A los que no saben cómo se hace una portada les costará aceptar que los diarios de Madrid no han recibido instrucciones ni se han puesto de acuerdo para menospreciar la sentencia del tribunal de Sassari que rehúsa las razones del magistrado Pablo Llarena, del Tribunal Supremo español, en su persecución de Carles Puigdemont. Sólo hay que compararlos con cualquier portada de Barcelona. Mientras unos dicen que la justicia española ha vuelto a perder, los otros lo explican como si la justicia italiana estuviera de acuerdo pero, debido a unas manías técnicas de la Unión Europea, se ve obligada a aplazar la extradición. Sólo es cuestión de tiempo. Todo va bien. "Suspender" es, ciertamente, el verbo amable que utiliza la sentencia del tribunal italiano y de donde se agarran todos esos diarios para ponerse de lado. ABC, que lo da en la "segunda portada" de la página 2, no tiene bastante, y habla de "paralizar", como si se hubiera detenido una extradición ya decidida. El País al menos reconoce la derrota en la última frase del texto de portada: "El tribunal sardo desoye la solicitud del juez Pablo Llarena de fijar medidas cautelares". El Mundo culpa del fiasco al Gobierno, pobre, que recibe sí o sí. La Razón, sin embargo, en un ataque de periodismo, desmonta la realidad paralela de sus colegas: la decisión puede tardar hasta 18 meses. ¿Lo sabía el tribunal italiano? Claro. Campa, cavallo mio, che l'erba cresce, han dicho los jueces sardos a los españoles: aquello que esperáis no ocurrirá pronto.

Lo que esconden las contorsiones del Trío de la Bencina y de El País es que el tribunal sardo da calabazas a todos los argumentos de Llarena y le repite —igual que los tribunales de otros países— que Puigdemont es libre y puede circular por donde quiera; que entregarlo a las autoridades españolas podría afectar a sus derechos fundamentales —lo dijo la justicia belga del exconseller Lluís Puig—; que del resto ya hablaremos cuando la justicia europea se pronuncie. Todo en tres páginas, unas mil palabras. Conocido el gusto de los italianos por la expresión larga y alambicada de casi cualquier cosa —usan 100 palabras para lo que a otros basta con 20: es el genio de cada lengua—, que te ventilen tus razones en un pimpam de tres paginitas quiere decir que los magistrados italianos lo tenían claro y no están para cuentos. Deferentes como son a la hora de decir que no, han regalado a Llarena el sospende (suspende) y el diferisce (aplaza), para no hacerle más daño. Ya sabes que "no es tan necesario" y non stravincere, no ganar demasiado, son dos actitudes bien italianas. Pero ya se sabe: hace más daño una plomada [de abogado] que una cuchillada. Los diarios de Madrid pueden fabricar la realidad paralela que más les apetezca o esconder el fiasco desviando la atención a la comedia judicial con la exministra de Exteriores, Arancha González Laya; o a la erupción del volcán en La Palma. El hecho es que Llarena y el Supremo se han llevado una buena plomada.

Melero propone indultar a Puigdemont

La prensa de Barcelona, toda ella, es menos contemplativa. En el caso de algún diario hasta da la impresión de que se les acaba la paciencia con Llarena, el Supremo y el caso. La Vanguardia dice que Italia tampoco extradita a Puigdemont, con ese "tampoco" que duele más que una patada en el culo. Encima, recogen el "basta, así no" del president exiliado, aunque no sea su personaje favorito. El Periódico aun va más a saco y especifica el "tampoco": es la quinta vez que algún tribunal europeo tumba a Llarena. Ara habla de una "nueva derrota" de la justicia española. El Punt Avui, que tenía ocasión de lucirse, escribe un insulso Eurolibres (suena a Eurobetis), quizás en alusión a que España es el único país europeo donde Puigdemont, Comín y Ponsatí no pueden entrar.

Alguna cosa se cuece entre el kommentariat de los diarios de Barcelona que hasta ahora se han puesto de perfil en la represión judiciales, policiales, políticos y mediáticos del independentismo. Una muestra es la columna en La Vanguardia del lunes de Javier Melero, abogado de Joaquim Forn en el juicio del 1-O. Pide el indulto para Puigdemont y dice, entre desprecios y lamentaciones, que "la justicia [española] no puede ser el hazmerreír de los tradicionales enemigos de España (por lo que se ve, Bélgica, Escocia, Alemania y algún otro), ni nuestras [quiere decir españolas] instituciones acabar menospreciadas y con menos prestigio que el sastre de un espantapájaros". Si él lo dice... (Puedes cambiar "justicia española" y "nuestras instituciones" por el nombre de cualquier diario impreso de Madrid y la frase funciona igual).

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