La leyenda presenta al emperador Nerón tocando la lira mientras contempla el devastador incendio que destruyó buena parte de Roma el año 64. Es improbable, según los historiadores modernos. Hoy es día de portadas neronianes, sin embargo. Mientras las llamas consumen la Ribera de l'Ebre, los diarios de Madrid vuelven a tocar "Todo es ETA" (El Mundo, La Razón), defienden las acusaciones de rebelión a los encausados por el 1-O (ABC) o retratan otra chifladura de Donald Trump (El País).

El Mundo incluso tiene el nervio de bromear con la calamidad en su titular: "Cuando el Ejército es bien recibido en Catalunya", como queriendo decir que de algunas víctimas sí puedes reírte. Incluso los misteriosos temblores de Angela Merkel le parecen más destacables. Joan Sales encontraría aquí un magnífico ejemplo de lo que él llamaba el "hijoputismo histórico".

Al menos El País —y también La Vanguardia— destacan la incapacidad de la Hacienda española en cobrar impuestos: 4.000 morosos deben más 14.000 millones de euros —te los deben—, que son más o menos el equivalente a un déficit fiscal catalán anual o, como indica El País, al gasto anual de la comunidad de Madrid en enseñanza y sanidad.

Cada diario edita la portada como bien le parece —y cada rey visita los lugares y a las personas que quiere—, sí, pero cada portada y cada visita es un retrato de su alma y de las preocupaciones que laten en ella.

En este sentido, llama la atención la baja visibilidad de la visita a Barcelona de Felipe VI en las portadas de los diarios de la capital. El más entusiasta es La Vanguardia, que titula pomposamente "El Rey refuerza los contactos con la sociedad civil catalana y los empresarios"… en un rincón de la primera página. Demasiado titular para tan poco espacio. El Periódico lo mata al pie de la primera página. "El Rey arropa al sector de la logística en Barcelona", dice. Donde unos ven "a la sociedad civil catalana y los empresarios", otros ven "el sector de la logística". Curioso. Las portadas de El Punt Avui y de Ara no dicen ni pío, como pasa en los diarios de Madrid. Un éxito brillante, esa visita real. Quizás sea una manera cortesana de decir a Felipe VI que se ha equivocado de ciudad y de visita, neroniano modo.

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