Son cómicos El Mundo y La Razón con sus loas adulatorias al Partido Popular en primera página. La mejor es la del tabloide ultra, que publica una fotografía de la plana mayor del PP tomada un poco desde arriba. Se ve a Feijóo de espaldas y los brazos abiertos, en un gesto como de director de orquesta. El título de la foto dice: "La sinfonía del PP". Madre mía. Por encima corre el título principal de portada, que retrata a la coalición de gobierno como un saco de gatos a causa de las tensiones entre Podemos y Sumar, el proyecto de la vicepresidenta Yolanda Díaz. El mensaje se vende solo: en estos tiempos de incertidumbre, el PP está ordenado, las izquierdas que gobiernan España son un guirigay.

La historia que cuenta La Razón este domingo es que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, "ha encargado" a la presidenta de la región de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la misión de recuperar para el PP los votos de Vox en Madrid. Es una narrativa menos articulada en que insiste de hace unas semanas: Feijóo y Ayuso son uno equipazo coordinadísimo y armónico como Olivia Newton-John (ACS) y John Travolta en Grease, Hermione y Harry Potter en la saga de Hogwarts, o Lea Seydoux y Daniel Craig en No Time to Die. Él aportaría la experiencia de gestión y ella la ideología desacomplejada y directa. Por alguna razón, el diario del Grupo Planeta piensa que este mensaje —cooptar a la extrema derecha radicalizando el discurso— no es contraproducente para el PP. Al mismo tiempo, pretende barnizar de estadista el perfil pusilánime y títere de Feijóo, que hasta ahora ha cumplido el tópico de que se acusa a los gallegos, que si te los encuentras en una escalera no sabes nunca si suben o bajan. Este sábado, Feijóo ha pronunciado un discurso confuso y curioso donde decía que Bildu "ha conseguido más con [Pedro] Sánchez que con años de violencia". ¿Le parece mal que Bildu haga política, como hace el mismo PP? ¿Preferiría que lo consiguiera con violencia? ¿Le molesta que la democracia española sea capaz de incorporar a Bildu? Ningún diario le reprocha nada.

El único punto en que coinciden casi todas las portadas es al festejar a Leo Messi y su gol salvador contra México, aunque el partido fue de una vulgaridad considerable. En las portadas de los diarios de Barcelona, como muchos domingos, es un día plácido y feliz en que los compradores de papel impreso tienen la voluntad y el tiempo para leer reportajes y crónicas que hablan sobre la decadencia de las empresas tecnológicas globales, las infinitas curvas y aguas del río Congo, las municipales que vienen dentro de medio año largo o el futuro de un mundo sin café —esto es, sin café bueno.

Hay una guerra devastadora aquí al lado, en Ucrania, de la que quizás has visto las fotos de satélite de la NASA que muestran el país agredido a oscuras. Esta semana también entró en ebullición la olla de la política española a raíz de los exabruptos de Carla Toscano de Balbín, la diputada de Vox que insultó a la ministra de Igualdad, Irene Montero, una trifulca que ha escondido el debate de fondo sobre la ley del "solo sí es sí". Etcétera. Lo tomes por donde lo tomes, es todo de una baja calidad desopilante, cierto, pero es la realidad de la política española, que aun afecta a Catalunya y parece que le afectará un rato. De todas estas cosillas, los lectores de los diarios impresos de Barcelona no encontrarán nada en las portadas. Los lectores de los diarios de Madrid, sí. La Vanguardia aun dedica el título principal de portada a las cosas de comer, literalmente, y avisa de que el precio de los alimentos se vendrá arriba una temporada más larga de que esperabas. Mira. Es alguna cosa.

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