El PSOE y el PSC iniciarán este lunes un diálogo orientado a repensar la relación entre ambas formaciones, después de que el movimiento soberanista les haya colocado contra las cuerdas. El PSC se ha visto empujado a desmarcarse en cuestiones como el derecho a decidir o la investidura de Mariano Rajoy. A su vez, el nuevo PSOE encuentra difícil justificar la diferencia y cree extinguido el protocolo de unidad suscrito en 1978 que regula su acuerdo orgánico. Así, el primer secretario catalán, Miquel Iceta, y el presidente de la gestora, Javier Fernández, se han citado a las 12 h en Ferraz para encontrar una fórmula que se ajuste al momento actual.

Diferencia vs. solidaridad

Iceta llega a la reunión legitimado por las bases del PSC y con la voluntad de mantener el rasgo diferencial catalán para sobrevivir como formación política. El líder catalán cree que si no se mantiene existe el riesgo de que el socialismo entre en descrédito en Catalunya y el independentismo continúe creciendo –cómo defendió en el último comité federal–. De hecho, eso ha llevado a Iceta a defender el derecho a decidir a través de la vía canadiense, el no a Rajoy y a presentar una proposición no de ley en el Parlament el día 6 de octubre donde se hablaba de Catalunya como nación y se abría la puerta al reconocimiento de la plurinacionalidad en el Estado.

En este sentido, el PSC sí solía sentirse más cómodo con la línea de un federalismo de la "diferencia", defendido durante el mandato del ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Sánchez no contemplaba el derecho a decidir, pero sí propuso durante la campaña para las elecciones del 26 de junio el reconocimiento de la "singularidad" catalana a través de la reforma de la Constitución. Eso se fundamentaba en "la historia, las tradiciones, la lengua y las costumbres" y era una idea comprendida en la Declaración de Granada del 2013, en la que el PSOE acordaba el modelo federal.

Pero el rasgo catalán no es bien recibido entre los que controlan el partido desde la gestora porque lo ven como un ataque a la "solidaridad". La líder andaluza, Susana Díaz, se quejó en junio sobre que Catalunya alcanzara un reconocimiento singular dentro del federalismo del PSOE. Díaz habló de "privilegios", pero Sánchez respondió de que "singularidad" en ningún caso era "desigualdad". Más tarde se supo que la propuesta del antiguo líder era un nuevo estatuto. Y en cuanto al derecho a decidir, Fernández se molestó con Iceta en un comité por la vía canadiense.

Con este precedente, el primer secretario visitará la sede madrileña con voluntad de no "romper nada" y dispuesto a escuchar al asturiano. Iceta reivindicará la idea de que si el PSC no tiene lugar en el PSOE, será "un gran triunfo para el independentismo". En el contenido de la reunión también tendrá influencia la nueva número dos del PSC, Núria Marín, quien reconoce que la relación entre PSC y PSOE se ha estropeado y hay que buscar un nuevo rumbo. Al respecto, la alcaldesa de L'Hospitalet sí cree que hace falta una revisión profunda, a diferencia del exsecretario de organización, José Zaragoza, más próximo a Iceta.

Sanciones por el 'no' a Rajoy

Ante este clima de fondo, Fernández llega a la reunión empujado a reformular una relación orgánica con la que no comulga el nuevo PSOE. El detonante ha sido el no en la investidura de Rajoy, que lleva asociado la posibilidad de sanciones para los diputados díscolos, y también para el PSC. La cuestión es que los catalanes, tradicionalmente –sobre todo desde el 2013–, sí se habían podido desmarcar en votaciones que afectaran a Catalunya. Pero por primera vez, la investidura sí implicaba un elemento relativo a la política estatal, donde Ferraz cree que se traspasado un límite.

Con este objetivo, y según adelantó El Nacional, la reunión entre Iceta i Fernández a mediados de octubre ya contemplaba la posibilidad de que los catalanes fueran expulsados de los órganos de dirección del partido madre. Así, se podría caminar hacia un modelo como el alemán de la CDU-CSU. La opción se basaría en que los catalanes no tuvieran presencia en los órganos federales, en una relación más "simétrica y equilibrada", como dijo el secretario de la gestora, Mario Jiménez. La cuestión es que algunos socialistas ven una desigualdad en que su partido hermano tome decisiones de dirección pero no acaten órdenes.

De hecho, el propio secretario de organización del PSOE de Andalucía, Juan Cornejo, asegura que no ve ruptura con el PSC, aunque apuesta por el diálogo para alcanzar un acuerdo y "reforzarse mutuamente". Cornejo sí ha discrepado cuanto al distanciamiento de los catalanes respecto de la resolución de Granada. "Si alguien defiende alguna opción diferente, la tiene que justificar" dijo Cornejo. Así las cosas, sí existen otras voces –a pesar de que sean minoritarias– que apostarían por la creación de una federación catalana del PSOE, como es el caso del presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara.

Al margen de esta idea, también se ha contemplado en la última semana el hecho de sacar de la dirección del grupo parlamentario a las diputadas del no a Rajoy que forman parte del PSC, como Meritxell Batet. Esta medida ya se adoptó en el 2013 cuando los socialistas catalanes se desmarcaron del PSOE siguiendo las órdenes de su primer secretario de entonces, Pere Navarro. En aquel momento el diputado José Zaragoza fue quien abandonó la cúpula. Sin embargo, lo que pasará tendrá un punto de inflexión este lunes, en la reunión de los socialistas españoles y catalanes.