Resulta que tenía razón la picardía de El Periódico del miércoles pasado, 16 de enero ("Elecciones aplazadas, de momento," titulaba), o la prudencia de La Vanguardia ("Las elecciones serán el 30 de mayo, pendientes de posibles recursos"). Ambos diarios se curaron en salud, quizás previendo —vale: no era difícil— que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) aprovecharía la mínima ocasión para interferir en las elecciones al Parlament y redondear así el trabajo iniciado con la inhabilitación del presidente Quim Torra, previa pase de la muerte de la Junta Electoral. La Vanguardia mantiene el estilo también hoy, al decir que el juez reactiva el 14-F "de manera provisional".

El Govern tampoco lo ha puesto difícil, con un decreto carente, pues deshacía las elecciones del 14-F y anunciaba que convocaría otras quizá el 30 de mayo —es decir, dejaba sin efecto la convocatoria vigente sin, de hecho, aplazarla ni convocar otra con nueva fecha. Ciertamente, las elecciones están en el limbo, como dice la portada de Ara, pero no sólo por voluntad del TSJC de intervenir y su decisión "instrumental" de mantener la convocatoria del 14-F mientras espera precisiones del Gobierno y la fiscalía para decidir sobre el fondo de la cuestión. Quizá "Todo ha salido mal" habría sido hoy un buen titular, pues, encima, el Govern y los partidos que le sostienen, han dejado escapar la ventaja del control del calendario a manos del TSJC y, en política, controlar los tiempos, el timing, es clave. En más, Junts y ERC vuelven a pelearse por este motivo.

Quizás la portada que capta mejor el momento es la de El País, que ve cómo las elecciones se van por el desagüe de un "enredo judicial", como queriendo decir que el juez se ha puesto a decidir la fecha de las elecciones porque le ha dado la santísima gana y no porque tenga obligación alguna o porque así proteja algún derecho. Bastaba con rehusar los recursos razonando que se trata de una decisión política que puede gustar más o menos y valorarla como poco o muy prudente, pero que tiene precedentes y también fundamento jurídico y científico, y sobre la que la justicia no debe intervenir porque aplazar estas elecciones se tan correcto y razonable como mantenerlas. Toca decidirlo al Govern, no a los jueces. ¿Quieren arreglar convocatorias electorales? Pues ganen las elecciones, podía haber dicho el juez a los recurrentes. En fin, todo eso que medio apunta El País en un breve título lo explica la mar de bien el catedrático de Derecho Joan Queralt en esta pieza.

El Punt Avui ha tomado la misma portada del miércoles día 16 e invierte la gráfica, tachando la fecha del 30-M y dejando limpia la del 14-F. Un guiño. La Razón estimula una sentencia por el 14-F inventándose unas encuestas que dicen que pierden los indepes si se mantiene esa fecha. ABC cuenta la misma mentira que hace cuatro días: el aplazamiento es una estratagema electoral de los independentistas motivada por su afán de diluir el llamado "efecto Illa". Hoy presenta la decisión de los jueces como una intervención paternal para detener los pérfidos abusos de los separatistas, etcétera, etcétera. Hay que reconocer su coherencia.

Es cómico comprobar otra vez cómo El Mundo, en cambio, dice una cosa y su contraria en la misma página sin ningún problema. Abre portada explicando que 15 autonomías (todas menos dos) piden más poder para endurecer el toque de queda y confinar porque la situación sanitaria no da para más, como documenta en el titular de debajo. Por esos mismos motivos el Govern ha aplazado las elecciones en Catalunya, pero a esta decisión le llama "chapuza". A ver ¿en qué quedamos? ¿La situación sanitaria es tan grave que hay que volver a encerrar la gente en sus casas… o no lo es tanto y pueden ir a votar? Ni se dan cuenta. Quizá en el diario madrileño se reparten trozos de portada entre diferentes periodistas que no se cuentan lo que hacen. Es muy improbable, pero cosas peores se han visto.

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