A la presidenta de Madrid se le acaba el cuento —bueno, nunca se sabe— a cuenta de la pésima gestión de la pandemia de su gobierno. Incluso La Razón, que sólo ha puesto buena cara a Isabel Díaz Ayuso por, digamos, disciplina de partido, lleva un título de portada que le habrá hecho tanta gracia como que le rasquen la espalda con una azada. El País también abre con este tema, como es natural. Madrid, "por ser capital", lleva días con este trato preferencial del diario progre, especialmente si eso ayuda, por contraste, a lucir al gobierno de coalición español.

Se hace extraño que sea tema principal de La Vanguardia. Como quien no quiere la cosa, el diario más vendido de Catalunya compara Madrid, que no toma "medidas drásticas" (mal!), y Barcelona, que sí lo hace (bien!). Aparte de que las medidas tienen que ser eficaces más que "drásticas", la portada de La Vanguardia tiene ganas de sacarle el polvo a Ayuso, que quiso arrancar a Barcelona ferias y congresos como el Mobile. El diario de los Godó no lo perdona —y está muy bien. Al mismo tiempo, hay que decir a todos los malpensados que es inverosímil que titule con Madrid para no dar vuelo al debate de política general y arrinconar así al presidente Quim Torra. Ningún diario de prestigio haría tal cosa.

Apestan mucho El Mundo y ABC, que abren portada con dos asuntos menores, irrelevantes, y pasan de largo por el descontrol de la pandemia en Madrid. Todos sabemos qué ocurrió en marzo en una situación parecida. Muchos se preguntarán por qué esos diarios esconden la confusión sanitaria de la capital española. Primero sus lectores, gente más bien mayor —por tanto, en situación de riesgo. Quizás piensan que las cosas no pasan si no se habla de ellas, actitud que hizo fortuna en países como la Unión Soviética y hoy aun tiene suerte en otros como Venezuela o Hungría. Si un día llevan en portada que Madrid se confina y reabre los hospitales de campaña, a la mitad de sus lectores les dará un infarto mientras la otra mitad se pregunte qué cuernos ha pasado, cómo hemos llegado hasta aquí. En fin. Son capaces de culpar a Pablo Iglesias.

Varapalo al juez estrella

Hablando de Iglesias, ayer, la sección 3ª penal de la Audiencia Nacional obligó al magistrado Manuel García-Castellón a rectificar en el llamado caso Dina. Tendrá que devolver al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, la condición de víctima que le había retirado en mayo. Además, le avisa de que ha perjudicado a Iglesias por las filtraciones de la instrucción que dirige y que ha investigado presuntos delitos inexistentes (supuestamente cometidos por Iglesias) sin tener competencia, cosa que perjudica también al principal acusado, el excomisario Villarejo, que ya va para tres años de prisión provisional —y que tiene los mismos derechos que cualquiera hasta que no sea declarado culpable.

El trompazo se ha escuchado "de Algeciras a Estambul, para que pintes de azul tus largas noches de invierno" (perdona, Serrat!). No es poca cosa. Si existe un juez estrella, ese es García-Castellón. Se doctoró al empapelar a Mario Conde por el caso Banesto y ahora, tras doce años en París como juez de enlace antiterrorista, instruye los casos más lucidos, ejem, del momento: Púnica, Lezo, Tándem (Villarejo), BBVA y Dina.

Es fácil pensar qué pasaría si la doctrina de la sección 3ª penal se aplicara a los procesos contra el independentismo, pero este no es el tema. Aquí se habla de las portadas de los diarios.

Los avatares mediáticos y judiciales de este caso ilustran muy bien las peculiares coincidencias entre la línea de investigación del instructor y las ganas del aparato mediático ultra y conservador español de desprestigiar a Podemos. El tema, pues, es que las portadas de la tuna mediática de la derecha madrileña se dedican desde mayo (cuatro meses cuatro) a extender sobre Pablo Iglesias la sospecha de que él mismo ha urdido el caso para esconder una serie de escándalos. Todas estas mentiras han acabado en una bronca al juez instructor que, al menos hasta ayer, iba tan embalado que ya estaba pensando si aceptar a Vox como acusación particular.

La misma bronca, pues, pueden aplicársela El Mundo, ABC y La Razón, que han querido convertir el caso Dina en el caso Podemos. Pero bueh. Nada de todo lo que ahora mismo se ha explicado aparece en sus portadas de hoy. Al contrario. La Razón tiene el nervio de dar voz al exabogado de Podemos, causante de la desgraciada actuación de un juez que, pese a su experiencia, ha hecho más caso a las fabricaciones de un hombre despechado que a las periciales de la misma policía española.

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