El agente K47019K, a pesar de su nombre, no es un cyborg ni un Blade Runner. Es un guardia civil. Cabo primero. Un señor calvo y rapado, mediana edad, escasa altura, más bien chaparro, con barba bien afeitada... Se presenta en la sala del Supremo con traje oscuro y camisa azul cielo y un portadocumentos bajo el brazo. Se suponía que tenía que hablar del registro de la casa del secretario general de la Vicepresidència, Josep Maria Jové, de las Moleskine, del famoso Enfocats... Y poca cosa más.

Pero a la hora de la verdad resulta ser un pozo de información. Un pozo sin fondo, que responde a todos los temas que le plantea el fiscal Javier Zaragoza. Diplocat, los observadores internacionales, los anuncios de las vías, facturas de Focus, una factura de TV3, las cartas de Unipost... El hombre está en todas partes. Y donde no está, se lo ha explicado un compañero, porque son todos un equipo que investigan. Y parece que comparten mucho la información.

La primera en protestar ha sido Marina Roig, la abogada de Jordi Cuixart, para reprochar aquello que tantas veces había dejado claro el presidente de la sala, Manuel Marchena, que las preguntas no pueden desbordar el marco por el cual ha sido citado el testigo.

Pero Marchena, sin concretar ningún párrafo del artículo 708 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ha replicado que "la declaración de pertinencia es dinámica y una serie de preguntas puede conducir a la pertinencia de otras". "Si a la vista del interrogatorio surgen nuevos elementos, hay una pertinencia encadenada que es lo que justifica las otras preguntas", ha argumentado.

La abogada ha hecho constar, sin embargo, su protesta. Al igual que después la ha hecho constar Andreu Van den Eynde, que ha alertado de que las defensas se enteraban en aquel momento del ámbito del conocimiento del testigo porque no había declarado en instrucción. Esta observación ha provocado una digresión teórica de Marchena que le ha llevado a citar a Manuel Alonso Martínez, un jurista del siglo XIX y ministro de Justicia que redactó la exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882. El presidente de la sala ha advertido estremecido que aquella exposición de motivos se vería "pervertida" por la tesis del abogado. "No elimine a un testigo por el hecho de que el juez instructor no lo haya pedido", ha remachado.

Van den Eynde ha hecho constar la protesta y la cosa ha seguido adelante.

Pero el agente K47019K continuaba con su entusiasta relato, a preguntas del fiscal. Y las protestas se han repetido. De hecho, algunas las ha rebatido el mismo cabo primero.

El abogado Jordi Pina ha protestado que se estaba introduciendo una declaración practicada en otro tribunal, el 13. Marina Roig ha pedido que el testigo se limitara a las actuaciones en que hubiera intervenido. "Es fundamental que se le pregunte al testigo sobre aquello en lo que ha tenido intervención directa", ha reclamado el juez al fiscal. Y Pina ha insistido otra vez cuando el testigo hablaba de un registro en Terrassa donde no había estado. "¿Estuvo en aquel registro?", ha pedido Marchena. "No". Y de nuevo, Pina, por entender que se pedía que el testigo actuara como perito de las pruebas. El último en protestar ha sido Mariano Bergés, abogado de Dolors Bassa.

Y tanta interrupción ha empezado a cansar al presidente de la sala.

Le ha tocado pagar los platos rotos a la abogada del Estado, Rosa M. Seoane. Ante una pregunta que Marchena ha cortado por considerarla reiterativa, Seoane ha intentado argumentarla y el juez la ha cortado en seco. "No tiene cabida recurso ante la declaración de impertinencia, si es impertinente, usted no vuelve a formular la pregunta", ha estampado Marchena, generando unos instantes de silencio en que la abogada del Estado intentaba reponerse y evitar que la cara tradujera la situación.

Una pregunta -una sola- y sin ninguna trascendencia de la acusación popular ha marcado el punto y final de la mañana. El testigo ha recogido sus cosas, mientras los acusados se dirigían a conversar con sus abogados, la fiscalía abandonaba la sala y la abogada del Estado intentaba marcharse sin más heridas. Cuando el agente K47019K ha recorrido el camino de vuelta hacia la puerta, los únicos que seguían en su sitio eran los abogados de la acusación particular de Vox. Antes de salir han cruzado la mirada y una leve -y casi imperceptible- levantada de cejas a modo de saludo. El testigo volverá por la tarde.