Hoy sí que sí. La Vanguardia y El Periódico tiran la portada por la ventana con el notición de que Barcelona ha sido reconocida por el gobierno español como "capital cultural y científica" (no dice de dónde ni de qué, pero es fácil de adivinar). Es el titular por el que suspiraban hacía semanas. Es la prueba final de que España nos ama mucho, que nos hace casito, que les caemos de miedo. Entre buenos catalanes no se hablará de otra cosa en las sobremesas de hoy. Qué gozo, qué alegria.

Es una lástima que, puestos a comparar, salgan ganando Zapatero y su "apoyaré" —y el traslado del Senado a Barcelona—, o Rajoy y su "lluvia de millones". Otorgar capitalidades sale más barato que nombrar a Barcelona ciutat pubilla de la sardana, pero los buenos catalanes saben ser agradecidos y no dejarán de ponderar el altísimo afecto que Pedro Sánchez ha mostrado por la capital. Fíjate si es así que las portadas de la tuna mediática madrileña incluso hablan de "los privilegios" y del "trato de favor a Catalunya" y de cómo se han enfadado otras autonomías ("regiones", dice La Razón). Cómo se pican eh.

Gracias por nada, Pedro Sánchez. En realidad, la "capitalidad cultural y científica" de Barcelona hace años que está bien establecida, gracias a la iniciativa y el trabajo de gente que "hace cosas", como lo demuestran —hagámoslo corto— el liderazgo de la industria editorial catalana o el reconocimiento del Ranking Académico de Universidades del Mundo 2019 (ARWU por sus siglas en inglés) de Shanghai Ranking Consultancy. En su día, este último asunto no mereció tantos aspavientos ni en la portada de La Vanguardia ni en la de El Periódico. Hoy, sin embargo, queda comprobado de nuevo que no hay nada como querer entusiasmarse para otorgar a cualquier bagatela el rango de primera noticia.

También podría llamarse hacer el ridículo. Mientras celebran la capitalidad cultural y científica, el Ministerio de Hacienda permite a las haciendas autonómicas endeudarse más —quiere decir que Catalunya podrá gastar 484 millones más este año— pero se queda los 2.500 millones del IVA pendiente del 2017 —de los cuales tocaban a Catalunya 443. Haz la resta y date cuenta de que te cambian una deuda suya por un déficit tuyo, dicho un poco al por mayor. De eso La Vanguardia, en portada, explica la mitad. El Periódico no dice ni mu.

No es difícil imaginar que en la Moncloa, ahora mismo, deben correr los mismos comentarios que entre los conquistadoras cuando conseguían ganarse el favor de los indígenas con cuatro cristales de colores y unos cuantos collares —o capitalidades— de pega.

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