Vox, el partido en eterno crecimiento desde que irrumpió en el Congreso de los Diputados después de su salto en el parlamento de Andalucía en diciembre de 2018, ahora hace casi cuatro años, no solo se ha frenado sino que está en caída libre, tal como reflejan las encuestas del CIS. En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, el partido de Abascal obtiene solo un 8% de la intención de voto, la mitad que la que tenía el pasado mes de junio, en una encuesta publicada durante la campaña por las elecciones andaluzas, en las que los ultras aspiraban a la vicepresidencia y quedaron relegados a la irrelevancia después del triunfo por mayoría absoluta de Juanma Moreno y el Partido Popular. Así, a pesar de que a diferencia de las encuestas que publican medios que ponen los de Abascal por delante de Unidas Podemos, Vox no se mueve de la cuarta posición, pero todavía más lejos de los morados. ¿Qué ha pasado en los últimos meses para que los ultras hayan pasado de pisar los talones al PP, cuando todavía lo dirigía Pablo Casado, a perder miles de votos?

Desde junio se ha formado una tormenta perfecta que ha hecho que Vox haya tenido que deshacer el camino construido desde que llegó al Congreso como un partido fuerte, cohesionado y sin disputas internas. A principios de año, cuando el CIS daba un 14,7% de los votos a los ultras y los situaba por delante de Unidas Podemos, sus rivales políticos pasaban por un muy mal momento. Para empezar, Ciudadanos nunca ha llegado a levantar cabeza después de la derrota de Albert Rivera el 10-N y el liderazgo de Inés Arrimadas ha hundido todavía más el partido, unos votos que fueron a parar en buena parte a Vox. Además, en aquel momento el PP todavía era dirigido por Pablo Casado, un líder puesto en duda y con una rival mucho dura dentro de su propio partido: Isabel Díaz Ayuso ya le hacía la vida imposible y protagonizaban las primeras polémicas que acabarían provocando el adiós de Casado de la política. Además, en el primer trimestre del 2022, Vox entró en su primer gobierno autonómico, en Castilla y León, asumiendo la vicepresidencia y la presidencia del Parlamento. Era un buen momento para|por el partido. Todo cambió, sin embargo, con la llegada de Feijóo.

El fracaso de Olona en Andalucía, el detonante

Solo para poner un ejemplo, entre los barómetros de marzo y abril Vox perdió dos puntos, que fueron a parar al PP ante la llegada del presidente de la Xunta, hecho que se vio como un revulsivo por los populares, que recuperaban impulso y llegaron a superar al PSOE en las encuestas. Con todo, Vox se recuperó y en el mes de junio llegó de nuevo al 16% de la estimación de los votos. A partir de aquí empezó la caída libre de Abascal, con el fracaso electoral que supuso la candidatura de Macarena Olona en Andalucía.

El partido optó por una de sus caras más visibles para tratar de entrar en su segundo gobierno autonómico, pero a duras penas consiguió mejorar el resultado del 2018. La mayoría absoluta de Juanma Moreno hizo que quien se había erigido una de las figuras principales del partido fuera de repente irrelevante, lejos de Madrid y sin ningún papel para jugar. Su estrategia de hacerse pasar por andaluza cuando había nacido en Alicante y nunca no había vivido en Granada, disfrazándose de flamenca para ir a la Feria de Abril resultó inútil. Después de semanas de especulaciones y de poner en manos de Dios su futuro, y cuando el CIS ya registraba una caída de dos puntos, Olona decidió que dejaba la política por motivos personales. Tan solo semanas después reaparecía a la escena pública haciendo el Camino de Santiago y después de reclamar una reunión con Abascal entre críticas a su partido, Vox le cerró la puerta a una posible vuelta. Mientras tanto, en medio de la primera crisis interna en Vox, Feijóo reforzaba su liderazgo en el PP, como única alternativa real y sensata a lo que desde la derecha española se ha bautizado como "Sanchismo".

Neonazis y pistolas al orden del día

La gota que ha hecho tirar el vaso ha sido el último reportaje del programa Salvados, donde exmiembros del partido lo han desnudado y se han atrevido a decir por televisión lo que muchos sospechaban, pero nunca nadie había confirmado. Una de las principales revelaciones la hizo Fernando Moya, exportavoz de Vox en Barcelona: "¿Tenemos muy claro que Abascal es un señor que va con pistola, por lo tanto, no creo que tenga ningún problema en que los otros la lleven también, no?", con esta frase puso sobre la mesa el hecho de que desde el partido le preguntaron por su conocimiento sobre el uso de armas, algo que provocó que le saltaran todas las alarmas. Además, Moya también habló sin tabúes sobre el hecho de que el partido fuera lleno de personas de ideología neonazi, la mayoría procedente de Plataforma per Catalunya. De momento, desde el partido todavía no han respondido a estas palabras, pero las nuevas informaciones podrían hacer que todavía se hundan un poco más en las encuestas. Ni siquiera la presencia de la élite de ultraderecha de todo el mundo, incluido Donald Trump, en su fiesta anual los ha permitido parar la caída.