A las puertas de los comicios para el 21-D y con el CIS avalando la línea dura de Ciudadanos frente al soberanismo, la rivalidad de la formación naranja con el Partido Popular amenazaba con generar este lunes un terremoto a Mariano Rajoy como consecuencia de la aprobación del cupo vasco la semana anterior en el Congreso. Varios barones populares se sumaban a las críticas de Albert Rivera exigiendo claridad al Ejecutivo cuanto al cálculo del sistema para 2017, provocando que el presidente tuviera que salir del paso pidiendo huir de la "demagogia de otros" durante un desayuno informativo en Madrid.

"Se trata de ser serios y algunos no lo están siendo" denunciaba Juan Vicente Herrera, desde Castilla y León, en un artículo publicado en El País, en una alusión al incumplimiento de la promesa de Moncloa durante la conferencia de presidentes autonómicos de enero sobre crear una comisión de expertos que elaborara, antes de acabar el año, un proyecto para el nuevo modelo de financiación autonómica. Herrera exigía, como contrapartida, una explicación "detallada" sobre de dónde salían los 1300 millones de euros del cupo; un ámbito donde la transparencia debería ser "esencial".

Herrera alimentaba así la sombra de la sospecha sobre la presunta injusticia que se derivaría de los pactos entre el PNV y el PP, como había hecho Rivera hacía unos días en el parlamento. El político catalán mantuvo entonces un tenso enfrentamiento con el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro afirmando que la cifra del "cuponazo" era fruto de un "tejemaneje político con los nacionalistas" y una forma de acabar con la solidaridad e igualdad de los españoles. A su vez, Montoro se mostraba molesto por que Cs hubiera abierto la caja de los truenos, levantando recelos entre los barones del PSOE.

La cuestión es que la chispa empezaba a extenderse igualmente entre las filas populares, entre una serie de varones que no cuestionaban tanto el concierto en sí mismo, como el resultado de la negociación de este año.

El presidente de la Xunta de Galicia Alberto Núñez Feijóo se sumaba a las críticas pidiendo "más información de cómo se negocia el cupo" y le increpaba a Montoro que el Estado "hubiera recurrido al rescate" de Catalunya y otras autonomías, condonando intereses de la deuda pública en más regiones y generando así "asimetrías". Se sumaba desde Murcia Fernando López Miras tachando de "injusto" cualquier cupo. Redoblaba la apuesta el dirigente de La Rioja José Ignacio Ceniceros, quien decía que permanecería "vigilante" y reclamaba ya la nueva financiación para no provocar "discriminaciones" impositivas.

Frente a ese panorama, Rajoy recordaba que el concierto económico era un precepto reconocido constitucionalmente. Por eso, el presidente instaba a los suyos a huir de la "política de la demagogia, tan fácil como perjudicial," lamentaba en una presentación del dirigente del PP vasco Alfonso Alonso. Dicha envestida contra Cs emulaba las palabras del portavoz popular Javier Maroto cuando calificó "de oportunismo" la línea de la formación naranja, la semana anterior. El propio Alonso zanjó que el concierto económico no era una reivindicación de los nacionalistas, "sino anterior"

Así las cosas, el principal perjudicado en el PP por la revuelta de una mayoría de autonomías se volvía señalando los réditos electorales que intentaría conseguir Cs. "Hemos visto una reacción virulenta y agresiva que no sólo tiene que ver con el cupo y su cálculo" afirmaba Alonso. El dirigente vasco iba más allá y hablaba de una "suerte de nacionalismo inverso" en Cs que sustituiría "el España nos roba por el Euskadi nos roba". Y de golpe, dejaba caer una frase dejando al auditorio pensante. "Ningún nacionalismo es bueno. Ya sea el catalán, el vasco... o el español", sentenciaba el exministro del PP.