El PSOE tomará este domingo una decisión trascendental para el futuro de la organización: la abstención en una investidura de Mariano Rajoy. El veredicto del comité federal circula como una asunción tácita por Madrid y el foco de Ferraz se centra ahora en el relato y la forma a aplicar para minimizar costes futuros. Por una parte, la gestora provisional ha hecho pedagogía para corregir la teoría de Pedro Sánchez sobre que alejarse del "no es no" era la rendición y lo mismo que apoyar. Ahora el reto será lograr la imagen de la unidad con una abstención votada por los 84 diputados socialistas en una ceremonia de Rajoy.

La decisión es asumida por una mayoría de federaciones y parlamentarios que en las últimas semanas se han desenmascarado –en cerrado– en defensa de una posición antes silenciada. Según fuentes de la gestora, habría ya al menos 40 votos de más a favor de dejar pasar al Partido Popular: la federación andaluza, liderada por Susana Díaz, la extremeña –del presidente Guillermo Fernández Vara, confeso partidario de la abstención–, la de Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana –más ambigua–, entre otros. Esta proporción de partidarios habría crecido respecto del comité federal del 1 de octubre, donde dimitió Sánchez. Se mantienen en el no secciones como Catalunya, Galicia, Euskadi o Cantabria.

Los motivos de este viraje esperado son varios. Primero, los 14 exmiembros de la ejecutiva sanchista no podrán votar; segundo se encontrarían las "presiones" que estaría recibiendo el PSOE por parte de "todo el mundo", según denuncian algunas fuentes. Otra idea es que los diputados actuales podrían perder el escaño si se repiten elecciones. Además, hay quien considera que si Sánchez no asiste al comité federal, los partidarios del no se podrían desmotivar y no mantenerse firmes. Sin embargo, la decisión podría sorprender si el voto es secreto, porque los jefes de las federaciones no podrían controlar qué votan los suyos.

Fernández, el timonel

Así las cosas, el presidente de la gestora, Javier Fernández, habrá sido el gran timonel de la operación. El asturiano llegó como una autoridad paternal en un partido roto por el golpe de los críticos al novato exsecretario general. Poco a poco, ha señalado sin ambages los miedos que impedían la abstención. Primero, la "podemización", es decir, la voluntad del PSOE de parar Podemos por la izquierda, y segundo, que el PP tiene un proyecto definido y capaz de convencer, a diferencia de ellos. Así y desde la experiencia consideró "predatorio" el "frentismo" de Sánchez, recordando que también fracasó el "de entrada, no" de Felipe González en la OTAN.

Considerando que la lacra del PSOE es en realidad la falta de rumbo de la organización, Fernández ha perfilado el relato que se estrenará desde el día posterior a la abstención. La voluntad de presionar al gobierno de Rajoy será la oportunidad a que se apelará, frente a unas terceras elecciones, donde junto con Ciudadanos, "la derecha" habría alcanzado la mayoría absoluta. Ante los juicios por la corrupción, se dirá que al PP no podían hacerle la "barricada" porque tiene más de 7 millones de votantes. Podemos también lo pondrá fácil, desmarcándose de PP, PSOE y C's con las protestas en el Congreso o situaciones como el escarnio a González.

El camino hacia la unanimidad

Pero la pantalla del sentido del voto parece pasada y la duda ahora es sobre si la abstención será unánime en su traducción en el Congreso, o técnica –11 diputados, los mínimos–. La gestora del PSOE y la federación andaluza alegan que la decisión tomada en un comité federal es "ley". Incluso, figuras defensoras del no ven incentivos en obedecer la disciplina de voto con el fin de cerrar filas y "coser" el partido. Son el exsecretario de organización, César Luena, y la exsecretaria de política municipal, Adriana Lastra; Luis Tundanca, líder del PSOE en Castilla y León, o Sara Hernández, líder en Madrid.

Ahora bien, el punto no está exento de controversia y rechazo. Los sanchistas como Susana Sumelzo, la sección balear de Francina Armengol, el PSC, y la jueza independiente Margarita Robles se dicen dispuestos a llevar el no hasta el final. Al respecto, el diputado vasco Odón Elorza considera que hay que dejar libertad de conciencia. Ante tal algarabía, ya hay rumores de amenazas de sanciones a los que quieren romper la disciplina de voto. Incluso, según fuentes consultadas por este diario, hay quien cree que si alguien no está de acuerdo con lo que decide el partido "es mejor que deje el acta" de diputado.

La cuestión no pasará sin consecuencias para la imagen del PSOE y para las figuras que lo integran. En el camino hacia la reconstrucción de la imagen pública, el PSOE tendrá que empezar a hacer gestos para tranquilizar a los electores, como el de asumir en bloque la abstención. El objetivo sorteará dificultades materializadas en personalidades como el portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, antes partidario del no. Hernando será el encargado de defender la postura en los años que dure la legislatura. Finalmente, no está claro si Sánchez continuará en el escaño tras la decisión del comité federal.

Y en medio de este entramado, a Fernández le ha vuelto a tocar el papel paternal de cerrar las aguas y convencer a los escépticos. La última carta del asturiano es apelar a una abstención en segunda vuelta con el fin de ilustrar "el rechazo" de los socialistas a las políticas del PP y la inevitabilidad de una abstención que él considera "mal menor" ante un posible desplome electoral en Ferraz. Así las cosas, el asturiano tendrá que asumir otro reto no menor. En la reunión con Iceta, el catalán le reiteró su no a Rajoy. Es aquí donde Fernández se verá con el agua al cuello si Susana Díaz le pide la escisión definitiva de los catalanes del PSC.

Iceta y la amenaza de escisión

La posición de defensa férrea del PSC a la negativa aventura un choque inminente en la relación simbiótica de ambos. El partido catalán se beneficia de presentarse a las elecciones con el PSOE y participa de los órganos de dirección. Por ese motivo, algunas voces consideran que debería acatar la decisión, tanto si le gusta como si no. Si opta por desacatar el veredicto, hay quien cree que no debería votar durante el comité federal. Aun así, dentro del propio PSC hay quien piensa -como José Zaragoza- que sí deben acudir y decantarse por el 'no' para más tarde reunir al consejo nacional y estudiar el nuevo punto de la posición. 

Sin embargo, los socialistas catalanes se sienten legitimados para plantarse. Iceta pidió "comprensión" por motivos como que el ministro Jorge Fernández Díaz sea del PP y haya participado en las escuchas con el jefe de la Oficina Antifraude, Daniel De Alfonso. Por otra parte, consideran que los siete escaños de los catalanes no alteraría el resultado de la abstención. Ellos son actualmente un 10% del grupo parlamentario socialista. Sin embargo, la gestora de Fernández ya ha advertido que más allá de una sanción económica, la desobediencia del PSC apunta hacia algo más serio: replantearse de fondo la relación entre ambos.