Qué contraste. Salvo La Vanguardia y Ara, el resto de portadas ignora las advertencias del Grupo de Estados Contra la Corrupción (GRECO) del Consejo de Europa, que ha vuelto a amonestar a España por la "situación crítica" del Poder Judicial. El organismo "lamenta la falta de progresos" del Estado para garantizar la "transparencia" e "independencia" en los nombramientos en el ámbito judicial, insiste en que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) deben hacerla los jueces y no las autoridades políticas, que "no deben estar involucradas en ningún momento en este proceso de selección". Esta situación causa una "percepción politizada" del Poder Judicial, dice el GRECO, que también considera "preocupantes" las relaciones entre el gobierno español y el fiscal general.

Justamente este martes, día de la Constitución, es el momento ideal para remarcar el bloqueo al que los dos partidos españoles mayoritarios someten a la renovación del Consejo del Poder Judicial —por lo tanto, del Tribunal Supremo y de los Tribunales Superiores y otros altos tribunales— y del propio Tribunal Constitucional. La misma insistencia del GRECO en estos puntos es un gran argumento para repercutir aquellas amonestaciones en primera página y no la excusa para no darlas, como si la reiteración fuera un aburrimiento y no expresión de que la Constitución importa un rábano. El País lo dice en un rinconcito de portada, sin mencionar al organismo europeo, como queriendo decir que es un "asunto interno" y para que no quede nadie mal.

En cambio, los diarios se inquietan por otras cosas. El País, por la división de la izquierda, que complica las posibilidades de reeditar la actual coalición que apoya al Ejecutivo de Pedro Sánchez. El Mundo dice que la mayoría de votantes del PSOE pide recortar competencias a las comunidades autónomas. La Razón lleva una encuesta donde los españoles piden reforzar la unidad de España en la Constitución. Este resultado tiene gracia, porque es la única democracia occidental donde la misma Constitución pone la defensa de la unidad del Estado en manos de las Fuerzas Armadas. ¿Cómo más puede reforzarse pues si, además, esta Constitución es "la más irreformable del mundo", como recuerda Ara en primera página?

Leyendo las inquietudes de los españoles, al menos de los que han sido encuestados en El Mundo y La Razón, viene a la cabeza una carta que en 1921 envía Josep Pla a Joan Estelrich —uno de los hombres fuertes de Francesc Cambó— recogida en Periodisme i llibertat: Cartes 1920-1950, publicado hace pocas semanas por Edicions 62. Pla, en Madrid como corresponsal, escribe: "Tienen una verdadera obsesión, a veces cómica, por el nacionalismo catalán. Yo [...] les recuerdo con una violencia tremenda que la "unidad de la patria" es, puramente, un asunto administrativo y eso les molesta positivamente. […]. Lo de la simpatía por los catalanes es un mito, afortunadamente. No nos pueden ver ni nos podrán ver nunca".

Lo que Pla explica en 1921 continúa muy vivo hoy día. Porque que toda esta inquietud por la unidad de España, desprotegida, o el poder de las autonomías, excesivo, no la generan Andalucía o Castilla-León, obviamente, sino Catalunya. Justamente el ahora expresidente del CGPJ, Carlos Lesmes lo recordó en 2017 y 2020: la unidad de España es la base del estado de derecho —no la democracia o la separación de poderes, etcétera. Primero, España. Después, el resto. Lo glosa el historiador Antoni Simón en una entrevista a propósito de La unidad de España como valor político. Una arqueología intelectual, publicado este mes por Editorial Afers: "Para muchos intelectuales, agentes y políticos españoles, se ha visto que la unidad de España es su máximo valor político, y no otros. Ni la libertad, ni el pluralismo". Ni, seguramente, la Constitución que se festeja este martes.

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