Artículo 1 de la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de 1954: "Toda persona que no sea considerada como nacional suyo por ningún Estado, a su legislación". Este es el principal escollo que se encuentran los saharauis al llegar a España y no solo los jóvenes, también aquellos que nacieron como españoles en la provincia 53 del Sáhara. Esta contradicción se debe a que el Estado español no reconoce la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) —pocos países en el mundo lo hacen— y, por lo tanto, su nacionalidad no tiene cabida y se entran en un estado de apatridia, en un limbo jurídico magnificado por la burocracia española. El caso de Uedu Moulud, en la conversación que mantuvo con ElNacional.cat, es uno de los más sorprendentes: trabajó catorce años en territorio español y al volver con el DNI de la época que le otorgaba la ciudadanía recibió el documento verde del apátrida.

 

En el Estado español, la apatridia de los saharauis tiene tres vertientes técnicas: el Registro Civil, la documentación y el acceso a derechos. El primer caso se refiere a los nacidos en el Sáhara Español o aquellos que llegaron de pequeños, los cuales se enfrentan a grandes trabas para cumplir los requisitos de residencia continuada. Sobre todo, por no tener un Estado reconocido que emita sus documentos de identidad y nacionalidad. En el segundo, la mayoría de saharauis tienen un Documento de Viaje para apátridas, según estipula el artículo 28 de la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de 1954, que emiten las autoridades españolas. Pero este papel no les permite moverse, ni otorga la nacionalidad y debe ser renovado cada poco tiempo. Por último, en lo que respecta a los derechos, aunque el acceso a los servicios básicos es claro, la falta de nacionalidad genera obstáculos técnicos, económicos y sociales.

Los problemas de los apátridas saharauis de todas las edades en España

De hecho, la nacionalidad saharaui tiene como base y apoyo internacional a la República Argelina Democrática y Popular, sobre todo en lo que respecta a visados y parte de su burocracia. Aunque la falta de reconocimiento internacional y más, todavía, en la que consideran su segunda casa por haber sido españoles durante casi cien años, hace que muchos vivan una odisea para recuperar los derechos de sus abuelos y otros para volver a tener lo que fue suyo por nacimiento. "Fui a pedir mis derechos como español y me dieron el documento de apátrida", explicaba Moulud, de 84 años, a este medio mientras enseñaba su DNI en castellano y árabe, en el que se podía leer "Sáhara" sobre un fondo de la rojigualda. Esta situación la han vivido centenares de saharauis, unos 6.000 en España, según los últimos datos de 2020 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El caso del octogenario podría haberse solucionado con más rapidez si hubiera salido antes —todavía está en trámite— la Proposición de Ley 122/000072 para dar la nacionalidad española a los saharauis bajo la administración española, que fue aprobada por mayoría absoluta en el Congreso, con los votos en contra del PSOE y la abstención de Vox. 

 

Musa Chej Ahmein, de 23 años, explica a ElNacional.cat cómo él, pese a vivir en Catalunya desde 2015 y haber estudiado una carrera universitaria, ha estado en la situación de apátrida en la que "no puedes tener carné de conducir, ni viajar, ni tener cuenta bancaria o ni siquiera comprar un billete —abono mensual o trimestral, por ejemplo— de tren o metro". De hecho, el joven saharaui, que trabaja ahora en la Delegación de la RASD en Barcelona, para el Frente Polisario, en el departamento de visados, estudió ESO y Bachillerato en centros educativos catalanes y después cursó y terminó el grado universitario en aeronáutica, pero nunca le dieron el título. No pertenecía a ningún país y no podía tener el papel necesario para ejercer, ni tampoco presentarse a las oposiciones de Enaire, por ejemplo.

 

"Siempre has de vigilar a los sitios a los que vas —con el documento de apátrida se refiere—, si vas a una discoteca o a cualquier otro lugar público, siempre te sientes un poco separado", remarca Musa. El caso de Hafed Jatri, de 33 años, es también contradictorio, aunque él ha llegado hace menos de un año y se ha instalado en Olot (Girona), ha decidido no optar por la vía de la apatridia y ha estado meses esperando para lograr la nacionalidad española de origen, que es la que tiene su madre, nacida en Smara. "Siendo hijo de español de origen, tienes dos opciones: residencia de arraigo familiar o apátrida", asevera. Él ha optado por la primera y ha estado más de nueve meses con vaivenes burocráticos hasta que ha logrado una resolución favorable. Esto es algo que, el joven, asegura que se ha podido permitir hacer, la larga espera y tener suerte del reconocimiento final, pero "el problema es cómo mantenerte y sobrevivir". Algo que, recuerda, no todo el mundo puede permitirse.

Denuncian la reducción de las oficinas de apátridas por parte de Sánchez

El caso de Hafed es peculiar y poco habitual, la mayoría opta por la apatridia, dado que el Estado español no reconoce la RASD y es un camino mucho más largo de demostrar que aquel inmigrante que viene con una nacionalidad de casi cualquier otro país del mundo. Pero, en las oficinas de los apátridas, según han explicado fuentes cercanas al caso a ElNacional.cat, se ha producido una reducción de los casi cuarenta funcionarios que trabajaban a unos cinco desde que gobierna Pedro Sánchez. "Cada vez hay más diáspora saharaui y cada vez hay más apátridas", denuncia Musa, quien recuerda el descenso de los inspectores en este ámbito. "La gente está desesperada", sentencia.