Las portadas de La Vanguardia y El Periódico coinciden en animar a Laura Borràs a que dimita de su escaño y de la Presidencia del Parlamento. A ambos diarios se les escapa un cierto afán de remachar el clavo, una cierta prisa para echarla de la vida política, más aun cuando la sentencia aun no es firme porque será recurrida al Tribunal Supremo. La reacción de Borràs tampoco es inesperada. La alternativa para titular es la que escogen El País, Ara y La Razón: remarcar que el mismo tribunal que condena a Borràs pide al Gobierno su indulto porque la pena que se ve obligado a imponer es "excesiva", además que, en este caso, la prisión "no es necesaria para evitar la comisión de nuevos delitos". Es una decisión más insólita e inesperada que Laura Borràs "se enroque", como dice La Vanguardia, o "se niegue a dimitir", como escribe El Periódico. ¿Qué da más para el título principal, el encastillamiento de Borràs o la sorprendente petición de gracia? ¿Por qué unos diarios escogen una opción más política, a la fuerza más interpretativa, y otros escogen la más jurídica, a la fuerza más factual? Haría falta forzar la portadología y hacer un juicio de intenciones, que es cosa fea y de mal. Decídelo tú, que ya eres mayorcito.

También es destacable cómo La Vanguardia y El País, en un segundo tema de portada, presentan la vertiente humana de los vientres de alquiler o gestación subrogada. El diario de Madrid vende como posible la reforma que pretende el PP: legalizar la cosa siempre que no haya un pago de por medio. El País habla la subrogación "altruista" como la que han regulado Portugal, el Reino Unido y el Canadá. La mayoría de informes y dictámenes conocidos, sin embargo, entienden que es de hecho imposible que exista tal cosa. El Comité Consultivo Nacional de Ética francés, por poner un caso, documenta en este informe cuán complicado és en los mismos países que el diario cita. También dice que no es el precio que hace la práctica aceptable, porque la "gestación para otros", como le llaman allí, supone "un número importante de riesgos y violencias médicas, psíquicas y económicas" y debe rechazarse en nombre del con respecto a la persona humana, el rechazo de la explotación de la mujer, la negativa a la cosificación del niño y la indisponibilidad del cuerpo humano.

La Vanguardia, publicaba este jueves un editorial muy contundente en desacuerdo con la propuesta del PP. Este viernes baja el pistón y abre espacio en portada al reportaje "no Son bebés comprados", donde se hace eco de las demandas de familias que han acudido a la gestación subrogada. Le sirve para compensar el editorial mencionado y hacer hilo blanco hilo negro —un clásico de la casa— con una pieza donde explota la vertiente más emocional de la maternidad subrogada. Sí, es feo llamar "bebés comprados" a los hijos procedentes de un vientre de alquiler, pero no es tan inexacto. El negocio que hay detrás de la gestación subrogada/vientres de alquiler es grande. Solo en Estados Unidos hay 400 agencias dedicadas, a precios que van entre 120.000 euros a 300.000 euros, de los que la madre de alquiler recibe entre 27.000 y 60.000 euros (el 20%) y la agencia se queda el resto. No es tan emocionante ni visceral y hace feo hablar de dinero en esta situación. Pero es la realidad y no las flores y violas con que la industria de la subrogación vende sus servicios.

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