Hasta 188 diputados de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos hacía días se peleaban por ser los primeros en desestabilizar al ejecutivo de Mariano Rajoy, en medio de la crisis de corrupción política que asedia al Partido Popular. Una moción de censura. La citación del presidente en una comisión sobre financiación irregular. Una comparecencia en 48 horas de la plana mayor de la Moncloa. La dimisión de un secretario de Estado. Incluso, el cese de dos ministros y dos fiscales. Pero eran sólo una mujer y cuatro hombres los portadores de las esencias capaces de dejar la legislatura del gallego en jaque. Aitor Esteban, Mikel Legarda, Joseba Agirretxea, Idoia Sagastizabal e Íñigo Barandiaran, no levantan la voz, pues gastan las exquisitas formas de Deusto, en el País Vasco. Ahora bien, tiran de la palanca de la cuota vasca para presionar a Rajoy hasta el final, a cambio de dejarle pasar el primer trámite de los presupuestos generales del Estado.

El Gobierno estudia hace semanas ciertas condiciones del PNV para actualizar esta ley quinquenal, encargada de fijar el dinero que Euskadi tiene que enviar a Madrid cada año, en concepto de competencias no transferidas –deuda autonómica, mantenimiento de instituciones comunes (Cortes, ministerios, Casa Real), infraestructuras, o Defensa-. La constatación llegó este viernes, cuando Esteban no presentó ninguna enmienda a la totalidad de las cuentas del PP, como símbolo de que ambos ejecutivos acercaban posiciones en la negociación por el "sí".

El primer escollo emerge porque la lehendakaritza venía quejándose de que pagaba de más al Estado, por ejemplo, unos 1600 millones extra de liquidición desde 2011. Por ese motivo, exige que se fije un método estático para calcular la cuota vasca –y que Moncloa no pueda sumar y restar partidas según sus necesidades de crédito. Eso haría que en 2017 Euskadi sólo tuviera que devolver 850 millones de euros, en vez de los 1200 que estipulaba el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la ley presupuestaria aprobada hace un par de semanas en Consejo de Ministros.

Aprovenchando la minoría del ejecutivo, el lehendakari Íñigo Urkullu apeló días antes a la "voluntad política" del gallego, como forma de presión. Rajoy se someterá la próxima semana –3 y 4 de mayo– a la votación de las enmiendas a la totalidad presentadas por los grupos. Para hacerlas caer, y continuar con el trámite ordinario de aprobación, necesita sumar más votos que la oposición, es decir, 175. Con el apoyo de Ciudadanos –que prioriza la estabilidad a la corrupción–, el PP y Coalición Canaria, los 5 diputados de los jeltzales se convertían en la clave de bóveda de la legislatura. Más tarde, serían necesarios 176 votos para sacar adelante el proyecto de ley, donde se podría contrar con Nueva Canarias –formación que se presentó a las elecciones en coalición con el PSOE–.

Así las cosas, la jugada de Unidos Podemos con la moción de censura a Rajoy puso al PSOE contra las cuerdas, al par que dio ventaja a Esteban para redoblar la presión sobre el PP. "Hablaremos al mediodía con Iglesias al respecto" amenazó el vasco, pese a desacreditar la estrategia de la formación morada. Si bien, los populares hace semanas abonan el terreno con el PNV: dieron apoyo a sus presupuestos en Euskadi, se avinieron a pactar más infraestructuras ferroviarias, y ampliar las plazas de la Ertzaintza.

Con las aguas intranquilas en el Congreso, Rajoy paró el golpe con su mediación "decisiva" en último minuto, mediante una serie de llamadas este jueves al presidente de los nacionalistas vascos, Andoni Ortúzar. Se desconoce el contenido, aunque también habría habido comunicación entre los equipos económicos de los dos ejecutivos.

No hay pacto en firme y en Vitoria no garantizan el "sí" la próxima semana, sino la continuidad de las conversaciones. Si bien, el ministro de Hacienda insiste en que el cupo vasco no es una condición para el pacto, sino una "normalización entre administraciones" que viene por ley. Sin embargo, reconoce que es punto de negociación importante para el PNV y Euskadi –y condición clave para Urkullu–, pues 24 horas antes los vascos querían presentar la enmienda a la totalidad –por lo que algo cambiaría en la llamada–. También tendría peso la posibilidad de blindar más el autogobierno, con la intervención de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. 

Mientras tanto, Montoro se muestra confiado –y no se marchará de puente– al par que Esteban mantiene la presión sobre el Ejecutivo, adviertiendo que las últimas 48h habrían sido "de locura" y también lo serán las que vendrán. "Aquí en Madrid con el estilo de negociar nunca se sabe, porque a veces lo que parece imposible en último minuto es posible" remachaba el portavoz y cabeza visible de los cinco magníficos. Estos podrían salvar a Rajoy y a su Gobierno, o dejarles caer, algo que no han conseguido aún ni los casos de presunta corrupción en el PP.