Con las cuentas de la Generalitat intervenidas –dinero– y el despliegue policial en Catalunya –seguridad– Mariano Rajoy reforzará la semana crítica para el referéndum una tríada que deslegitime la resistencia del Govern: los aliados. El presidente se verá con Donald Trump en EE.UU. los días 25 y 26 y después volará a Estonia para una Cumbre Europea los 28 y 29. La agenda estaba prevista hace tiempo y en la Moncloa repiten que el proceso no tiene apoyos. Pero las protestas en Barcelona han concernido a una parte de la opinión internacional y los comicios alemanes podrían ser la inflexión para una Angela Merkel que quiere estabilidad.

"Instamos a España a detener las acciones represivas, parar de violar los derechos civiles y jugar un papel constructivo e implicarse, enseguida, en un diálogo con las autoridades catalanas", decía la carta avalada por una cincuentena de eurodiputados –de un total de unos 750– de seis grupos políticos en Bruselas y representantes de 19 estados miembros, dirigida a Rajoy. No la firmaba el Partido Popular, ni la extrema derecha, pero sí un socialdemócrata que se desmarcaba del grupo presidido por Gianni Pitella y se adhería al clamor: el referéndum es "una reivindicación política legítima".

Así, Rajoy no se podrá refugiar bajo la aurora boreal de Tallin mientras los manifestantes toman las calles llamados a la "movilización permanente" por Òmnium y ANC, expectantes al desembarque de los barcos donde duermen la Policía y Guardia Civil desplazados. Al contrario, el conflicto con Catalunya tiene números de emerger durante los descansos de la cena informal de que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha organizado la noche del 28 de setiembre, previo a la cumbre entre todos los jefes de estado y de Gobierno.

La fundación Konrad-Adenauer, el think-tank de la CDU de Merkel defendió hace meses en un informe que la situación en Catalunya era un "reto político

Eso pasó porque la noticia de la detención de dieciséis cargos del Govern –ya todos en libertad– y las manifestaciones en las calles de Barcelona traspasaron la frontera del Estado, a medida que informativos y diarios de prestigio se hacían eco: The Guardian, The New York Times, The Wall Street Journal, Le Figaro, Frankfürter Allgemeine Zeitung, Le Figaro, La Reppublica... dejaban en un segundo plano las tesis de Rajoy sobre que se habría desactivado la logística del referéndum y se centraban en la revuelta por los registros policiales.

Pero si hay dos autoridades a quienes Rajoy podría rendir cuentas de primera mano son el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker y Merkel. El primero se vio involucrado en una polémica hace semanas, cuando preguntado sobre la cuestión, afirmó que respetaría el resultado afirmativo del referéndum. Eso provocó que la Comisión se apresurara a matizar las palabras del dirigente, recordando que sólo se podía reconocer si era constitucional. La Moncloa, quien tiene amistades en esa institución, denunció la "manipulación" del Govern.

Si bien, Merkel podría jugar un papel clave, una vez hayan pasado las elecciones de este domingo –donde se prevé que renovará mandato. La fundación Konrad-Adenauer, el think-tank de su partido, la CDU, defendió hace meses en un informe que la situación en Catalunya era un "reto político" que no se podía resolver "únicamente apelando a las leyes o regulaciones constitucionales existentes". Y la alarma habría saltado de nuevo, tal como exponía José Antich en su artículo, donde rebelaba una conversación con una personalidad conocedora del aparato del Estado.

Santamaría presidirá el último Consejo de Ministros antes del 1-O y Rajoy tendrá que convencer al PNV nada más bajar del avión de las cuentas del 2018

Y de Berlín a Washington, la situación se podría tensar en el encuentro con Trump, después de que la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, asegurara hace unos días que desde los Estados Unidos no "interferirán" y trabajarán "con el gobierno que salga" del 1 de octubre –antes de recordar que era un asunto interno y que diarios españoles desmintieran el sentido de la afirmación. Ahora bien, el enunciado entroncaría con la firmeza del expresidente Barack Obama cuando el año anterior defendió una España "fuerte y unida", ante el Rey y Rajoy.

Así, a medida que las fricciones subliman en la esfera internacional –con rumores sobre una relación indocumentada entre el proceso soberanista, Julien Assange y Rusia–, nada más bajar del avión Rajoy tendrá que encarar un nuevo reto: los presupuestos del 2018. Estos se tuvieron que aplazar esta semana debido a los recelos del PNV con la gestión del 1-O, provocando que deban tramitarse el mismo sábado día 30, como fecha límite. Curiosamente, la jornada de reflexión previa a un referéndum que el presidente asegura que "no se producirá".