Es una vieja técnica. Si te interesa hacer desaparecer algo o que pase desapercibido, no hables mucho del caso o desvía la atención a otro asunto. Cambia de tema y procura invisibilizar la maniobra. Como cuando, en una conversación, alguien se arranca a hablar de otra cosa, a menudo porque la cuestión que se comentaba le era vergonzosa y/o le dejaba en evidencia. Es lo que hacen hoy las portadas de los diarios de Madrid, al escoger como tema principal que Pedro Sánchez ha añadido a su gobierno una cuarta vicepresidencia e interpretarlo como una pérfida maquinación para rebajar la presencia de Pablo Iglesias.

Uy sí. Ya ves. Como no podían presentar favorablemente la decisión del Tribunal Supremo de ignorar la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) sobre la inmunidad parlamentaria de Oriol Junqueras, los diarios han escogido poner los huevos en el cesto de las dificultades del PSOE para encajar al "comunismo bolivariano" en el flamante ejecutivo de coalición. Con permiso de Josep Pla, no hay cosa que más se parezca a un diario español de derechas que un diario español de izquierdas.

El País modula con entusiasmo en onda ¡Hola!: "Pedro Sánchez sorprende con una vicepresidencia verde". Lo ilustra con un posado magnífico de Teresa Ribera, la designada (el de La Vanguardia es mejor). Imagínatelo así: "Teresa Ribera nos recibe en su nueva vicepresidencia". No es tan diferente. Al otro lado del ring, El Mundo y La Razón van a saco y presentan la cosa como la enésima traición de Sánchez a su socio, etcétera.

Por suerte, ABC, no ha querido cambiar de tema y, por el hecho de reivindicar tan caballerosamente la neutralidad e independencia de la justicia española, acaba por demostrar lo contrario de lo que nos quiere vender. Para advertirlo basta con ver cómo han manipulado la foto de portada y leer la entradilla. Por si dudabas, El Mundo certifica cuán politizada está la justicia española, al celebrar que el Supremo cargue contra el Gobierno "por favorecer a Junqueras". Este es el espíritu, gente: el último tribunal de recurso no se dedica a guardar la justicia mediante la aplicación de la ley, sino a poner el dedo en el ojo de Pedro Sánchez.

El disfraz

Da la impresión que estos diarios no las tienen todas consigo si se dedican a disfrazar así el acuerdo de la Sala Penal del Supremo. Dicen los magistrados que Junqueras no es eurodiputado porque ya estaba condenado cuando ganó su escaño. Por tanto, no disfruta de inmunidad parlamentaria y, en consecuencia, no hay que pedir ningún suplicatorio al Europarlamento ni que Junqueras vaya a tomar posesión de nada. El Supremo da así la razón a la Junta Electoral Central en perjuicio del TJUE y del europarlamento, y rechaza los argumentos de la Abogacía del Estado, de la defensa y de numerosos juristas. Al mismo tiempo, protege su sentencia sobre el 1-O, dictada sin esperar que el TJUE respondiera, a petición del mismo Supremo, si el presidente de ERC era o no eurodiputado. Como le han dicho que sí lo era, el Supremo replica que ahora ya es tarde, porque Junqueras está condenado en firme. No se preocupen, dice al TJUE, que su resolución será doctrina a partir de ahora. No con Junqueras, sin embargo, aunque el magistrado Marchena dijera al TJUE, por escrito, que su respuesta "tendría eficacia con independencia de la situación de prisión preventiva o penado que afectara [a Junqueras]".

Estaba cantado. De hecho, en el momento que el Supremo impidió que Junqueras accediera a la condición de eurodiputado, el tribunal ya indicaba qué haría con una sentencia contraria del TJUE: pasársela por el arco de Douglas, como si no existiera, para dejar las cosas como estaban, impidiendo que el Parlamento Europeo interviniera en un asunto que afecta a su representación —no sólo a los derechos de Junqueras. Así se cierra la cadena de iniquidades del proceso y la sentencia del 1-O.

Bien que lo saben los diarios "constitucionalistas". Por eso procuran que no salga mucho humo por la chimenea y silban y miran al techo con una minucia politiquera como el nombramiento de una cuarta vicepresidencia para aguar la posición de Pablo Iglesias en el ejecutivo, bla, bla, bla. Tinta de calamar.

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