La Vanguardia, El País, Ara y ABC abren portada con el acuerdo de gobierno entre el PP y Vox en las Islas Baleares. Los de Feijóo han ganado los votos de los de Abascal a cambio de desproteger la lengua catalana y comprometerse a reformar las políticas de igualdad y de memoria democrática, rebajar impuestos y dar prioridad a las curas paliativas sobre la eutanasia, entre otras medidas. Este acuerdo es aun más explícito en esas áreas comparado con en lo que se firmó en el País Valencià y arranca el primer bloque del pacto, bajo el epígrafe "Libertad", diciendo: "Defenderemos la unidad de España...". El resto de las 110 medidas que ha aceptado el PP son las medidas, el marco ideológico y la terminología de la extrema derecha. El pack completo.

La Vanguardia titula con un aire de alarma y utiliza el verbo "cede", el significado del cual indica también renuncia, capitulación, rendición, claudicación: el PP balear, hasta no hace mucho valedor del catalán, ha vendido la lengua propia de las Baleares a cambio de no tener consellers de Vox en el gobierno y hacer una bella figura de cara a las elecciones generales. Con menos énfasis que el diario barcelonés de referencia, El País utiliza el verbo "cuestionar" para describir las renuncias de los populares y Ara lo presenta como una transacción. Si los pactos de las derechas en el País Valencià y las Baleares son el modelo que puede llevar al PP al Gobierno, es fácil pensar cómo tratarán la lengua en Catalunya, pese a la influencia de Badalona que pronostica el alcalde García Albiol.

ABC opta por mentir directamente y dice que el acuerdo de la derecha con los ultras acaba con "la discriminación del castellano" en Baleares. La medida principal del acuerdo es justamente lo contrario, discrimina la lengua catalana, que ya no será requisito obligatorio para ser funcionario. Cualquiera que conoce el comportamiento de los españoles con las otras lenguas oficiales —o cooficiales o llámales B— sabe perfectamente cuál es la consecuencia de esta medida, igual que las personas de raza negra del Sur de los Estados Unidos sabían qué significaban las pruebas de cultura general en las oficinas de registro de votantes, como se ve en la escena protagonizada por Oprah Winfrey en Selma.

Los pactos entre el PP y Vox siguen el mismo patrón. Allí donde aparece el catalán de por medio pronto se ponen de acuerdo porque a unos y otros les importa un rábano otra lengua que no sea el español. Donde no hay enemigo exterior —el catalán lo simboliza y lo encarna— como en Extremadura y Murcia, les cuesta más pactar y aún no lo han hecho. Este miércoles, el acuerdo de Baleares ni se había traducido al catalán. Para más humillación —no pueden evitarlo— ni osan llamar la lengua por su nombre y se mencionan "las peculiaridades lingüísticas de las Islas Baleares como parte esencial de la plural riqueza de España". El catalán como "peculiaridad lingüística". No es broma. Tras el plural se esconde la manía de distinguir —contra toda ciencia conocida— el "mallorquín", el "menorquín", el "ibicenco" y el "formenterés" como entidades diferentes. Déjales solo un poco más de tiempo.

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