Cuando el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fue tumbado por segunda vez ante el Congreso en la investidura, no sólo se jugaba la presidencia de España. También su lugar como secretario general socialista. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, sería a estas alturas la posible competidora de Sánchez, quien aseguraba desde las Islas Canarias la semana pasada: “tengo una gran estima por Susana, pero es ella quien tiene que responder esa pregunta”. La cuestión es sobre los continuados rumores de si la andaluza mira a Madrid, o mantiene la máxima anunciada durante un mitin del partido en las elecciones de la Comunidad Autónoma en 2015, donde afirmaba: “el único tren que quiero coger es el de Andalucía”.

El calendario apremia a Díaz. El pasado 30 de enero, Ferraz acordó que la elección del nuevo secretario general del partido se celebraría entre los días 21 y 23 de mayo, con votación el 8 de mayo, si había más de un candidato propuestos. A esos efectos, la presidenta de Andalucía tendría que presentar sus avales entre el 15 y el 25 de abril. Como aseguró el profesor en Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, Pablo Simón, a El Nacional, las luchas del partido pueden afectar electoralmente a la formación. Es decir, que si la elección de un nuevo secretario coincidiera con el periodo de pactos de la investidura, se debilitaría la imagen de un partido en disputa. Por ello, Ferraz puede haber promovido la propuesta del cambio de fecha, como se ha conocido hoy, con el fin de calmar las aguas de la investidura y presentar al líder directamente en los nuevos comicios.

De Sevilla a Madrid

Pero para dar el salto en la arena española, Díaz contaría con pros y contras. A favor, la capacidad de haber articulado el pacto con Ciudadanos en la autonomía donde gobierna, que ha reproducido a pequeña escala con los mismos partidos en el acuerdo de su rival, Sánchez, con Albert Rivera. Eso, ante los casos de corrupción que asedian Andalucía, y donde ha salido intacta hasta el momento, pues dicho periodo no coincidió con su mandato. A favor, suma la credibilidad ante los adversarios naranjas, en un tiempo donde se aventura la necesidad de pactos en España, después de la dimisión de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, como imputados por casos de ERE. El gesto fue fruto de la presión de C's y Podemos, en una comunidad que sigue siendo el feudo socialista por excelencia y donde el partido obtuvo el mejor resultado en las elecciones del 20 de diciembre.

En contra, Díaz se encontraría con dos años y poco de mandato o la reciente inestabilidad de la autonomía, con cuatro presidentes en menos de seis años, que podría generar confusión en el electorado. Asimismo, el ascenso de Susana podría poner en peligro la gobernabilidad de la región. Según comentó el líder de C's, Juan Marín, en una entrevista en el Diario de Sevilla, la investidura de la comunidad “empezaría de cero”, ya que se firmó un pacto a la titularidad de la baronesa socialista que costó 80 días de negociaciones. Así “si se tuviera que escoger un nuevo o nueva presidenta”, indica Marín “todos los acuerdos quedarían en suspense”. El punto presionar para mantenerla fija en la actual silla, después de haber salvado el mandato del PSOE andaluz, por cuarta legislatura.

Asimismo, el PSOE andaluz carece de un segundo líder con el mismo potencial “como animal político”, como afirman los periodistas que la conocen, sería un factor de peso. “Sabe los nombres de todo el mundo, el medio de donde vienen. Es una política total”, aseguran de ella. Precisamente, Marín no niega que alguna vez habrían sido “sondeados” sobre “tal posibilidad”, que no encuentran reprobable, opinando que “sería una gran candidata”. Igualmente, cabría valorar si la andaluza mantiene los dos cargos: secretaría general y presidenta. Ella ha indicado alguna vez que le quedaban años de recorrido como líder autonómica. Pero si decidiera de dar el salto, los nombres de Juan Cornejo, secretario de Organización andaluz, o Manuel Jiménez Barrios, quien sustituyó a Susana durante su baja de maternidad, podrían ser posibles sucesores de la presidenta actual.

Dentro de la formación, también cuentan los apoyos. Algunas voces claman que “Sánchez no es Díaz”. Es decir, que Susana tiene un perfil menos maleable que el del actual secretario general socialista. Asimismo, tampoco parece tener el apoyo incondicional del exdirigente Felipe González, quien expresó que él no habría dado la cabeza de Chaves y Griñán. Es más, el exdirigente comentó que si él “fuera Susana, no se presentaría la secretaría general, ni a las próximas elecciones”. Estas palabras habrían llegado después de que se estropeara la buena relación entre Felipe y la sevillana, a pesar de que ella siempre fue de la corriente felipista. Los desequilibrios habrían venido con la advertencia del primero sobre las consecuencias de abrir frentes dentro del partido, y la cercanía en las relaciones entre Sánchez y González.

“Tú en San Telmo y yo en La Moncloa”

A pesar de sus presuntas aspiraciones para dar el salto a Madrid, Díaz no le ha abierto frentes a Sánchez en público. “Me dice que adelante, y que busque un pacto para España”, explicaba el actual secretario general, en referencia a la opinión de la andaluza durante sus primeros días como candidato propuesto por el Rey. Ella tampoco se pronunció cuando algunos barones provinciales criticaron la supresión de las diputaciones que propugna el pacto entre PSOE y C's. Ahora bien, sí amonestó a su rival durante el Comité federal de enero, donde las filtraciones revelaban que Díaz había recordado al partido que el 20 de diciembre obtuvo “el peor resultado de la historia”.

Sin embargo, el hecho no quita que Díaz no pueda guardarle recelo a Sánchez. Todavía presente tiene aquel mitin en Almería, donde él le dirigió la frase de “Tú en San Telmo y yo en La Moncloa”. Es decir, Susana gobernando la Comunidad, y Pedro, España. Precisamente, unas palabras ante las cuales, ella, “la solución andaluza”, no escondió su enfado.