduría que muchas veces los que hemos estudiado no tenemos, si no es porque que nuestras abuelas, a quien les faltaron estas oportunidades, nos han transmitido esta visión y esta convicción.

Tenía claro que las oportunidades que yo he recibido las tenía que devolver a la sociedad

¿En qué momento decidió que se quería dedicar a la política?
La verdad es que nunca decidí que quería estar en política como un fin en sí mismo. Sí que tenía claro que las oportunidades que yo he recibido las tenía que devolver a la sociedad. Tenía una vocación de servicio público y, a pesar de haber estudiado economía, mi salida estaba más destinada al tercer sector, porque era un espacio donde yo sentía que estos conocimientos tenían una tasa de retorno a la sociedad. Y en una última instancia, todo eso me ha llevado hasta la política, pero siempre sobre la filosofía del poder transformador de la política como un servicio público, que es su esencia. Pero no ha sido la finalidad en sí mismo de llegar a política, sino parte del camino por esta vocación de servicio público, para devolver a la ciudadanía lo que pienso que al final a la sociedad me ha aporado a mí.

Hace un año de las elecciones. Usted se esperaba que las cosas estarían como están ahora. La dificultad para conseguir estabilizar mayorías en el Parlament, sin poder aprobar presupuestos... ¿Pensaba que iría así, la legislatura?
Cuando se necesita el apoyo del resto de grupos de la cámara, nuestro grupo parlamentario asumimos la responsabilidad de dar apoyo a todas las iniciativas que sean buenas para el país, y también el resto de grupos tienen que asumir su responsabilidad, y poner en el centro las necesidades del país por encima de las necesidades partidistas. Nosotros seguimos trabajando para llegar a este consenso que necesitamos, que es bueno para todo el mundo.

Catalunya quiere seguir siendo solidaria, sin embargo, no puede ser que unos territorios tengan que soportar un esfuerzo fiscal mayor para financiar las rebajas fiscales de otros

¿Cree que se conseguirá una financiación singular para Catalunya, que es uno de los acuerdos a que llegó al PSC con Esquerra y que se tendría que concretar ahora antes del verano?
Por supuesto, se dará cumplimiento a los términos que marca el acuerdo y a los plazos. Hace un año de las elecciones y de las más de 200 medidas que hay en los acuerdos de investidura ya se ha cumplido un 27%, que es por encima de lo que se esperaba en esta fecha. Y seguimos trabajando por el nuevo modelo de financiación para Catalunya. Al final lo que tenemos que entender es que aquello que es bueno para Catalunya es bueno también para el resto de España. Catalunya quiere seguir contribuyendo, se siente solidaria con el resto territorios de España, como lo ha hecho siempre. Sin embargo, no puede ser que algunos territorios tengan que soportar un esfuerzo fiscal mayor por financiar las rebajas fiscales de otros. Por lo tanto, queremos que este nuevo modelo de financiación respete el principio de la solidaridad y de ordinalidad para tener una financiación justa. No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos. Queremos un sistema de financiación que sea justo para abordar las necesidades que tiene que abordar Catalunya para sus ciudadanos.